CAPÍTULO 42: BAJO EL EFECTO DEL ALCOHOL.Chicago.—¿Cómo que no está allí? —la voz de Enzo resonó con furia mientras lanzaba el teléfono contra la pared—. ¡Ese malnacido de Bernard dijo que ahí tenía su casa de seguridad!Del otro lado de la línea, la voz de Santino había intentado mantenerse firme, aunque el cansancio y la tensión eran evidentes. El observó el mapa digital en su tablet, marcando cada punto verificado con una X roja. Ya había revisado tres casas de seguridad, dos almacenes y un hotel. Cada lugar estaba vacío—Lo sé, Enzo. Pero también sabes que siempre hubo un riesgo de que esa información no fuera 100 por ciento confiable. ¿O es que tú te quedarías en un solo lugar, esperando a que te encuentren? Solo falta... ir directamente a Rusia.Santino intentaba razonar con él, pero la frustración de Enzo era como un volcán a punto de estallar. Cada minuto sin saber dónde estaba Lana era una condena. El vacío que sentía lo devoraba lentamente, transformando su necesidad de enc
CAPÍTULO 43: UN ERROR QUE NO VOLVERA A REPETIRSE.Mientras Enzo se perdía en el alcohol en Chicago, a miles de kilómetros de distancia, en las frías calles de San Petersburgo, otros planes se tejían en las sombras...Ivan cerró la puerta tras de sí y, sin decir palabra, se sentó frente al escritorio.—¿Querías verme, padre?Dima dejó su copa de vodka sobre la mesa con un golpe seco y se puso de pie, las manos entrelazadas detrás de su espalda mientras caminaba lentamente hacia la ventana.—¿Ha dicho algo Fiodor sobre Enzo? —preguntó sin voltear, su tono controlado pero lleno de expectación.Ivan tomó la copa que tenía frente a él y la miró fijamente, como si buscara en su transparencia una respuesta que no quería dar.—No, no ha mencionado nada —contestó al fin, su voz seca y sin emoción—. Pero... todo parece indicar que no tiene intenciones de hacer nada en contra de Enzo.De repente, un fuerte golpe interrumpió la tensión; los adornos sobre la chimenea cayeron al suelo con un estruen
CAPÍTULO 44: TÚ NO ERES ELLA«—Te extrañé tanto, mia bella... Cada noche sin ti es una m*****a tortura. —Enzo se rió amargamente —. Mira lo que me haces… Me tienes aquí, bebiendo como un idiota porque no puedo sacarte de mi mente. Un capo no debería mostrar debilidad, ¿eh? Pero contigo... contigo todo es diferente. Te metiste bajo mi piel y ahora no hay forma de arrancarte, Svetlana.El nombre resonó en los oídos de Greta como una bofetada. Después de haber llegado, había estado indagando, preguntando discretamente a los sirvientes sobre la vida de Enzo. Todos evitaban el tema, cambiaban la conversación nerviosamente, hasta que María, la cocinera más antigua, después de varios vasos de vino, soltó toda la verdad: Svetlana era la mujer que se había casado con Enzo. Su esposa. Y la razón por la que ahora estaba en ese estado.La noticia la golpeó como un balde de agua fría, afectando directamente sus planes. Había regresado para recuperar a Enzo, sin imaginar que él la reemplazaría. Se r
CAPITULO 45: QUIERO VOLVER.Un mes después...Svetlana se encontraba en el jardín de la mansión, sentada en el césped junto a una oveja que su padre le había regalado. El animal la miraba con sus ojos grandes mientras masticaba tranquilamente.—¿Sabes, Nube? —le dijo a la oveja mientras le acariciaba el suave pelaje—. Es extraño cómo cambia la vida. Hace un mes pensaba que mi padre era un monstruo, y ahora...—Beeeee —respondió Nube, moviendo sus orejas.—¡Exacto! No es el ogro que imaginaba. Es... diferente. Me ha mostrado tantas fotos de mamá... ¿Sabías que tengo sus mismo color de cabello? —Svetlana sonrió con nostalgia.—Meeeh meeeeh —la oveja se acurrucó más cerca de ella.—Y me dio su collar favorito, y sus diarios... Por primera vez siento que la conozco de verdad.Svetlana suspiró profundamente mientras miraba hacia el horizonte. La brisa movía suavemente su cabello mientras sus pensamientos vagaban hacia otras personas.—Pero extraño tanto a Celeste... Ella me crió. Me dio to
CAPITULO 46: EL HONOR DE TU COMPAÑÍA.Fiodor permaneció en silencio por unos instantes, procesando las palabras de su hija. Luego, con movimientos suaves, se acercó a ella y acunó su rostro entre sus manos.—Lana... dices que lo amas, pero... ¿has pensado, cielo, si él te ama a ti?Ella parpadeó, desconcertada. La pregunta la golpeó como un baldazo de agua fría. No había considerado esa posibilidad.—Cariño —continuó Fiodor con voz suave—, tú... estás conmigo, pero... él ni siquiera ha hecho el empeño de encontrarte. ¿No significa eso algo? Quizás... tu amor es unilateral, Svetlana.Las palabras de su padre se clavaron como una espina en su pecho. Sintió un dolor agudo que le robó el aliento por un momento. La duda se instaló en su mente, pero había algo más fuerte que cualquier incertidumbre. Se apartó del toque de su padre y mantuvo la mirada firme.—No importa si él no me ama —dijo con voz clara y decidida—. Hay algo más importante que eso.Fiodor la miró confundido, pero antes de q
CAPÍTULO 47: SEDUCCIÓN EN EL JARDÍN.Lana e Iván caminaban por el jardín. Iván, con las manos en los bolsillos y una expresión serena, giró su rostro hacia ella, evaluándola con una intensidad calculada.—Dime algo, Lana —dijo, rompiendo el silencio con un tono bajo y cargado de intención—. ¿Siempre caminas con esa postura altiva o lo haces para recordarme que estoy debajo de tu liga?Ella lo miró de reojo, sin saber si tomarse su comentario como un halago o una burla. Finalmente, decidió no responder. Iván sonrió con satisfacción al ver la leve incomodidad en su rostro.—Interesante —murmuró, más para sí mismo—. Te gusta jugar a ser inaccesible.Lana desvió la mirada, intentando ignorar cómo su voz grave parecía enredarse en sus pensamientos, y en cambio hizo ella una pregunta.—¿Cuánto tiempo llevas trabajando para mi padre?Iván señaló con la cabeza hacia una caseta al fondo del jardín. —Ven, subamos ahí y te cuento. No me gusta hablar de mi vida al aire libre; nunca se sabe quién
CAPÍTULO 48: DE VUELTA CON SU ESPOSO.Lana cerró la puerta de su habitación y apoyó la espalda contra la madera como si necesitara un momento para recuperar el aliento. Las palabras de Iván seguían resonando en su mente, golpeándola como una tormenta que no podía calmar.«¿De verdad crees que Enzo te está esperando? No seas tonta, Lana. Lo más seguro es que ya tenga a otra en su cama.»Cerró los ojos con fuerza, tratando de expulsar esa voz de su cabeza, pero era inútil. La duda que siempre había intentado ignorar ahora estaba más presente que nunca.«¿Y si Iván tenía razón? ¿Y si Enzo realmente había seguido adelante?»—No —murmuró en voz baja, sacudiendo la cabeza. Llevó una mano a su vientre, acariciándolo con suavidad. Una calidez diferente llenó su pecho, y aunque la inquietud seguía ahí, intentó centrar su mente en lo que realmente importaba.—Pronto estaremos con tu padre, bebé —murmuró—. Te lo prometo.Mientras sus dedos trazaban círculos sobre su vientre, se permitió un momen
CAPÍTULO 49: ¿QUIÉN TE DIJO QUE PUEDES USAR SUS COSAS?Enzo se pasó una mano por el cabello con impaciencia mientras miraba el reloj de su muñeca por tercera vez en menos de dos minutos. Se paró frente a la puerta del cuarto de Greta y golpeó con los nudillos y habló con la voz cargada de irritación.—¿Cuánto más vas a tardar, Greta? No tenemos toda la noche.Desde el otro lado de la puerta, la respuesta llegó casi en un murmullo, con un tono dulce que buscaba calmarlo.—Ya casi estoy lista, Enzo, solo un momento más.Él hizo una mueca de fastidio y apretó los labios antes de responder.—Te espero abajo. No tardes. —Se giró y bajó las escaleras con pasos firmes y la paciencia prácticamente agotada.La razón por la que llevaba a Greta a la gala benéfica esa noche era muy simple: quería que conociera a su futuro esposo. Para él, el matrimonio de Greta no podía llegar lo suficientemente pronto. Cuanto antes lograra casarla, más rápido podría quitársela de encima y dejar de lidiar con sus