Mat, ahora en el cuerpo del rey vampiro, lucha por mantener el control. El rey vampiro se resiste con todas sus fuerzas, pero Mat es más fuerte. Ha adquirido toda la sabiduría de los Alfas Supremos y, con ella, somete al vampiro.Explora las memorias del rey vampiro y encuentra la ubicación de un castillo oculto. Al llegar, es recibido por los pocos vampiros que quedaron después de la batalla.—Señor, ¿qué pasó? ¿Pudo beber del cachorro del Alfa Supremo?— pregunta uno de ellos, su rostro lleno de preocupación.—¡Todo fue un engaño de Seth! ¡Nos llevó allí para ser exterminados!— responde Mat, su voz llena de furia y desesperación.—¿En serio? ¿Qué hacemos ahora, señor?— pregunta otro vampiro, el miedo evidente en su voz.—Déjame descansar y luego veré qué hacemos. Por el momento, cuenta cuántos hemos quedado, y si regresa alguno,— ordena Mat, sintiendo el agotamiento apoderarse de él.Los vampiros asienten, pero no están convencidos, se quedan observando al rey vampiro. Mat, en su in
Mat observa cómo Elmira se aleja, mirando hacia atrás de vez en cuando. Sabe que tiene que hacer algo, pronto, pero primero debe esperar que caiga la noche, por lo que se mete en el sarcófago del rey vampiro pensando que es el mejor lugar. Cuando se despierta ya es noche cerrada. Se concentra y se conecta con Jacking, busca en las memorias del Alfa Supremo para aprender cómo ocultar su franja dorada y su olor. Sin embargo, siente a su humano, muy débil y se asusta. Se teletransporta para ver qué le pasa.Jacking convertido en humano está muy demacrado y envejecido. Mat lo observa incrédulo, parece que alguien los ha avanzado en el tiempo y a su humano se le reflejan los años por estar sin él. Mat se hace invisible y comienza a transmitirle energía vital, hasta que ve que Jacking se recupera un poco. Se conecta con él nuevamente, guiándolo al despacho y haciéndolo abrir los libros sagrados de los Alfas Supremos. Juntos, encuentran la manera de desaparecer su franja dorada y su olor.
La vida en la manada transcurre con una tranquilidad engañosa. Los cachorros, ahora jóvenes en la flor de la vida, asisten a la escuela y se mezclan con los de otras manadas. Pero entre ellos, Horus se destaca. A pesar de ser la reencarnación de un dios, su potencial permanece en gran medida sin realizarse. Su padre lobo, el vínculo crucial para liberar su verdadera fuerza, sigue siendo una presencia distante en su vida.Esto no ha pasado desapercibido para los demás. Como hijo del Alfa Supremo, Horus es un objetivo constante. Es retado, provocado y atacado por los lobos de las otras manadas que ven en él tanto una amenaza como una oportunidad. Con cada reto, cada ataque, se espera que Horus demuestre su valía, que muestre la fuerza de un dios que se dice lleva dentro.Pero a pesar de las dificultades, Horus se mantiene firme. Sabe que su camino es más difícil que el de la mayoría, pero también sabe que tiene un destino que cumplir. Con cada desafío, con cada prueba, se esfuerza por a
Horus corrió hacia su padre, encontrándolo sentado en la colina de la luna, su mirada perdida en la lejanía con una expresión de tristeza y nostalgia.—Papá, ya comí. Estoy listo —dijo Horus, intentando inyectar algo de energía en su voz. Jacking le sonrió débilmente. Había escuchado la conversación que sostuvieron su Luna y su hijo y le complacía que Horus estuviera dispuesto a hacerlo, pero debía hacer que él confiara en él como lo que era, su padre. Por lo que rodandose de donde estaba, le pidió con una sonrisa.—Hijo, siéntate aquí a mi lado un poco. —Horus al momento lo hizo, le encantaba sentarse en lo alto de la colina de la Luna con su padre. —¿Confías en tu padre, Horus?—¡Por supuesto que sí, papá! ¡Confío en ti ciegamente! —exclamó Horus sin dudar. Jacking asintió complacido al escuchar la respuesta sincera de su hijo mayor. Luego le pasó un brazo por los hombros en lo que le pedía.—Entonces no me ocultes lo que te está pasando en la escuela. Soy tu padre Horus, es conm
Jacking asintió con aprobación. Miraba a su hijo convertido en todo su esplendor en el dios Horus con todos sus atributos y su corazón latía emocionado.—Acepta su lealtad, hijo. —Siguió dirigiendo a su hijo que se veía que no sabía que debía hacer. Horus parecía incierto. —¿Cómo, mi Alfa?—Solo di que los aceptas y protegerás siempre. Horus respiró hondo, y luego anunció con una voz que resonó con el eco de la antigua divinidad: —Yo, Horus, acepto su lealtad y juro protegerlos siempre.Al instante, todos los ojos marcados en las frentes de los Androesfinges y Guinoesfinges desaparecieron. La transformación fue tan súbita que Horus no pudo evitar sorprenderse.—¿Qué pasó, papá? Digo, mi Alfa —preguntó Horus , volviendo a su forma humana. Jacking sonrió y con paciencia le explicó. —Hijo, yo les había puesto el ojo de Horus para controlarlas, porque Anubis, por petición de Thot, les había puesto un conjuro que yo no podía romper. Pero el verdadero Horus sí, y lo has hecho.Las cria
Mientras buscaba, Mat se dio cuenta de que tenía que actuar con cuidado. No quería causar más daño del necesario, pero también sabía que su supervivencia dependía de encontrar un nuevo cuerpo pronto. Con cada segundo que pasaba, su forma etérea se debilitaba más y más, y sabía que si no encontraba un cuerpo pronto, podría desvanecerse por completo. Con esa preocupación en mente, Mat continuó su búsqueda, esperando encontrar un cuerpo adecuado antes de que fuera demasiado tarde. De repente, su mirada se posa sobre un joven de una belleza deslumbrante, y un recuerdo se agita en su mente. Sin darle lugar a la duda, se desliza dentro de él, llenándose de una energía vital pura y vibrante. Guiándolo, lo dirige hacia la residencia del Alfa. Cruza el umbral hasta el despacho, donde ve el beta Amet, rodeado por una maraña de libros abiertos como era su costumbre, levanta la mirada al percibir su presencia.—Arcano, ¿qué viento te trae por estos lares? —pregunta Amet con curiosidad.—Necesito
El silencio se apodera de la sala de justicia, un silencio tan profundo que parece que el tiempo mismo ha dejado de existir. Los dioses se miran entre sí, sus ojos reflejando una mezcla de incredulidad, sorpresa y asombro. El aire está cargado de tensión, como si todos estuvieran esperando a que caiga el otro zapato. Las tres diosas, Hathor, Bastet y Sekhmet, se mantienen en el centro de la sala. Sus ojos brillan con un brillo travieso mientras disfrutan del suspenso que han creado. Sus rostros reflejan una mezcla de satisfacción y anticipación, como si estuvieran saboreando cada segundo de este momento. La luz dorada de Ra ilumina la sala, su resplandor intensificándose a medida que su ira se disipa lentamente. Sus ojos se estrechan mientras observa a las tres diosas, su mirada penetrante como si estuviera tratando de leer sus pensamientos.El resto de los dioses observan en silencio, sus rostros reflejando una mezcla de emociones. Algunos parecen estar en estado de shock, incapace
Osiris en la sala de la justicia se puso de pie enseñando todo su tamaño y fortaleza, como una demostración de poder y respeto, pasó la mirada por todos los dioses desafiante, como un recordatorio para todos los presentes de la grandeza que encarnaba. Para volver a enfocar su atención en el poderoso Ra y responder con voz potente, clara y firme. —Poderoso Ra, solo hice la energía vital de mi hijo Horus ser compatible con la mía, para que mi humano y mi lobo lo aceptaran—, aclara bien fuerte para que no queden dudas Osiris. A medida que la conversación se desarrollaba, la tensión en la sala aumentaba. Las miradas de los dioses se movían entre Ra y Osiris, sus rostros reflejando una mezcla de sorpresa y curiosidad. Algunos intercambiaban miradas de incredulidad, otros asentían en silencio, procesando cada palabra.—¿Solo eso?— interroga Thot —. ¿Entonces cómo puede sobrevivir? ¿Estás seguro de que no está muerto?—No lo está, no ha bajado al Duat. Debe existir otra explicación para e