Ahora si nadie te salva

Ada se esforzó por romper el vidrio, este solo se estillo, más no se destrozó como ella lo esperaba. El humo empieza a hacer estragos dentro del despacho, dificultando un poco la visión, haciéndola sentir más desesperada. Al mirar al cabecilla que está muy mal corre hacia él y lo ayuda a acercarse hacia la ventana, para que esté cerca de ella, pero el pobre abuelo Grey ya no puede casi ni respirar.

—debes ser fuerte por favor— le suplica y vuelve a mirar a su alrededor para ver qué más puede lanzar a la ventana, al ver el bastón del abuelo Grey, inmediatamente agarra el impulso de empezar a golpear el vidrio con todas sus fuerzas —¡Dios, ayúdanos por favor! — súplica mientras lágrimas se deslizan por sus mejillas y luego es ella la que empieza toser. —¡Termina de romperse!— grito con dificultad y nada, es como si su destino sea morir bajo las llamas.

Los dos hombres que ingresaron a la mansión, escuchan el grito de Ada, pero lastimosamente no hay paso porque la sala está en llama
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