Capítulo 20 – Perdida en su mirada.
Emily abrió los ojos, admirando el rostro de Alex junto a ella, él parecía realmente feliz de verla despertar, pues sonreía de oreja a oreja.
Epílogo - El regreso de mamá.Caminaba hacia el alto abeto que se hallaba junto a la casa en la que vivía junto a mi esposo y mis dos pequeñas hijas, mientras recordaba las palabras que el doctor me había dicho esa misma mañana…Si sigues manteniendo esa pena en tu corazón seguirás enferma – aclaró él, haciendo que comprendiese algo, aquella enfermedad que llevaba acechándome más de dos meses, no era más que una larga depresión, causada por la pérdida tan inminente de mi madre, y la muerte tan trágica de mi padre. Y sabía perfectamente, que aquel dolor no se marcharía de la noche a la mañana.Ebrain, mi esposo, había intentado con creces, alejarme de la tristeza, y la llegada de nuestras hijas habían traído mucha felicidad a mi vida, eso era cierto, pero
PREFACIOUna joven muchacha de cabellos oscuros como la noche se marchaba con la que parecía ser su madre, hacia una extraña caja con ruedas que vosotros conoceréis con el nombre de coche. Esta bella muchacha, cuyo nombre ya conoceréis, no hacía más de dos días que se había caído del tejado, perdiendo de esta forma sus preciados recuerdos.Su progenitora, Anabeth, abrió la puerta del auto, ayudando a su hija a entrar en él, para luego rodear este y colocarse en el lugar del piloto.Emily Forbes se colocó el cinturón de seguridad, mirando despreocupada por la ventana, observando junto al viejo roble a un muchacho que no recordaba haber visto jamás. Y ahí estaba la clave, no lo recordaba, pero eso no quiere decir que no lo conociese, en cierta forma, una parte de ella lo hacía.William Drake la observaba, con detenim
Capítulo 2 – La equivocación de un hada.William Drake estaba en Londres, tras un largo recorrido hasta allí, habiendo gastado la mitad de sus ahorros en aquella estúpida misión, guiado por unas hadas a las cuales ni siquiera estaba seguro haber visto, con un viejo libro que estaba en blanco, en cuya portada tan sólo podía leerse el título de este: “La leyenda del Guardián del Brazalete”Atravesó la carretera, malhumorado, pensando en la mala suerte que tenía, pues hacía un día de perros en la ciudad. No había dejado de llover desde que abandonó el autobús en la mañana, así que estaba empapado, como un mendigo.Ojeó el libro un poco más, al mismo tiempo que entraba en la biblioteca, mientras los guardas de seguridad le miraban con recelo. Y se percató de algo en lo que no se hab&iacu
Capítulo 3. Al menos una vez más.William llegó a la estación, cubierto de agua, sin tan sólo pensar demasiado en lo que había dejado atrás, no quería bajo ningún concepto volver al coche, agradecer su amabilidad, o aceptar el paraguas que había olvidado en él. Tan sólo quería marcharse de Londres lo más rápido que le permitieran las circunstancias.Señor Watter – comenzó una voz, a sus espaldas, haciendo que dejase de pensar, que todo cobrase sentido, mientras su corazón se congelaba, ante la sola posibilidad de que ella le viese, pues sabía que todo aquello afectaría al pasado, al transcurso de las cosas – se ha dejado el paraguas en el coche – William no podía responder, estaba tremendamente asustado, así que la joven tan sólo pudo llamarle una vez más –
Capítulo 5. Regreso a la cabaña.William se había demorado demasiado a causa de que su amigo le necesitaba, y por culpa de ello, ni siquiera sabía si estaría a tiempo de hacer lo que tenía que hacer.Caminaba por aquel sendero de nuevo, sintiendo la fría brisa nocturna sobre su rostro, podía escuchar los grillos cantar cerca de allí, mientras sus manos rozaban las flores más altas de aquel precioso bosque, aunque la plena oscuridad impedía ver la belleza que sí se podía apreciar a plena luz.Agudizó el oído. Por un momento había escuchado algo, unas pisadas cercanas. Alguien se aproximaba hacia el lugar en el que él se encontraba.Se acercó al viejo roble, aquel en el que estuvo escondido una vez, aquel en el que la vio marchar con todo el dolor de su corazón, mientras ella le observaba extrañada, pue
Capítulo 6. El regreso al norte.William se quedó unos días en el campo de los abuelos de Emily, ayudándolos con la granja, preparándola para las fuertes lluvias que se acercaban. Y luego se marchó al norte. Le costó más de dos semanas volver, pero al final, lo logró, aunque, por alguna razón, no podía encontrar a su fiel amigo por ninguna parte.Aquella noche, hacía más frío del habitual, por eso tuvo que encender una hoguera frente a la casa en ruinas que se había agenciado. Pensaba en ella, mientras se hacía un conejo asado, en la candela.Algún día volvería a verla, tan sólo debía esperar, un poco más. La paciencia no era una de sus virtudes, y le estaba tomando más voluntad de la que tenía, no volver a Londres, a buscarla. Pero aún no era el momento, lo sabía, a
Capítulo 7. Recuperar a un viejo amigo.Sobre la cima de la montaña, cerca de los acantilados, donde podía escucharse el rugido del mar y las fuertes olas chocar contra los arrecifes, un apuesto hombre se encontraba, sintiendo como sus cabellos se movían de aquí y allá, de forma violenta, la tormenta se acercaba a pasos agigantados, y el feroz viento era sinónimo de ello. Con ojos cerrados se encuentra, adentrándose en la espesura de la niebla blanca, más y más, con intensidad, buscando a aquella que nunca sale de sus pensamientos.Su nueva visión del mundo le permite hacer casi cualquier cosa, todo es posible cuando tienes el poder del destino. Tu espíritu y tu mente pueden viajar a cualquier lugar, aunque tú no lo hagas realmente.El espeso humo se fue aclarando, dejando paso a un hermoso paisaje, delante de él. Un parque, un bello parque repleto
Capítulo 8. La cabaña del hada.William Drake estaba confundido, ya ni siquiera sabía diferenciar los sueños de la realidad, un poder del destino dado a un simple humano que ni siquiera sabía cómo manejarlos aún, ese era su principal problema.¿Qué pasará cuando encuentre a Emily Forbes? – preguntó, dudoso, dentro de su cabeza, mientras aquel que se hacía llamar así mismo “guardián de los cielos” lo guiaba a través de la espesa bruma que no le dejaba ver nada.Cuando ella nos encuentre el poder del destino que vive en ti desaparecerá – aseguró, para luego señalar hacia una luz verde, allá, frente al horizonte – mira, Tuka nos está esperando – nuestro protagonista le miró, sin comprender, siguiéndole en aquella línea rec