58. MAT

A pesar de todos los esfuerzos, en la tierra estaban perdiendo la batalla. Los lobos comenzaban a caer desmayados uno tras otro, habiendo transferido toda su energía vital a su Alfa. En medio de la desesperación, el anciano Adjule, transformado en Upuak, se acercó a Amet, quien estaba en su forma de Sobek.

—Debemos llamar al gran Anubis —propuso Adjule, su voz temblaba con una mezcla de miedo y determinación.

Sobek lo miró con incertidumbre. No tenía tiempo para hacer nada, la vida de su Alfa y su hermano peligraba, tenía que estar atento a él. Pero preguntó esperanzado. Anubis era un dios muy poderoso.

—¿Crees que nos ayudará?

El abuelo Adjule asintió con firmeza. Era su Dios que siempre respondía a las plegarias de su pueblo. Aunque no estaba seguro de sí esta vez lo haría, dijo.

—Tenemos que intentarlo todo.

Amet, convertido en el gran Sobek, asintió grave pero decidido, pues no tenían nada que perder y mucho por ganar si acudía a su llamado:

—Entonces hazlo. Yo probaré otra co
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