CAPÍTULO 69: LA MUJER DEL CAPO.En la entrada de la opulenta mansión, el deportivo rojo rugía con el motor en marcha. Svetlana, con frialdad, miró a los guardias.—Abran la puerta. Ahora.Los hombres tragaron saliva y negaron con sus cabezas.—Lo siento, señora, pero las órdenes fueron claras, no podemos dejarla salir.Las manos de Lana se apretaron sobre el volante mientras el niño a su lado gemía de dolor. Su rabia aumentó exponencialmente. Salió del auto y se plantó frente a los hombres.—Escúchenme bien, imbéciles. Hay un niño que necesita atención médica. Si no abren esa puerta ahora mismo, les aseguro que recordarán este día por el resto de sus miserables vidas.Los hombres se miraron nerviosos, pero mantuvieron su posición.—Señora, no...Y antes de que uno de ellos pudiera terminar, Svetlana ejecutó un movimiento preciso y letal. Su pierna se elevó en una patada que impactó directamente en la mandíbula del guardia, enviándolo al suelo. Luego se giró hacia el otro, sus ojos bri
CAPÍTULO 70: INSTINTO MATERNAL.Un Maybach negro se detuvo frente al imponente hospital, la puerta trasera se abrió y Enzo descendió abrochando la chaqueta de su traje de tres piezas gris. Su rostro era una máscara de dureza y elegancia calculada. Dos de sus hombres lo siguieron de cerca, atentos a cada paso mientras él cruzaba la entrada del hospital con un propósito claro: buscar a su esposa.Alfred, su amigo, lo esperaba cerca de la recepción. Enzo apenas lo miró, su ceño fruncido mientras avanzaba hacia él.—¿Dónde está?Alfred hizo un gesto con la cabeza, señalando hacia los ascensores.—En el área de pediatría —respondió con tono neutro.Enzo se detuvo en seco, girando el rostro hacia su amigo con evidente confusión.—¿Pediatría? —repitió, como si no hubiera escuchado bien.—Sí. Te dije que estaba con un niño. Y por lo que pude averiguar, hizo bien. El chiquillo está siendo intervenido. Tenía apendicitis.La expresión de Enzo se suavizó ligeramente, aunque el resto de sus rasgo
CAPÍTULO 71: EL CAPO QUIERE VERTE.Mientras tanto, en la mansión, Greta permanecía en la habitación, donde Boris acababa de entrar. Ella lo miró con una sonrisa felina, una de esas que siempre escondían algo detrás.—Te has ganado un premio, Boris —dijo con voz dulce.El hombre, que rara vez recibía halagos, sonrió con orgullo y deseo. Sin dudarlo, cruzó el espacio entre ambos y, sin darle tiempo a reaccionar, la sujetó por la cintura, atrayéndola con firmeza hacia su cuerpo.—Lo sé, muñequita —murmuró, bajando sus labios hasta los de ella.El beso fue rápido al principio, pero luego Boris profundizó el contacto, dejando escapar un gruñido que lo traicionó. Greta se rió entre dientes, coqueta, y le siguió el ritmo. Cuando un leve gemido salió de su garganta, sintió cómo el deseo de Boris se encendía aún más. Él rompió el beso por un instante, respirando pesadamente, y le susurró contra los labios:—No puedo esperar para estar dentro de ti...Greta soltó otra risa suave, como si su coq
CAPITULO 72: NADIE LA TOCA.Boris siguió la dirección de su mirada y vio la silla de metal colocada en el centro de la bodega. Sus reposabrazos estaban adornados con correas de cuero. Su corazón dio un salto violento en el pecho. —S-señor... yo... yo solo hacía mi trabajo... yo no quería... —No me hagas perder el tiempo —respondió Enzo con un gesto molesto, y luego chasqueó los dedos. Sin más preámbulos, Gennaro y Alfonso lo sujetaron por los brazos. Boris intentó resistirse, pero la fuerza de ambos hombres lo superó fácilmente. Lo arrastraron hasta la silla y lo empujaron para que se sentara. —¡Señor! ¡Por favor, no! —suplicó mientras sus muñecas y tobillos eran asegurados con las correas. Enzo observó la escena con calma. Luego, se acercó a una pequeña mesa cercana y comenzó a colocarse un par de guantes negros, uno a uno, con movimientos pausados y meticulosos. —¿Sabes, Boris? —dijo suavemente—. De pequeño no me gustaba compartir mis juguete
CAPÍTULO 73: UN PEQUEÑO ENZO.Cuando Enzo abrió la puerta de la habitación, se detuvo en seco. La escena frente a él lo dejó sin palabras: Svetlana estaba sentada en el borde de la cama, inclinada con ternura sobre Miguel, quien dormía profundamente bajo el efecto de la anestesia. Sus manos acariciaban con suavidad el cabello del niño, como si estuviera acariciando algo frágil y precioso. La luz tenue de la habitación le daba un aire casi etéreo, y mientras le cantaba una canción en voz baja, se veía como una madre protectora, serena y maternal, una imagen que nunca había visto en ella.El pecho de Enzo se apretó con fuerza.Algo en él se removió, un deseo que crecía más y más: tener a su hijo con ellos, verla a ella así, dedicada y amorosa, con su pequeño. La idea de un futuro en el que Svetlana hiciera lo mismo con su hijo lo golpeó con fuerza. Era un anhelo que lo desgarraba por dentro y, al mismo tiempo, lo hacía sentir débil.Respiró hondo y se recompuso.Abrió la puerta por comp
CAPÍTULO 74: TRÁELA DE VUELTA.La mujer atravesó el jardín con pasos rápidos, casi apresurados. La gabardina negra que llevaba puesta se agitaba con el viento, ocultándola entre las sombras. A su alrededor, el silencio era absoluto, roto solo por el crujir de la grava bajo sus botas. Cuando llegó a las habitaciones de los empleados, golpeó la puerta sin perder tiempo.La puerta se abrió de inmediato.Boris estaba del otro lado, su mirada opaca y sus movimientos torpes, como si cargara el peso del mundo sobre los hombros. Greta entró sin decir una palabra, cerrando la puerta tras de sí con un leve empujón. Se quitó la gabardina con un movimiento ágil, pero de pronto sus manos se detuvieron al ver el brazo derecho de Boris. La piel estaba amoratada, marcada, hinchada de una forma grotesca y envuelta en gasa.Y por supuesto no había una mano.Por un momento, Greta pareció perder el control. Su rostro palideció, aunque rápidamente contuvo el asco y frunció los labios en una mueca casi ind
CAPÍTULO 75: UN NUEVO PAHKÁN. Fiódor entró tambaleante en su habitación y cerró la puerta con un ademán torpe. Llevó una mano al pecho, sintiendo un dolor agudo y la sensación de que el aire apenas llegaba a sus pulmones. Su respiración era entrecortada y sofocante. De repente, comenzó a toser con violencia. Sacó el pañuelo blanco que siempre llevaba consigo y se cubrió la boca. Al retirarlo, lo vio manchado de sangre. La vista del rojo intenso sobre la tela le provocó un estremecimiento profundo. Se sintió cada vez más débil. Su respiración era casi nula, como si una fuerza invisible le oprimiera el pecho sin piedad. Cerró los ojos y, en medio de aquel silencio sofocante, pensó en Svetlana, su querida hija. «¡Oh, si pudiera verte una vez más! Solo una vez antes de reunirme con tu madre». Apoyándose en las sillas que encontraba a su paso, intentó avanzar, pero su cuerpo no respondía con firmeza. Apenas dio unos pasos cuando la puerta se abrió bruscamente. Fiódor se giró con dificu
CAPÍTULO 76: PERFECTAMENTE A SU FAVOR.El hombre estaba amarrado a la silla, los brazos tensos por las cuerdas que le cortaban la piel. Estaba desnudo, vulnerable, y su respiración era errática, casi como la de un animal acorralado. A su alrededor, el aire estaba frío, pero no tanto como el agua helada que uno de los hombres de Iván vació sobre su cuerpo. El líquido golpeó su piel como agujas, arrancándole un alarido seco.—¡Por favor! —gritó, escupiendo agua mientras trataba de retorcerse—. ¡Basta, por favor!Pero Iván no dijo una palabra. Se mantenía firme al otro lado de la sala, las sombras arañando su rostro serio y su mirada que podría helar la sangre. Sus ojos eran pozos oscuros, furiosos, sin un rastro de compasión. Solo dio una señal con la cabeza.El sonido del zumbido eléctrico fue lo siguiente. Los cables hicieron contacto con los pies desnudos del hombre, y un grito desgarrador se elevó en la habitación.—¡AAAAHHH! ¡NO! ¡NO MÁS! ¡DUELE! —Su cuerpo convulsionaba contra la