Capítulo 33
Al ver que Sofía empezaba a hablar, los demás en la casa se acercaban para hacerla conversar, pero ella seguía sin querer responder a nadie excepto a Daniel y a mí. Mientras comía, reflexionaba seriamente: si con solo haberle hecho una trenza simple se había puesto tan feliz como para hablar con todos... ¿quizás si hacía más cosas así, ella empezaría a hablar más con los demás?

—Papá, me voy a la escuela —se despidió Sofía de Daniel, quien estaba en la sala, tomándome de la mano. Daniel, que originalmente planeaba ir directo al trabajo, cambió de planes al escucharla: —Yo las llevo.

Sofía ladeó la cabeza, confundida por el repentino cambio de opinión. Daniel simplemente acercó el auto: —Suban.

Como Sofía era pequeña y no podía sentarse adelante, la acompañé en el asiento trasero. Daniel conducía mientras la miraba por el retrovisor: —Este sábado y domingo reservaré tiempo para jugar contigo. ¿Hay algún lugar donde quieras ir?

—¡Sí! —exclamó Sofía, contando con los dedos—. ¡Mis compañer
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