CAPÍTULO 95: INVITACIÓN A UN YATE. RUSIA. Quince días habían pasado. Quince largos días desde que Iván había descubierto la verdad, desde que todo su mundo se había tambaleado. Y ya no podía seguir fingiendo. Cada minuto en aquella propiedad lo consumía, y su decisión estaba tomada. Esa noche escaparía, aunque su herida no estuviera completamente sanada. El proyectil en su costado derecho seguía doliendo como el primer día, pero no había tiempo para esperar. Una vez que lograra llegar con Lana, formarían un plan para acabar con Dima.La noche había caído pesada, con un cielo sin luna que convertía la montaña en un laberinto de sombras. El aire era frío y mordía su piel, pero Iván no tenía espacio para sentirlo. Su respiración era controlada, cada paso calculado mientras avanzaba entre los árboles cercanos al muro perimetral. Sabía que los guardias patrullaban constantemente, y cualquier error sería su sentencia.Desde la distancia, las linternas de los guardias se movían como luciérn
CAPITULO 96: UN VERDADERO BIANCHI. Enzo estaba en la sala principal del yate, con Matteo, su hijo de tres meses, en brazos. El bebé llevaba un mono azul con pequeños barcos estampados, y Enzo, con una camiseta negra ajustada y pantalones claros, lo miraba con una mezcla de ternura y orgullo. —Escucha, pequeño Matteo, algún día tú y yo vamos a tener charlas serias sobre negocios —murmuró Enzo con voz grave, mientras balanceaba al bebé con suavidad—. Pero por ahora, tu único trabajo es comer, dormir y no darle a tu madre demasiados problemas. ¿Entendido? Matteo lo miró fijamente con sus grandes ojos, como si procesara las palabras de su padre. Pero de repente, su rostro se contrajo y un peculiar sonido rompió el ambiente tranquilo del yate. Enzo levantó una ceja y luego arrugó la nariz. —¡Por todos los santos! Matteo, amigo mío, ¿qué demonios has estado tomando? —bromeó, alejándolo un poco y mirando con fingida sospecha su pequeño trasero—. Creo que tenemos que reconsiderar esa dieta
CAPITULO 97: SON VERDES, PRECIOSA.A la mañana siguiente, Svetlana estaba en la pequeña cocina del yate, preparando unos sándwiches. Masticaba la idea de que el chef había desaparecido misteriosamente al amanecer, y no podía evitar sospechar que Enzo tenía algo que ver con ello. Era muy típico de su esposo arreglar las cosas a su manera, y temía imaginar qué palabras había usado para que el pobre hombre se marchara tan apresuradamente.Mientras untaba mantequilla en el pan, levantó la vista hacia la ventana y lo vio. Enzo estaba sentado en una tumbona en la cubierta, sosteniendo a Matteo contra su pecho. Con una mano grande y protectora, acariciaba la cabecita de su hijo, que dormía plácidamente. Luego, se inclinó y le dio un beso, murmurando algo que no alcanzó a oír, pero que seguramente era una promesa de amor o protección.Svetlana sonrió, sintiendo cómo su pecho se llenaba de un calor reconfortante. Era un contraste ver a un hombre tan frío y calculador en sus negocios ser tan ti
CAPÍTULO 98: MATA A ESE INFELIZ.Iván había logrado salir del hospital con la ayuda de Madison. Ella lo guió por pasillos poco transitados y usó su credencial para sortear los controles. Él caminaba con dificultad, pero su determinación lo mantenía en pie. Cuando finalmente llegaron a la salida trasera, un coche esperaba para llevarlos lejos.Ahora estaban frente a una lujosa casa en los suburbios de Chicago.—Esta es mi casa —dijo ella, su voz traicionada por un ligero temblor—. Si lo que necesitas es un lugar para esconderte de la policía, servirá... por ahora.Él la miró en silencio, sus ojos fríos recorriendo cada detalle de la mujer frente a él. Madison tenía el cabello negro que caía en ondas naturales alrededor de sus hombros, y sus ojos verdes brillaban con una mezcla de dulzura y determinación. Había algo en ella que era suave y rudo al mismo tiempo, una contradicción que no pasaba desapercibida.—¿Y por qué crees que aquí no me buscarán? —preguntó él, con una voz cargada de
CAPITULO 99: TRAIGO UN MENSAJE.Una semana después, Iván se encontraba frente a la imponente mansión del abogado, un hombre que Madison había mencionado con desprecio y que, según sus palabras, merecía mucho más que justicia terrenal. Con pasos firmes, cruzó el jardín, esquivando las cámaras de seguridad con la precisión de alguien que había hecho esto muchas veces antes. El aire estaba cargado de una tensión que parecía adherirse a su piel.La puerta trasera cedió con facilidad gracias a sus herramientas, y pronto se encontró dentro, avanzando por los pasillos oscuros, guiado únicamente por la tenue luz que provenía del estudio del hombre. Sin embargo, un susurro infantil lo detuvo en seco.—¿Quién eres? —preguntó una vocecita detrás de él.Iván se giró lentamente, y sus ojos se encontraron con los de una niña de unos diez años. Su cabello castaño caía sobre sus hombros, y su mirada inocente lo perforó como una bala. Por un instante, el tiempo pareció detenerse. Una rabia visceral lo
CAPITULO 100: UNA VERDAD QUE DESTROZA.Lana estaba totalmente confundida, su mente era un torbellino de preguntas y emociones. —¿I-Ivan? —preguntó, con un tono tembloroso que traicionaba su creciente ansiedad—. ¿Por qué...? ¿Le pasó algo a mi padre? ¿Es eso? Dime, ¿mi padre está bien?Svetlana, desesperada, agarró a Madison por los hombros, buscando respuestas con una intensidad que hizo que la otra mujer se sintiera visiblemente incómoda.—Oye, oye, no sé de qué estás hablando —respondió Madison, tratando de mantener la calma mientras apartaba un poco las manos de Lana—. Solo... conozco a Ivan, ¿bueno? Y él me pidió que te dijera que necesita verte. Es urgente.El corazón de Lana comenzó a latir con fuerza, como si quisiera salir de su pecho. Su respiración se aceleró mientras trataba de procesar lo que acababa de escuchar.—¿Dónde está? —preguntó con un hilo de voz.Madison se humedeció los labios, claramente nerviosa. No estaba segura de si decirle sería lo correcto. Después de to
CAPITULO 101: RIO DE SANGRE.En la mansión Bianchi, Enzo se dejó caer pesadamente en el sofá de la sala. Cerró los ojos y exhaló un largo suspiro. Había lidiado con un problema esa mañana, algo relacionado con un cargamento que intentaron interceptar en el puerto. Por suerte, todo había salido según lo planeado. Los traidores fueron eliminados y el negocio estaba asegurado. Ahora estaba en casa, donde realmente quería estar, con su mujer y su hijo. Una sonrisa cruzó su rostro al pensar en ellos. Era su refugio en medio del caos.De pronto, los balbuceos suaves de Matteo lo sacaron de sus pensamientos. Abrió los ojos y vio a su pequeño en brazos de una de las sirvientas. Su corazón se llenó de ternura al verlo mover sus manitas, intentando alcanzar algo invisible en el aire.—Ven aquí, campeón —dijo con dulzura, extendiendo los brazos hacia su hijo.La sirvienta le entregó al bebé con cuidado, y Enzo lo sostuvo con firmeza pero con una suavidad que contrastaba con su naturaleza normal
CAPITULO 102: MI LEALTAD ESTÁ CONTIGO.En la casa de Madison, Ivan le entregó el vaso de agua a Svetlana con cuidado, pero sus manos temblaban ligeramente. Ella lo tomó, pero no bebió. Sus ojos estaban rojos, hinchados por el llanto, y su voz tembló cuando habló.—Algo... algo dentro de mí lo imaginaba. Él no había llamado, traté de comunicarme con él... —Svetlana levantó la mirada hacia Ivan, y sus ojos estaban llenos de dolor y confusión—. ¿Por qué no me dijiste nada, Ivan? ¿Por qué no le dijiste a Enzo? ¿Por qué lo atacaste? ¡¿Qué carajos pasa?! —Su voz se quebró al final, y dejo el vaso sobre la mesa incapaz de contener la impotencia.Ivan por su parte, apretó el vaso que sostenía, sus nudillos poniéndose blancos. Suspiró profundamente, como si estuviera buscando las palabras adecuadas, aunque sabía que ninguna sería suficiente.—Lana... cuando Enzo fue a buscar al Pahkán... yo no sabía la verdad.Ella frunció el ceño, su confusión creciendo con cada palabra.—¿Verdad? ¿De qué ver