CAPÍTULO 17: UN MARIDO TERRITORIAL.A la mañana siguiente, cuando Lana despertó, Enzo ya no estaba. Se levantó con prisa, y los recuerdos de la noche anterior la atormentaron. Sus mejillas se calentaron al recordar; se llevó una mano a la cara y se reprochó:—¿Por qué fui tan fácil con él? No debí dejar que sucediera así.Quitó las manos y salió de la cama, solo para darse cuenta de que estaba desnuda y que le dolía todo el cuerpo. En efecto, Enzo había cumplido su palabra; no solo la había castigado, sino que la había tomado varias veces.—¡Imbécil! —murmuró al recordar la ferocidad de Enzo en la cama—. Pero... fue agradable, ¿no, Lana? —susurró seguidamente—. Tienes que aceptar que te gustó. Aunque sea un bastardo arrogante... sabe cómo tratar a una mujer.Sus labios se curvaron en una sonrisa tonta, que borró casi al instante.—¿Pero qué estás pensando, Lana? ¡No y no! No puedes desviarte de tu plan, ¿de acuerdo? Ya lo has logrado, el idiota está loco por ti, aunque sea un mandón.
CAPÍTULO 18: LA MUJER DE ENZO BIANCHI.En el auto, Lana no podía ocultar su incomodidad. Aunque hace un momento había desempeñado el papel de esposa sin esfuerzo, ahora, sola con Enzo, sentía que ese papel le resultaba imposible. Enzo, por su parte, la ignoraba ostensiblemente, mirando por la ventana, pero era plenamente consciente de cómo ella se movía inquieta en el asiento o jugaba con su bolso, ansiosa. Finalmente, él habló, su tono era entre divertido y frío. —Tranquila, gattina. No voy a hacerte nada... todavía. Lana tragó nerviosa, sus dedos se tensaron alrededor del bolso, pero rápidamente cambió su expresión, mostrando una aparente tranquilidad. —No tengo nada. No sé de qué viene eso. Enzo alzó los labios en una pequeña sonrisa, la clase de sonrisa que hacía que cualquiera dudara de sí mismo. —Eres mala para fingir, debes practicar más —se burló. Sus palabras la tensaron aún más. Lana miró hacia otro lado, su mente luchando contra las dudas. «¿Acaso... tiene idea de lo
CAPÍTULO 19: LA DECISIÓN ES DE MI ESPOSA.El auto se detuvo frente a la imponente finca. El aire frío de la tarde parecía anticipar lo que estaba por venir. Enzo descendió con calma y abrió la puerta para Svetlana, tendiéndole la mano con un gesto impecable. Ella le devolvió una sonrisa coqueta, como si todo a su alrededor estuviera bajo control. Apenas dieron unos pasos hacia la entrada de la gran casa, ambos se detuvieron. Ahí, bajo el pórtico de mármol, estaba Ricardo, el exnovio de Svetlana, esperándolos con los brazos cruzados y una expresión tensa.Svetlana sintió un nudo en el estómago. Su sorpresa inicial se transformó rápidamente en una mezcla de tensión y rabia contenida. No podía permitirse flaquear; al contrario, levantó el mentón con arrogancia y deslizó suavemente su brazo por la cintura de Enzo, quien la conducía con seguridad.Cuando llegaron a la entrada, Ricardo la fulminó con la mirada, su desprecio evidente. Pero Enzo no le dio tiempo de hablar. Su voz cortó el air
CAPÍTULO 20: LA LEY DE LA MAFIA.Enzo no se inmutó ante la acusación. Su rostro permaneció impasible, casi como si las palabras de Ricardo no lo hubieran alcanzado.―Solo estás haciendo el papel de imbécil, Ricardo. Tus juegos mentales no funcionan conmigo ―dijo Enzo con voz dura y controlada. Fijó sus ojos en Svetlana, y su expresión se suavizó levemente, pero sin perder su frialdad. ―No soy un santo, gattina. Pero incluso para mí hay líneas que no cruzo.Ricardo resopló y avanzó un paso hacia Enzo. Sus ojos chispeaban mientras escupía las palabras:—¿No cruzas, dices? Ella misma lo dijo, Enzo. Andrea me confesó, entre lágrimas, que tus hombres se la habían llevado. ¿O acaso me vas a decir que también fue un malentendido?Enzo apenas alzó una ceja, el gesto calculado de alguien acostumbrado a dominar cualquier situación. Metió las manos en los bolsillos con aire despreocupado, inclinando ligeramente la cabeza hacia un lado.—Planeaba asustarla, eso no lo voy a negar. Es más, llegué a
CAPÍTULO 21: CATA DE UVAS. Esa mañana, Lana se había levantado temprano, disfrutando del aire fresco que envolvía la finca de Enzo. Decidió dar un paseo por los viñedos. Si iba a estar allí un tiempo, no se quedaría como una ostra aburrida. Incluso consideró pedirle algún trabajo para mantenerse ocupada.Mientras caminaba entre las vides, un hombre corpulento, de manos curtidas, podaba una de las plantas con cuidado. Lana se acercó con curiosidad.—¿Qué tipo de uvas son estas? —preguntó, inclinándose ligeramente hacia las hojas.El hombre levantó la vista, sorprendido por su presencia, pero luego sonrió amablemente.—Son uvas Nebbiolo —respondió—. Las usamos para hacer un vino que tiene bastante carácter. Si quiere, puedo traerle una copa del vino de la última cosecha.Lana dudó un momento, pero la idea le resultó tentadora.—Claro, me gustaría probarlo.El hombre se alejó unos minutos y regresó con una copa llena de un líquido rojizo, brillante y aromático. Lana tomó la copa y la ob
CAPÍTULO 22: SU LUGAR. Enzo revisaba los balances de los clubes en silencio, concentrado en los números, cuando la puerta se abrió de golpe. Levantó la mirada, pero su semblante no cambió al reconocer a Malena.—Enzo —dijo la mujer acercándose con una sonrisa—, llegué tan pronto como pude.Él la miró durante un instante sin prisa, luego dejó los papeles sobre el escritorio y se recostó en su silla, cruzando las manos sobre su abdomen.—Revisa la despensa. Haz una lista de lo que haga falta y encárgate de traerlo mañana —respondió; su tono era seco, carente de cualquier emoción.Malena se tensó por un momento, pero no dijo nada. Sin embargo, la sorpresa brillaba en su mirada; ese era un Enzo distinto al que conocía. Hasta hacía un mes, habían sido amantes. Ella había ocupado su cama incontables veces, creyendo que tenía un lugar privilegiado en su vida.«¿Es por esa mujer? ¿Por la que ahora es su esposa?», pensó con rabia contenida. Su pecho vibró con el ardor de los celos, pero rápid
CAPÍTULO 23: MANTENERTE SATISFECHO.—Ni lo pienses, Lana. Si te atreves a buscar a otro, lo mato. Y te aseguro que lo haré frente a ti, para que entiendas lo que pasa cuando juegas conmigo.La amenaza era directa, casi cruel, pero la voz de Enzo tenía un filo seductor que la estremeció. Sin embargo, Lana se plantó frente a él, negándose a ceder terreno.—¿Y qué harás después? ¿Seguirás buscando a otras para compensar? Porque no pienso quedarme sentada mientras me humillas otra vez.Enzo inclinó la cabeza hacia ella, aspirando su olor con los ojos cerrados, como si quisiera grabar su esencia en su memoria. Cuando volvió a abrirlos, su mirada estaba cargada de un deseo voraz que apenas podía contener.—No te equivoques, amore mio. No hay nadie más porque no necesito a nadie más. Pero si quieres amenazarme con otros hombres, solo recuerda que yo no comparto. Si alguien se atreve siquiera a mirarte como yo lo hago, lo destruiré, ¿entendiste?El tono dominante de Enzo subió a Lana y, al mis
CAPÍTULO 24: TODO TIENE UN PRECIO. Los empleados estaban formados frente a Svetlana, atentos a cada palabra que salía de sus labios. —Asegúrense de que el ala este esté lista antes del mediodía. Quiero que los arreglos florales estén frescos y, por favor, revisen que la plata esté impecable. Además, necesito que el salón principal quede despejado. María, ¿puedes encargarte de supervisar la limpieza? María asintió rápidamente. —Por supuesto, señora. Svetlana esbozó una pequeña sonrisa. —Gracias, ya pueden volver a sus labores. Los empleados se retiraron con diligencia. Justo cuando ella alzó la mirada, lo vio. Enzo estaba recostado contra uno de los pilares del salón, con una expresión entre divertida y cautivadora. Tenía esa sonrisa suya, medio arrogante, medio encantadora, que siempre lograba ponerla nerviosa. Ella sintió el calor subiéndole a las mejillas. —¿Cuánto tiempo llevas ahí? —preguntó, tratando de sonar serena. Enzo se separó del pilar y caminó hacia ella, y cuando