La tan ansiada libertad se sentía como volver a la vida, estar aterrada todo el día pensando que en cualquier momento puedes ser devorada o asesinada por un lobo es algo muy difícil de soportar— Puede irse, doctora Rodríguez, el Alfa Ivanov, a ordenado que la dejemos en libertad, le deseo que tenga una buena vida — volvió a decir el beta Igori— Temperace, sintió una profunda alegría en su corazón, el hombre lobo salvaje, no se encontraba por ninguna parte, eso lo hacía más real, debería apurarse entonces, salir de ahí de prisa, pero... la forma en la que los lobos de apresuraban a ofrecerse para ayudar, muy lentamente subió a la habitación a ponerse los zapatos, se iría de ahí de inmediato— Horas más tarde, el beta Igori e su forma de lobo, llegaba a la pequeña manada Luz de luna de nuevo, el Alfa Alexander lo apreciaba a la distancia, pero había alguien en su lomo, su beta no venía solo— Un largo cabello oscuro ondeaba precioso con el viento, el hermoso cuerpo de la mujer, se moví
— Aunque nuestras miradas se cruzaron, la frialdad de ese hombre lobo, era gigantesca, creo que nunca voy a lograr comprender la naturaleza de estas criaturas tan sanguinarias y salvajesAhora comprendo por qué me dejó en libertad por fin, su pareja está de vuelta y a ninguna mujer le gustaría que su novio, esposo, o lo que sea, durmiera en la misma cama junto a otra chica, pero que cara dura es ese tipo, tal vez no debí venir aquí, pero... no me arrepiento por qué pude ser de ayuda, eso sí, apenas esté estabilizado todo, me iré y trataré de borrar estos días de mi vida para siempre— ¿Doctora Rodríguez? esta usted muy distraída — el Alfa André, sonreía mientras llamaba a Temperace— Disculpe, estaba perdida en mis pensamientos, — respondió la bella doctora, un poco apenada— Sé que lo que a visto hoy, es por mucho el escenario más horrible con el que se a encontrado, lamento eso, pero como gobernador de la manada Luz de luna, le agradezco infinitamente su ayuda con los cachorritos, el
— El beta Igori y la delta Julieta, de quedaron sorprendidos al ver qué su Alfa, el indiferente y anti sentimental, Alexander, no soportó ver cómo su luna le sonreía a su hermano, se había estado deteniendo pero cuando vió el adorable puchero que la doctora le hizo a André, sus sentidos se descontrolaron, los enormes celos y la rabia de ver a la mujer coqueteando con otro lobo, desquiciaron— Temperace llegó a una parte dónde no había quien la molestara, se quedó unos momentos ahí para desahogarse y calmarse, no podía darse el lujo de dejar que sus emociones la dominaran, había demasiado que hacer con los cachorros— La mayoría de los padres de los pequeños cachorros, estaban muertos o demasiado heridos, así que debían darle seguimiento y cuidados ellos mismos y eso era agotador— El Alfa había regresado al comedor, su hermano André, todavía seguía ahí, estaba por acabar de comer cuando lo vió venir— ¿Me puedes explicar que diablos estás haciendo, André? ¿por qué estás tan cerca de m
El silencio y la respiración caliente del hombre lobo que me tenía acorralada en esa pared, me tenían latiendo el corazón a mil por hora, no comprendía la forma en la que la peligrosa bestia se adueñaba de las personas... bueno, de los lobos que ahí vivían y ahora de mí— ¡No! ¡me rehúso a qué te adueñes de mí, no vas a tener mi voluntad a tus pies, primero muerta que ser tu prisionera de nuevo! — La mirada gris intenso y la mirada azul gélida, se cruzaron y se desafiaron, el lobo era tan imponente que hacía temblar a Temperace, pero no iba a rendirse tan fácilmente— Temperace, no supo de dónde sacó el valor para gritarle a la cara al enfadado lobo, pero todavía tenía mucho por vivir, no podía marchitarse encerrada por él— Sí que tienes agallas, ¿te atreves a enfrentarme y llevarme la contra, mujer? — el Alfa respiraba agitado por la molestía — Solo estoy defendiendo mi vida, todavía no encuentro a mi amor verdadero, no me e casado ni tampoco he tenido hijos, tengo toda una vida por
La temperatura bajó un poco en la zona de cuidados para cachorros, los doctores no querían mover ni una pezuña, no eran tontos, se habían dado cuenta que los hermanos Alfa, estaba tratando de tener atenciones con la doctora Rodríguez, pero que el Alfa rey, había ganado está vez— Vamos, doctora — el Alfa Alexander, tomó del brazo a la doctora para sacarla del lugar, el Alfa André, solo los observó irse, no podía oponerse, era la luna de su hermano, el tenía todo el derecho a llevársela, pero... eso le sabía mal, no podía evitarlo aunque quisiera, estaba jodido, muy jodido— El beta Igori, que se encontraba dando unas instrucciones a unos centinelas, vió a lo lejos a su Alfa, dirigirse recién bañado a la zona de cuidados de cachorros, el sabía que en ese lugar se encontraba la doctora Rodríguez, se preguntaba que pretendía hacer Alexander, está vez— ¡Oye... sueltame! no dije que si iría contigo, ya tenía una invitación a cenar, ¿qué no tienes modales? ¡llegaste tarde con tu invitación
El grito del Alfa no pasó desapercibido, pero los lobos pensaron que le estaba llamando la atención por algo referente a los centinelas, más fuera lo que fuera, no querían estar en su lugar, su Alfa era muy cruel a la hora de imponer castigos — ¡¿Cómo te atreves a hablarme así, Igori?! ¿quieres que te envié a la Antártida a cuidar de la manada de osos polares? todos los días me escriben pidiendo centinelas — No, no, no quiero ir a la Antártida, aquí estoy bien, pero es qué... ¿cómo se te ocurre decirle eso a tu luna? le puedes afectar en la autoestima, ¡ahora va a pensar que no te gusta y de va a alejar de ti!— Pues eso sería lo mejor, así no va a pasar nada entre nosotros, ella se irá de la manada luz de luna para siempre y los dos haremos como si esto nunca pasó — el Alfa, no pensó en todas las consecuencias que sus palabras traerían— Yo no estaría tan seguro, puede ser que las cosas resulten cómo lo estás diciendo, pero... también pueden tomar otro rumbo, no me creas mucho, no t
La temperatura estaba bajo cero en la manada que estaba rodeada de espeso bosque, el frío era implacable, pero la temperatura corporal alta de los lobos, les ayudaba a que no les afectará el inclemente clima, era solo por qué eran lobos que podían vivir ahí, para los humanos les resultaría imposible— El Alfa Alexander, salió en busca de sus centinelas y su hermano, para que lo llevarán al lugar donde tenían a los enemigos capturados, para nada se le había olvidado que esos malnacidos habían dañado a su manada de la forma más cobarde, habían matado incluso a cachorros y otros los habían dejado muy mal heridos— Apenas llegaron a los calabozos que tenían bajó la nieve, los tres lobos capturados de la manada Black Moon, se mostraron altivos ante el actual rey de las manadas, el corazón de esos lobos estaba envenenado, su maldad hacía mucho daño al mundo— El Alfa Alexander, los observaba detenidamente — ¿qué hacían merodeando mi territorio? — preguntó sin muchos preámbulo, si no fuera p
La noche fría y para los centinelas enemigos sangrienta, pasó lentamente, el sol parecía no querer despertar, la mayoría de la manada tuvo un buen descanso, los cachorritos de habían portado bien y no habían dado muchas molestias a los cansados médicos y enfermeras— El Alfa Alexander, se encontraba en el comedor desayunando junto a su beta Igori y su Delta Julieta, su humor estaba de perros, había pasado una terrible noche, tener en brazos a su luna casi desnuda y no poder hacerle el amor, era la mayor tortura que un Alfa podía recibir — Alfa, te levantaste muy temprano hoy, pensamos que despertarás más tarde, cómo tú luna y tú durmieron juntos — comentó la hermosa delta juliana, la loba peliroja, llevaba al lado de Alexander, doscientos años, era de su total confianza y muy eficiente en sus obligaciones, en muchas ocasiones, mucho mejor que los deltas machos— Durmió ella, por qué lo que es yo, fuí torturado hasta el hartazgo por el cuerpo de esa humana, es... ¡es un demonio! — dij