CAPÍTULO 33: DEJANDOLA IR.El pedido de Iván resonó como un eco pesado en la cabeza de Enzo. La petición de llevarse a Lana lo golpeó directo al estómago, pero no dejó que su miedo se notara. Apoyó una mano en el volante, intentando que no temblara. Su mirada, sin embargo, era dura, fría, como si nada pudiera atravesar esa fachada de hombre impenetrable que tanto se esforzaba por mantener.Respiró hondo antes de responder, con una sonrisa irónica curvando apenas sus labios.—¿Llevarte a mi esposa? —repitió con un tono lento y deliberado—. No sabía que tenías vocación de suicida, Iván.El otro hombre hizo una mueca burlona y desvió su atención hacia Lana, evaluándola de arriba a abajo con descaro.—Bueno, supongo que no sabes quién manda aquí, ¿no?El comentario apenas había salido de su boca cuando Enzo se movió como un rayo. Sacó el arma que llevaba oculta y la apuntó directamente a la cabeza de Iván. Todo ocurrió en un segundo, tan rápido que incluso Cassio pareció contener el aire.
CAPÍTULO 34: EL SECRETO REVELADOLos ojos de Enzo siguieron a Lana hasta que su figura desapareció dentro del camión. De repente, una risa burlona resonó junto a su oído. —Vaya, vaya… ¿acaso te has enamorado, Enzo? —susurró Iván, con un tono impregnado de burla. Enzo apretó la mandíbula, pero no respondió. —Tranquilo, amigo —continuó Iván, alzando las cejas con una sonrisa descarada—. Ahora que estaré más cerca de ella… quién sabe, tal vez yo tenga mejor suerte. Quizá pueda convencerla de que le gusta mi compañía.Eso fue demasiado. La visión de Lana siendo llevada contra su voluntad ya era un infierno en su mente, pero esas palabras fueron la chispa que encendió la mecha. Enzo se giró de golpe y, sin dudarlo, lanzó un puñetazo directo al rostro de Iván. El impacto fue tan fuerte que Iván retrocedió un paso, llevándose una mano a la nariz mientras un hilo de sangre comenzaba a escurrirle. —¡Hijo de puta! —gruñó, con los ojos llenos de furia.Pero antes de que Enzo pudiera dar otro
CAPÍTULO 35: RUMBO A RUSIA.Cuando Adeline abrió los ojos, su cuerpo entero se tensó de inmediato. Algo no estaba bien, y lo supo en cuanto vio el techo extraño sobre ella. Se incorporó despacio, notando el suave terciopelo de la cama en la que estaba acostada. Miró a su alrededor, y lo que vio la dejó completamente helada. Una habitación lujosa, elegante, pero extrañamente estrecha, con ventanas ovaladas y una vibración sutil que se sentía en el suelo. No estaba en tierra. Estaba en un avión.Sin perder más tiempo, se levantó de un salto. Su primer pensamiento fue mirar sus manos. Las esposas que habían apretado sus muñecas ya no estaban allí. Por un momento, se quedó en blanco, hasta que el sonido de la puerta la hizo girarse con un sobresalto.Ivan apareció con una bandeja en las manos y una sonrisa de medio lado, una de esas que hacía hervir la sangre.—¿Tienes hambre? —preguntó mientras dejaba la bandeja sobre una mesa cercana—. No soy chef, pero te traje algo para que no digas qu
CAPITULO 36: HIJA DE MI PEOR ENEMIGO.En Chicago, Enzo caminaba de un lado a otro en su estudio como un león enjaulado, con las manos entrelazadas detrás de la espalda, los músculos de su mandíbula tensos y la furia contenida en sus pasos. André, Santino y Cassio lo miraban desde el sofá, intercambiando miradas nerviosas. Sabían que intentar calmarlo era como intentar tocar un volcán en plena erupción.—Enzo... creo que... —André fue el primero en atreverse a hablar, pero apenas su amigo giró la cabeza y lo miró con esos ojos oscuros y asesinos, se tragó el resto de las palabras. Levantó las manos como en señal de rendición—. Sí, mejor me callo.Santino suspiró y se levantó del sillón, cruzándose de brazos. Había sido suficiente silencio.—¿Crees que pueda tratarse de un secuestro? Quizás Fiodor quiera algo tuyo y esté usando a Lana para presionarte.Enzo negó lentamente, con la mirada fija en el mueble de las bebidas. Caminó hacia él y tomó la botella de whisky. Sirvió un trago sin d
CAPÍTULO 37: REGRESARÁ A CASA, PASE LO QUE PASE.San Petersburgo, Rusia.Lana se detuvo frente a la imponente propiedad que Iván le había mostrado. Era una mansión majestuosa, claramente de estilo ruso. Sus altos muros de piedra, los detalles en hierro forjado de las ventanas y el techo cubierto de tejuelas verdes le daban un aire de elegancia intemporal. Pero lo más atrapante de todo eran los jardines perfectamente cuidados, que parecían sacados de un cuento.Svetlana sintió algo extraño al verla: no sabía por qué, pero algo en ese lugar le resultaba familiar, como si perteneciera allí. Y, sin poder evitarlo, se sintió en casa.Sin embargo, no confiaba plenamente en Iván. Había algo en él que la ponía en alerta, pero al mismo tiempo, no podía ignorar la sensación de que lo que él decía era cierto. Quizás era la idea de tener finalmente un padre y una madre biológicos lo que empezaba a nublar su juicio.—Vamos —dijo Iván, acercándose a su lado.Ella lo miró de reojo, con desconfianza,
CAPÍTULO 38: MATRIMONIO INVALIDO. El silencio llenó la habitación. Fiódor la observó con expresión calmada, como si supiera que la pregunta llegaría, pero aún sopesaba la mejor manera de responder. Y cuando abrió la boca para hablar, la puerta de la sala se abrió de golpe, interrumpiéndolo. Lana giró la cabeza hacia el sonido, y su cuerpo se tensó al ver a un hombre entrar.Era un tipo de aspecto brutal, de presencia imponente y mirada fría. Tenía unos cincuenta años, con el cabello canoso, pero nada en su aspecto parecía envejecido. Su cuerpo denotaba fuerza, y el gran tatuaje oscuro que asomaba en su muñeca, visible incluso con el traje de tres piezas que llevaba, parecía una advertencia para cualquiera que osara enfrentarlo. Detrás de él apareció Iván, pero su figura, aunque igualmente intimidante, se desvanecía en comparación con la del hombre.—Fiódor —dijo el recién llegado con voz grave, dirigiéndose directamente al jefe—. Los Mozorotov no quieren pagar. Dicen que necesitan má
CAPÍTULO 39: ¿LA DEJO ENTRAR?Después de las palabras de Fiódor, Lana se enojó profundamente. Esa noche no cenó, y tampoco había desayunado esa mañana. Ahora, su padre estaba en su habitación, mirándola con preocupación. —Dochen’ka (hija), necesitas comer algo. Si no lo haces, te enfermarás. Por favor, no quiero que eso pase —dijo él, con una voz suave y dulce, casi suplicante. Svetlana se cruzó de brazos y evitó mirarlo. —Primero, esa comida es asquerosa. Y segundo, no puedo aceptar comida de un hombre que dice tan tranquilamente que va a matar a mi marido. La expresión de Fiódor cambió a una mezcla de sorpresa y desconcierto.—¿¿Asquerosa?? Dochen’ka, pero... si contraté a un chef solo para ti. ¡Es comida americana! —exclamó, sin ocultar su incredulidad. Lana hizo una mueca y suspiró rindiéndose un poco. —La verdad es que no me he estado sintiendo muy bien, debe ser por eso —dijo, como explicándose—. Pero igual, no voy a comer hasta que... De repente, la puerta s
CAPÍTULO 40: "LA ROSA NEGRA"El silencio en el estudio era cortante, tan afilado que cada respiración parecía un estruendo. Enzo permanecía de pie, inmóvil, con la mirada fija en la mujer que jamás pensó volver a ver. Greta estaba allí, tan real como sus recuerdos y, sin embargo, parecía una ilusión. Cassio, sentado en el sofá, tomaba un sorbo de su whisky con parsimonia, como si no notara la tensión que flotaba en el aire. Una sonrisa burlona se asomaba en sus labios, pero no dijo nada, porque conocía bien el mal carácter de su amigo. Por otro lado, Greta esbozó una sonrisa serena, aunque sus ojos estaban fijos en Enzo con determinación.Se aclaró la garganta y rompió el silencio.—¿Esa es la bienvenida que me das, Enzo? —dijo suavemente—. ¿Después de tanto tiempo no te alegras de verme?Él parpadeó, como si despertara de un trance. Su garganta se tensó al intentar responder, pero las palabras no salieron. En su pecho, el viejo eco de un sentimiento olvidado resonaba, aunque lo aplas