CAPITULO 97: SON VERDES, PRECIOSA.A la mañana siguiente, Svetlana estaba en la pequeña cocina del yate, preparando unos sándwiches. Masticaba la idea de que el chef había desaparecido misteriosamente al amanecer, y no podía evitar sospechar que Enzo tenía algo que ver con ello. Era muy típico de su esposo arreglar las cosas a su manera, y temía imaginar qué palabras había usado para que el pobre hombre se marchara tan apresuradamente.Mientras untaba mantequilla en el pan, levantó la vista hacia la ventana y lo vio. Enzo estaba sentado en una tumbona en la cubierta, sosteniendo a Matteo contra su pecho. Con una mano grande y protectora, acariciaba la cabecita de su hijo, que dormía plácidamente. Luego, se inclinó y le dio un beso, murmurando algo que no alcanzó a oír, pero que seguramente era una promesa de amor o protección.Svetlana sonrió, sintiendo cómo su pecho se llenaba de un calor reconfortante. Era un contraste ver a un hombre tan frío y calculador en sus negocios ser tan ti
CAPÍTULO 98: MATA A ESE INFELIZ.Iván había logrado salir del hospital con la ayuda de Madison. Ella lo guió por pasillos poco transitados y usó su credencial para sortear los controles. Él caminaba con dificultad, pero su determinación lo mantenía en pie. Cuando finalmente llegaron a la salida trasera, un coche esperaba para llevarlos lejos.Ahora estaban frente a una lujosa casa en los suburbios de Chicago.—Esta es mi casa —dijo ella, su voz traicionada por un ligero temblor—. Si lo que necesitas es un lugar para esconderte de la policía, servirá... por ahora.Él la miró en silencio, sus ojos fríos recorriendo cada detalle de la mujer frente a él. Madison tenía el cabello negro que caía en ondas naturales alrededor de sus hombros, y sus ojos verdes brillaban con una mezcla de dulzura y determinación. Había algo en ella que era suave y rudo al mismo tiempo, una contradicción que no pasaba desapercibida.—¿Y por qué crees que aquí no me buscarán? —preguntó él, con una voz cargada de
CAPITULO 99: TRAIGO UN MENSAJE.Una semana después, Iván se encontraba frente a la imponente mansión del abogado, un hombre que Madison había mencionado con desprecio y que, según sus palabras, merecía mucho más que justicia terrenal. Con pasos firmes, cruzó el jardín, esquivando las cámaras de seguridad con la precisión de alguien que había hecho esto muchas veces antes. El aire estaba cargado de una tensión que parecía adherirse a su piel.La puerta trasera cedió con facilidad gracias a sus herramientas, y pronto se encontró dentro, avanzando por los pasillos oscuros, guiado únicamente por la tenue luz que provenía del estudio del hombre. Sin embargo, un susurro infantil lo detuvo en seco.—¿Quién eres? —preguntó una vocecita detrás de él.Iván se giró lentamente, y sus ojos se encontraron con los de una niña de unos diez años. Su cabello castaño caía sobre sus hombros, y su mirada inocente lo perforó como una bala. Por un instante, el tiempo pareció detenerse. Una rabia visceral lo
CAPITULO 100: UNA VERDAD QUE DESTROZA.Lana estaba totalmente confundida, su mente era un torbellino de preguntas y emociones. —¿I-Ivan? —preguntó, con un tono tembloroso que traicionaba su creciente ansiedad—. ¿Por qué...? ¿Le pasó algo a mi padre? ¿Es eso? Dime, ¿mi padre está bien?Svetlana, desesperada, agarró a Madison por los hombros, buscando respuestas con una intensidad que hizo que la otra mujer se sintiera visiblemente incómoda.—Oye, oye, no sé de qué estás hablando —respondió Madison, tratando de mantener la calma mientras apartaba un poco las manos de Lana—. Solo... conozco a Ivan, ¿bueno? Y él me pidió que te dijera que necesita verte. Es urgente.El corazón de Lana comenzó a latir con fuerza, como si quisiera salir de su pecho. Su respiración se aceleró mientras trataba de procesar lo que acababa de escuchar.—¿Dónde está? —preguntó con un hilo de voz.Madison se humedeció los labios, claramente nerviosa. No estaba segura de si decirle sería lo correcto. Después de to
CAPITULO 101: RIO DE SANGRE.En la mansión Bianchi, Enzo se dejó caer pesadamente en el sofá de la sala. Cerró los ojos y exhaló un largo suspiro. Había lidiado con un problema esa mañana, algo relacionado con un cargamento que intentaron interceptar en el puerto. Por suerte, todo había salido según lo planeado. Los traidores fueron eliminados y el negocio estaba asegurado. Ahora estaba en casa, donde realmente quería estar, con su mujer y su hijo. Una sonrisa cruzó su rostro al pensar en ellos. Era su refugio en medio del caos.De pronto, los balbuceos suaves de Matteo lo sacaron de sus pensamientos. Abrió los ojos y vio a su pequeño en brazos de una de las sirvientas. Su corazón se llenó de ternura al verlo mover sus manitas, intentando alcanzar algo invisible en el aire.—Ven aquí, campeón —dijo con dulzura, extendiendo los brazos hacia su hijo.La sirvienta le entregó al bebé con cuidado, y Enzo lo sostuvo con firmeza pero con una suavidad que contrastaba con su naturaleza normal
CAPITULO 102: MI LEALTAD ESTÁ CONTIGO.En la casa de Madison, Ivan le entregó el vaso de agua a Svetlana con cuidado, pero sus manos temblaban ligeramente. Ella lo tomó, pero no bebió. Sus ojos estaban rojos, hinchados por el llanto, y su voz tembló cuando habló.—Algo... algo dentro de mí lo imaginaba. Él no había llamado, traté de comunicarme con él... —Svetlana levantó la mirada hacia Ivan, y sus ojos estaban llenos de dolor y confusión—. ¿Por qué no me dijiste nada, Ivan? ¿Por qué no le dijiste a Enzo? ¿Por qué lo atacaste? ¡¿Qué carajos pasa?! —Su voz se quebró al final, y dejo el vaso sobre la mesa incapaz de contener la impotencia.Ivan por su parte, apretó el vaso que sostenía, sus nudillos poniéndose blancos. Suspiró profundamente, como si estuviera buscando las palabras adecuadas, aunque sabía que ninguna sería suficiente.—Lana... cuando Enzo fue a buscar al Pahkán... yo no sabía la verdad.Ella frunció el ceño, su confusión creciendo con cada palabra.—¿Verdad? ¿De qué ver
CAPÍTULO 103: CARA A CARA.—Bueno, bueno… —dijo Enzo, con una sonrisa torcida que no alcanzaba sus ojos. Su voz era baja, casi un susurro, pero cargada de veneno—. Mira nada más lo que tenemos aquí. Mi esposa… y su amante. Qué escena tan conmovedora.—Enzo… —Svetlana se puso de pie y trató de acercarse a él—. ¡No es lo que piensas, Enzo! Déjame explicarte…Él levantó una mano, deteniéndola en seco.—¿Explicarme? —repitió, con una risa amarga que heló el aire—. ¿Qué vas a decirme, Svetlana? ¿Que dejaste a nuestro hijo para venir a reunirte con este infeliz? —Su mirada se deslizó hacia Iván, quien apretó los puños, pero no dijo nada todavía—. ¿Qué clase de madre hace algo así? ¿Qué clase de mujer?—¡No digas eso! —exclamó Svetlana, su voz quebrándose mientras intentaba mantener la calma—. ¡No tienes idea de lo que está pasando aquí!—¡No tengo idea! —Enzo estalló, su voz retumbando en la habitación y dio un paso hacia ella—. Lo único que sé es que llegué a casa, pregunté por ti y tú est
CAPITULO 104: MANUAL PARA ENTENDERME.El aire dentro del auto era denso, pesado. La carretera avanzaba sin que nadie se atreviera a romper el silencio, hasta que Lana no pudo más. Había algo que la estaba atormentando, y aunque sabía que no era el momento, lo soltó de todos modos.—¿Quién te dijo? —preguntó, la voz baja pero directa.Enzo apretó las manos sobre el volante, la mirada fija en la carretera, como si las respuestas pudieran estar allí, en algún punto del horizonte. Sin embargo, el silencio de él hizo que Lana se enfureciera aún más. Y su frustración comenzó a aumentar.—No te preocupes, no hace falta que me digas —añadió, con la voz cargada de enojo—. Estoy segura de que fue la infeliz de Greta, ¿verdad?El no dijo nada y siguió mirando hacia delante, apretando los dientes.—Maldita serpiente... ―gruño Lana por lo bajo.Cuando llegaron a casa, Svetlana salió del auto con la rapidez de un vendaval, apenas mirando a Enzo y dejándolo atrás. Llegó a su habitación y abrió la p