La noche estaba oscura y fresca, los intentos de Temperace, para convencer al imponente lobo de dejarla marcharse, no habían dado buenos resultados, necesitaba pensar como escapar de la enorme mansión, si terminaba por ser comida o asesinada por lo menos iba a luchar por su vida primero — El Alfa entró sonriendo con malicia al cuarto de baño, por alguna razón, le había gustado que la mujer humana, se fijara en su virilidad, eso inflaba su ego de macho Alfa, a ella le gustó lo que vió— Bajo la regadera, Alexander recordaba a su luna de pié en la bañera, sus redondos senos, sus rozados pezones, la curva de su estrecha cintura pero sobre todo ese tesoro que tenía entre sus largas y bien formadas piernas, lo hacían querer probar sus encantos— ¿Qué estás pensando, Alexander? ¡tú no debes desear a esa mujer, ella no es una luna apropiada para ti, es débil, una simple humana sin poderes ni fuerza, no resistiría con vida en el bosque ni por un día, no es más que un estorbo para ti! — el Al
La decisión en el bello rostro de la doctora, puso en duda a la mucama, la luna estaba furiosa por qué la elección del Alfa, con respecto a su ropa interior no era la adecuada para ella— ¡Quiero ver al hombre-lobo, llévame con él! — exigió Temperace, la doctora tenía su carácter, no era tan fácil de gobernar— Nuestro Alfa se encuentra trabajando en su despacho — indicó la mucama — Temperace, salió de la habitación con la diminuta ropa interior entre las manos, estaba muy cabreada con el peligroso hombre que no midió las consecuencias, entró de golpe al despacho dónde Alexander e Igori, revisaban unos documentos y le aventó las prendas en la cara al Alfa— ¿Qué demonios significa ésto, hombre lobo? ¿acaso me viste cara de desnudista? — la doctora estaba ahí parada con los puños apretados muy molesta— Las prendas quedaron esparcidas por todo el escritorios y en los atractivos rostros del Alfa y el beta, los colores rojos, negros y rosa, resaltaban— ¿Qué? ropa interior comestible —
El tiempo pareció detenerse, la escena era de lo más cómica, pero a la vez era de lo más grave, las lunas eran sagradas e intocables, pero nadie en la manada sabía que el Alfa ya había encontrado a su mate, solo Igor, el leal beta y los más allegados al Alfa— Temperace, permanecia de pie con la intención de bajar las escaleras y salir corriendo hasta que ya no pudiera mover sus piernas, los jóvenes Alfas, la miraban, era imposible no hacerlo, ella era tan hermosa, todos los ellos estaban solteros, eso era mucho peor, su instinto por encontrar a su compañera y aparearse estaba creciendo en su interior— Solamente, Igori, permanecia calmado, era un lobo de más de quinientos años, se sabía controlar perfectamente, además que no se le ocurriría la estúpida idea de fijarse en su luna, su Alfa, lo asesinarla sin dudarlo— ¡¡Si la siguen mirando les voy a sacar los ojos!!— Los apuestos lobos se estremecieron al escuchar rugir a su Alfa, su naturaleza los obligaba a obedecer a su rey, pero
— Cómo enfrentar el sentimiento de los celos, ese que te quema la piel, experimentar la posesividad de que ese alguien no se visto ni tocado por nadie más que no seas tú— Ese sentimiento era el que el Alfa Alexander, no había conocido jamás hasta ese día — el lobo quizo entrar a reclamar, a castigar o a lo que sea que pudiera, a Temperace, pero ella había puesto el seguro a la puerta — ¡Ábreme, mujer, ¿por qué le pones seguro a mi m*****a puerta? ¡esa es mi jodida habitación! si no me abres voy a derribar la puerta, ¡te lo advierto!— Temperace, estaba demasiado asustada, quería poder esconderse donde no la encontrará pero ¿dónde? tampoco quería abrirle y enfrentarlo, tenía que le hiciera daño, lo único que pudo hacer es subir a la cama y ponerse a llorar en un rincón— Alexander, dejala un momento, está asustada, no puedes torturarla así, ella es tu luna y lejos de que busques como ganarte su corazón, la estás alejando cada vez más, ¡por la diosa luna, la doctora te tiene miedo! ell
El beta Igori, rodó los ojos, su Alfa era más testarudo que ningún otro lobo que hubiera conocido en todos sus más de quinientos años, no quería aceptar a su luna, pero en el fondo tampoco quería que se marchara de su lado, debería ponerse de acuerdo — pensaba el fiel beta— ¡¿De lado de quién estás, lobo traidor?! — el Alfa, rugió enfadado, no entendía por qué su beta sentía tanta simpatía por su luna, Igori, era un lobo muy despiadado— Tuya por supuesto Alfa, sabes que estoy de tu lado, pero no estoy de acuerdo en que rechaces a tu luna y que la quieras alejar de ti..— ¡Alfa! ¡beta Igori! — llegaba uno de los centinelas, gritando muy alterado— ¿Qué sucede, Necolie? ¿por qué llegas gritando así? — preguntó el beta, el Alfa aunque callado, estaba muy pendiente a lo que diría— Han atacado la manada luz de luna, la manada Black Moon, hay muchos lobos heridos, incluso cachorros, esos desgraciados no tuvieron piedad, eran medio centenar de lobos los que llegaron con su Alfa, quieren q
La tan ansiada libertad se sentía como volver a la vida, estar aterrada todo el día pensando que en cualquier momento puedes ser devorada o asesinada por un lobo es algo muy difícil de soportar— Puede irse, doctora Rodríguez, el Alfa Ivanov, a ordenado que la dejemos en libertad, le deseo que tenga una buena vida — volvió a decir el beta Igori— Temperace, sintió una profunda alegría en su corazón, el hombre lobo salvaje, no se encontraba por ninguna parte, eso lo hacía más real, debería apurarse entonces, salir de ahí de prisa, pero... la forma en la que los lobos de apresuraban a ofrecerse para ayudar, muy lentamente subió a la habitación a ponerse los zapatos, se iría de ahí de inmediato— Horas más tarde, el beta Igori e su forma de lobo, llegaba a la pequeña manada Luz de luna de nuevo, el Alfa Alexander lo apreciaba a la distancia, pero había alguien en su lomo, su beta no venía solo— Un largo cabello oscuro ondeaba precioso con el viento, el hermoso cuerpo de la mujer, se moví
— Aunque nuestras miradas se cruzaron, la frialdad de ese hombre lobo, era gigantesca, creo que nunca voy a lograr comprender la naturaleza de estas criaturas tan sanguinarias y salvajesAhora comprendo por qué me dejó en libertad por fin, su pareja está de vuelta y a ninguna mujer le gustaría que su novio, esposo, o lo que sea, durmiera en la misma cama junto a otra chica, pero que cara dura es ese tipo, tal vez no debí venir aquí, pero... no me arrepiento por qué pude ser de ayuda, eso sí, apenas esté estabilizado todo, me iré y trataré de borrar estos días de mi vida para siempre— ¿Doctora Rodríguez? esta usted muy distraída — el Alfa André, sonreía mientras llamaba a Temperace— Disculpe, estaba perdida en mis pensamientos, — respondió la bella doctora, un poco apenada— Sé que lo que a visto hoy, es por mucho el escenario más horrible con el que se a encontrado, lamento eso, pero como gobernador de la manada Luz de luna, le agradezco infinitamente su ayuda con los cachorritos, el
— El beta Igori y la delta Julieta, de quedaron sorprendidos al ver qué su Alfa, el indiferente y anti sentimental, Alexander, no soportó ver cómo su luna le sonreía a su hermano, se había estado deteniendo pero cuando vió el adorable puchero que la doctora le hizo a André, sus sentidos se descontrolaron, los enormes celos y la rabia de ver a la mujer coqueteando con otro lobo, desquiciaron— Temperace llegó a una parte dónde no había quien la molestara, se quedó unos momentos ahí para desahogarse y calmarse, no podía darse el lujo de dejar que sus emociones la dominaran, había demasiado que hacer con los cachorros— La mayoría de los padres de los pequeños cachorros, estaban muertos o demasiado heridos, así que debían darle seguimiento y cuidados ellos mismos y eso era agotador— El Alfa había regresado al comedor, su hermano André, todavía seguía ahí, estaba por acabar de comer cuando lo vió venir— ¿Me puedes explicar que diablos estás haciendo, André? ¿por qué estás tan cerca de m