— El beta Igori y la delta Julieta, de quedaron sorprendidos al ver qué su Alfa, el indiferente y anti sentimental, Alexander, no soportó ver cómo su luna le sonreía a su hermano, se había estado deteniendo pero cuando vió el adorable puchero que la doctora le hizo a André, sus sentidos se descontrolaron, los enormes celos y la rabia de ver a la mujer coqueteando con otro lobo, desquiciaron— Temperace llegó a una parte dónde no había quien la molestara, se quedó unos momentos ahí para desahogarse y calmarse, no podía darse el lujo de dejar que sus emociones la dominaran, había demasiado que hacer con los cachorros— La mayoría de los padres de los pequeños cachorros, estaban muertos o demasiado heridos, así que debían darle seguimiento y cuidados ellos mismos y eso era agotador— El Alfa había regresado al comedor, su hermano André, todavía seguía ahí, estaba por acabar de comer cuando lo vió venir— ¿Me puedes explicar que diablos estás haciendo, André? ¿por qué estás tan cerca de m
El silencio y la respiración caliente del hombre lobo que me tenía acorralada en esa pared, me tenían latiendo el corazón a mil por hora, no comprendía la forma en la que la peligrosa bestia se adueñaba de las personas... bueno, de los lobos que ahí vivían y ahora de mí— ¡No! ¡me rehúso a qué te adueñes de mí, no vas a tener mi voluntad a tus pies, primero muerta que ser tu prisionera de nuevo! — La mirada gris intenso y la mirada azul gélida, se cruzaron y se desafiaron, el lobo era tan imponente que hacía temblar a Temperace, pero no iba a rendirse tan fácilmente— Temperace, no supo de dónde sacó el valor para gritarle a la cara al enfadado lobo, pero todavía tenía mucho por vivir, no podía marchitarse encerrada por él— Sí que tienes agallas, ¿te atreves a enfrentarme y llevarme la contra, mujer? — el Alfa respiraba agitado por la molestía — Solo estoy defendiendo mi vida, todavía no encuentro a mi amor verdadero, no me e casado ni tampoco he tenido hijos, tengo toda una vida por
La temperatura bajó un poco en la zona de cuidados para cachorros, los doctores no querían mover ni una pezuña, no eran tontos, se habían dado cuenta que los hermanos Alfa, estaba tratando de tener atenciones con la doctora Rodríguez, pero que el Alfa rey, había ganado está vez— Vamos, doctora — el Alfa Alexander, tomó del brazo a la doctora para sacarla del lugar, el Alfa André, solo los observó irse, no podía oponerse, era la luna de su hermano, el tenía todo el derecho a llevársela, pero... eso le sabía mal, no podía evitarlo aunque quisiera, estaba jodido, muy jodido— El beta Igori, que se encontraba dando unas instrucciones a unos centinelas, vió a lo lejos a su Alfa, dirigirse recién bañado a la zona de cuidados de cachorros, el sabía que en ese lugar se encontraba la doctora Rodríguez, se preguntaba que pretendía hacer Alexander, está vez— ¡Oye... sueltame! no dije que si iría contigo, ya tenía una invitación a cenar, ¿qué no tienes modales? ¡llegaste tarde con tu invitación
El grito del Alfa no pasó desapercibido, pero los lobos pensaron que le estaba llamando la atención por algo referente a los centinelas, más fuera lo que fuera, no querían estar en su lugar, su Alfa era muy cruel a la hora de imponer castigos — ¡¿Cómo te atreves a hablarme así, Igori?! ¿quieres que te envié a la Antártida a cuidar de la manada de osos polares? todos los días me escriben pidiendo centinelas — No, no, no quiero ir a la Antártida, aquí estoy bien, pero es qué... ¿cómo se te ocurre decirle eso a tu luna? le puedes afectar en la autoestima, ¡ahora va a pensar que no te gusta y de va a alejar de ti!— Pues eso sería lo mejor, así no va a pasar nada entre nosotros, ella se irá de la manada luz de luna para siempre y los dos haremos como si esto nunca pasó — el Alfa, no pensó en todas las consecuencias que sus palabras traerían— Yo no estaría tan seguro, puede ser que las cosas resulten cómo lo estás diciendo, pero... también pueden tomar otro rumbo, no me creas mucho, no t
La temperatura estaba bajo cero en la manada que estaba rodeada de espeso bosque, el frío era implacable, pero la temperatura corporal alta de los lobos, les ayudaba a que no les afectará el inclemente clima, era solo por qué eran lobos que podían vivir ahí, para los humanos les resultaría imposible— El Alfa Alexander, salió en busca de sus centinelas y su hermano, para que lo llevarán al lugar donde tenían a los enemigos capturados, para nada se le había olvidado que esos malnacidos habían dañado a su manada de la forma más cobarde, habían matado incluso a cachorros y otros los habían dejado muy mal heridos— Apenas llegaron a los calabozos que tenían bajó la nieve, los tres lobos capturados de la manada Black Moon, se mostraron altivos ante el actual rey de las manadas, el corazón de esos lobos estaba envenenado, su maldad hacía mucho daño al mundo— El Alfa Alexander, los observaba detenidamente — ¿qué hacían merodeando mi territorio? — preguntó sin muchos preámbulo, si no fuera p
La noche fría y para los centinelas enemigos sangrienta, pasó lentamente, el sol parecía no querer despertar, la mayoría de la manada tuvo un buen descanso, los cachorritos de habían portado bien y no habían dado muchas molestias a los cansados médicos y enfermeras— El Alfa Alexander, se encontraba en el comedor desayunando junto a su beta Igori y su Delta Julieta, su humor estaba de perros, había pasado una terrible noche, tener en brazos a su luna casi desnuda y no poder hacerle el amor, era la mayor tortura que un Alfa podía recibir — Alfa, te levantaste muy temprano hoy, pensamos que despertarás más tarde, cómo tú luna y tú durmieron juntos — comentó la hermosa delta juliana, la loba peliroja, llevaba al lado de Alexander, doscientos años, era de su total confianza y muy eficiente en sus obligaciones, en muchas ocasiones, mucho mejor que los deltas machos— Durmió ella, por qué lo que es yo, fuí torturado hasta el hartazgo por el cuerpo de esa humana, es... ¡es un demonio! — dij
Era difícil para el Alfa Alexander, controlarse para no saltarle encima a su hermano mayor, si no a sido por qué se criaron juntos y por el gran cariño que le tenía, definitivamente lo habría matado por obligarlo a confesarle a la frágil humana que era su pareja destinada— ¡Aún así, André, no tenías derecho a decidir si era momento o no para decirle esa verdad tan dura para ella, es una humana, no conoce nuestras costumbres! para alguien como ella es mundo aterrador, ¡no tienes idea de lo asustada que a estado pensando que nos la podemos comer o asesinar! — el Alfa se movía en el mismo lugar pasándose la mano por su largo cabello, en señal de desesperación y angustia— ¡Lo a pasado así por ti culpa, tu pusiste decirle la verdad por dura que fuera! ¡pudiste protegerla bajó tu regazo y darle la calma que necesitaba, solo bastaban unas palabras tuyas para que ella se dejará de sentir aterrada por las bestias que somos! ¡pero elegiste torturarla y castigarla por qué es una humana, pagaste
El antiguo beta Donaji, estaba demasiado impresionado con lo que tenía frente a él, la viva imagen de su Alfa Theodor, su hijo Alexander Ivanov— Alfa, disculpe la confusión, han pasado mil años ya desde la última vez que vi a mi Alfa Theodor y por un momento... pensé qué... seguía vivo, pero después de ese cruel ataque, eso sería imposible— Entonces, ¿tú fuiste el beta de... mi padre? ¿cómo puedes estar tan seguro que yo soy el hijo del rey Theodor? podría ser cualquier otro Alfa — Alexander no creí todavía que él fuera ese hijo del que el antiguo lobo hablaba— Eso es muy sencillo de probar — los lobos que se encontraban en el comedor, se interesaron en escuchar lo que el lobo recién llegado iba a decir— Dices que es sencillo ¿dime cómo? ¿qué es sencillo para ti? — preguntó Alexander — Quítate la camisa, tu padre nació con un lobo negro de ojos azules dibujado en la espalda, esa es la marca de nacimiento de los Alfas Ivanov, si eres su hijo, tu también debes tenerlo — El Alfa Ale