Capítulo 122
Gabriel habló para sí mismo: —De ahora en adelante, que el chofer me recoja. Joaquín preguntó confundido: —¿Cómo así? Gabriel, sin revelar sus verdaderos pensamientos, respondió: —Solo creo que gastas mucho dinero comprando regalos todos los días. —Mejor será que te concentres en el trabajo. —Sino, el dinero que ganas no te alcanzará. Joaquín, sorprendido por la madurez de su hijo, lo abrazó y besó feliz: —Está bien.

En el camino, saqué todos los vestidos que había comprado para Sofía, mostrándole uno tras otro. Sofía abrió la boca, asombrada, olvidando su tristeza anterior. Preguntó emocionada: —¿Mamá me los compró todos? Asentí: —Por supuesto. Sofía, abrazando los hermosos vestidos, comenzó a llorar de repente. Rápidamente le sequé las lágrimas: —¿No te gustan? —¡No! —respondió con los ojos rojos—. Solo que no esperaba que mamá me comprara ropa, ¡estoy muy feliz!

La abracé: —Cuando cobre, te compraré ropa seguido. Sin dudarlo, Sofía rechazó: —No, ganar dinero no es fácil para mamá. —
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