Ni Doménico o Rosse podían creer lo que estaba pasado, especialmente él, Dalia montes aquella mujer que había ingreso a su vida solo para traerle desgracias y enigmas sin resolver, aquella mujer que quiso creer a todo el mundo que su única intención era estar cerca de su sobrino adorado, aquella que con la carita de mujer sufrida, de hermana abnegada se había ido a la basura, ya la máscara haba caído, se mostró tal cual, desesperada, gritando mil y un improperios contra el mundo, Dalila ya no tenía por qué seguir con el teatro ya todo se había ido a la basura desde el momento en que Rosse regresó, gracia a ella es que su plan perfecto, se terminó por caer por lo cual no debía seguir fingiendo quien de verdad no era.—¡Maldita sea tu apellido Barbieri, maldito seas tú! Y esa maldita de ahí, no mereces llevar la sangre de mi querido Sandro, eres más que un estorbo debiste morir, mi terroncito de azúcar no debió tener piedad de ti el día que te secuestro, debiste morir en la embarcació
—Perdóname Doménico, mi maldito apellido daño tu vida de una manera que no deberías perdonar nunca, no merezco tu amor o el de Fernando, tenemos la sangre maldita, mis padres, Elena, mi apellido está maldito debería estar lejos de tu vida para no seguir haciéndote daño. —Con los ojos llenos de lágrimas y ese nudo en la garganta que le provocada saber que por su sangre corría la misma sangre maldita que aquel ser salido del infierno.—Nada de alejarte de mi lado, junto con mis hijos eres lo mejor que me puede pasar, no me importa hermana de quien seas o el apellido que tengas, aquí nadie es culpable de lo que hacen los que comparte tu sangre, tú no tienes la culpa lo que hizo ese malnacido y su odio hacia mi—¡No hables así de él, mi Sandro no es un malnacido, eres un demonio que habla así de él! — Sus ojos destilaban odio, rabia e incredulidad por lo escuchado, su dañada mente junto con su extraña obsesión por alguien que no veía hacía mucho tiempo la cegaban y volvían loca.—Llévatel
—Nanita hermosa — Fue lo primeo que salió de su boca cuando la vio parada frente a sus ojos, tan llena de vida como la recordaba, con algunas huellas de la vida o el cabello algo más blanco, pero era su nanita hermosa, a quien ella consideraba su madre también.—Mi niña estás tan linda, rogué tanto a la virgen por este momento, además mírate hasta con tu bebé — Mientras acariciaba su rostro, era tantos los sentimientos que le embargaban, tantas noches queriendo volver a verla y hoy la tenía, después de tanto verla sufrir, estaba casi segura que su felicidad estaba cerca.—Tome asiento, amor te dejo sola voy a ver a Fernando y sus amigos, está en su casa nana Martina — Doménico las dejo sola, estaba feliz porque su esposa era feliz, habían pasado días desde que se enteraron de la muerte de doña Fiori y ya con un poco de calma en su vida, era hora de darle la felicidad que necesitaba y sabía que doña Tina era como una madre para ella.…—Doménico ¿Rosse? — Era Natalia que batallaba pa
—Hola, mi nombre es Charlotee, tal vez es un atrevimiento de mi parte llegar si haberte dicho nada, hable con mi madre y me hizo dar cuenta que era lo correcto además que — Frente a ella pudo ver a una mujer que bordeaba los cuarenta años aproximadamente, de cabello castaño y piel clara, se notaba nerviosa y Rosse seguía sin entender por qué tanto misterio, además de admitir que se parecía mucho a su nana Tina no por algo era su hija—He visto fotografías tuyas antes, tengo una duda ¿Esa muchachita con quien viniste es tu hija? — No podía seguir con la curiosidad, es que algo dentro de ella se encendió en cuanto la vio, como si algo en ella le dijera que había algo más.—Así es, aunque también deberías saber que ella no solo es mi hija, comparte la sangre contigo porque es tu sobrina — Aunque tenía algo tipo de presentimiento en su interior, nada la preparaba para una noticia como aquella, tanto el impacto que Doménico tuvo que sostenerla y ayudarla a sentar para que se pueda calmar
—Mamá, entonces tengo tía, abuela, a Jack también le puedo decir tío ¿Cierto? — Mientras lo ayudaba a cambiarse para la fiesta de bienvenida para el bebé de Martín y Apolinaria, la sonrisa de su niño era con aquello que había logrado sobrevivir en su mente en aquel infierno que vivió gracias a la sangre de su sangre.—Habrá que preguntarle, hoy vendrá con su novia mi amiga Melodi ¿La recuerdas? — Hacía una semana que le habían confirmado la noticia, pero la que no estaba muy de acuerdo era Charlotte la madre de Jack, no veía con buenos ojos, pues pensaba que ella solo buscaba pasar de refugiada a residente con el noviazgo de su hijo, no la creía la mujer para su hijo además que sabía muy bien su pasado, pero desconocía el trasfondo de aquel empleo tan cuestionado.—Ah si la recuerdo, la que habla chistoso y me dice… como era mami.—Guambrillo, así hablan en la selva del Perú hijo, recuerdas que vimos unos documentales sobre ellos, vamos que estás más guapo que nunca, solo no te ensuci
Algo alejado de ellas, estaba Jack, quien se sentía nervioso, no era una tarde cualquiera, había tomado una decisión oponga quien se oponga, no supo cómo o en qué momento exacto, pero esa charapita como él le decía se había metido en sus venas, en todo su sistema, lo había vuelto loco al punto de no ver su vida lejos de ella, de una manera loca e inverosímil la necesitaba, su sonrisa, aquella chispa que le sacaba carcajadas, aquella mirada tierna, aquella paciencia y resistencia, había descubierto en Melodi una mujer inigualable, con una belleza exótica y una manera de ser diferente al resto,, al final de eso se trata el amor de que aquella persona tenga ese algo que otras no tienen.—Para hacer algo como eso debes estar totalmente seguro que es la indicada, ¿Estás seguro de tu decisión? No es fácil lo que se te atreverás a hacer, acá mi querido amigo Martin y yo te lo decimos por experiencia— Doménico estaba preocupado por Jack, no es que juzgara a Melodi por su pasado, es que las
—Abuela, ¿Qué será el bebé de tío Martín? — Mientras robaba un bocadillo de la mesa.—La decoración del lugar es azul así que es un niño, pero ninguno tan guapo como tú. —Pellizcando esos hermosos y redondas mejillas—No lo consientas mucha nana Tina, ya que de por sí todos lo consienten bastante ¿Verdad mi vida? — Mientras acariciaba su cabello, poniendo mirada de embobada por ese niño que amaba como si hubiera de verdad salido de ella.—Mira quien habla de consentirle, si tú eres su fan número uno.—Mami, me quiere mucho no me consciente, mamá y ¿mi tía Beatriz? No la he visto ¿Dónde está? — Como decirle a un niño de seis años, que una de las maestras que admiraba tanto, estaba detenida por estar implicada en su secuestro, una mujer que a la fuerza le había inculcado el decirle tía con un trasfondo muy oscuro.—Ella está dando un viaje un lugar muy lejano, por eso no la hemos vuelto a ver, no te preocupes por ella cariño y deja de comer de la mesa que después no vas a querer cenar
—¡Hermanita! — Seguido de unos disparos y varios hombres vestidos totalmente de negro bajaban de los techos ayudado con cuerdas. Rosse sentía que se iba a desmayar era él, era su mirada, era su postura o ese aire oscuro alrededor de él, era como si ya ni alma tuviese, sentía el pánico invadiera su sistema, tantas veces teniendo pesadillas por este momento y ahora estaba sucediendo, sabía que tanta felicidad no era del todo un buen presagio era como la calma antes de la tormenta, Doménico la puso tras de el en una afán de protegerla, sacando una arma de su espalda le apunto a Sandro, pero luego se vio rodeados de los hombres vestidos de negro además que algunos mozos sacaron armas de sus tobillos, no podía creer que también confabularon para hacerles daño, se habían liado con ese demonio hecho hombre, aquel que tenía la sonrisa más escalofriantes que antes alguien hubiere visto, como si disfrutara viendo como todos temblaban a su alrededor con el común denominador llamado Sandro.