—Abuela, ¿Qué será el bebé de tío Martín? — Mientras robaba un bocadillo de la mesa.—La decoración del lugar es azul así que es un niño, pero ninguno tan guapo como tú. —Pellizcando esos hermosos y redondas mejillas—No lo consientas mucha nana Tina, ya que de por sí todos lo consienten bastante ¿Verdad mi vida? — Mientras acariciaba su cabello, poniendo mirada de embobada por ese niño que amaba como si hubiera de verdad salido de ella.—Mira quien habla de consentirle, si tú eres su fan número uno.—Mami, me quiere mucho no me consciente, mamá y ¿mi tía Beatriz? No la he visto ¿Dónde está? — Como decirle a un niño de seis años, que una de las maestras que admiraba tanto, estaba detenida por estar implicada en su secuestro, una mujer que a la fuerza le había inculcado el decirle tía con un trasfondo muy oscuro.—Ella está dando un viaje un lugar muy lejano, por eso no la hemos vuelto a ver, no te preocupes por ella cariño y deja de comer de la mesa que después no vas a querer cenar
—¡Hermanita! — Seguido de unos disparos y varios hombres vestidos totalmente de negro bajaban de los techos ayudado con cuerdas. Rosse sentía que se iba a desmayar era él, era su mirada, era su postura o ese aire oscuro alrededor de él, era como si ya ni alma tuviese, sentía el pánico invadiera su sistema, tantas veces teniendo pesadillas por este momento y ahora estaba sucediendo, sabía que tanta felicidad no era del todo un buen presagio era como la calma antes de la tormenta, Doménico la puso tras de el en una afán de protegerla, sacando una arma de su espalda le apunto a Sandro, pero luego se vio rodeados de los hombres vestidos de negro además que algunos mozos sacaron armas de sus tobillos, no podía creer que también confabularon para hacerles daño, se habían liado con ese demonio hecho hombre, aquel que tenía la sonrisa más escalofriantes que antes alguien hubiere visto, como si disfrutara viendo como todos temblaban a su alrededor con el común denominador llamado Sandro.
A Sandro no le importaba las amenazas de quien fuera, él estaba acostumbrado a hacer lo que quisiera y como quisiera, mucho más sabiéndose dueño de la situación, para el todo se trataba de estar por encima del resto, de ser temido y era en ese momento que más disfrutaba, de ver que podría hacer con las personas lo que quisiera, porque nada le podían hacer, disfrutaba ser el maldito que era. —¡Cállate imbécil! Si no te das cuenta el que tiene la sartén por el mango soy yo, más bien contigo, también tengo cuentas pendientes soldadito gringo, arruinaste mis planes con mi hermanita justa esa noche estaba dispuesto a venderla a varios hombres y que hicieran con ella lo que se les daba la gana, por tu culpa y de tus hombres todos mis planes se fueron a la basura, por eso digo que me las vas a pagar — En ese momento levanto el arma dio dos disparos al aire y tomo a su hermana del brazo, luego miro a su objetivo, una sonrisa maquiavélica apareció en su rosto, con la mira puesto termino dis
—¡Papá, mi mami, papá, no dejes que se llevan a mi mamá! — El pequeño Fernando trataba de soltarse del agarre de su padre, intentaba salvar a su madre, no quería que nada le pasara, no quería perderla, su mente iba a ese momento en que los subieron al auto y apuntaron en su cabeza, recordando como ella le decía salta cariño, salta. Doménico, sentía la rabia, sentía que la podía perder nuevamente, el llanto desesperado de Fernando gritando por su madre, lo que iba a ser la mejor de las recepciones termino siendo una pesadilla, iba a ser un día feliz, quería llorar, pero eso era demostrarle que estaba ganando, se sentía impotente viendo como el gusano de Sandro arrastraba a Rosse sin dejar de apuntarles en la cabeza, veía como su esposa murmuraba algo. —¡Vamos muchachos! Ya no tenemos nada que hacer aquí — Gritaba, mientras sus hombres retrocedían sin dejar de apuntar a cada uno de los asistentes, esa salida ya estaba cubierta, así que una vez alejados casi a punto de escapar, llego
DÍAS DESPUÉS —Vengo a ver a mi defendido, aquí tiene mi tarjeta — Una mujer muy bien vestida y con el cabello recogido con un maño muy alto sobre su cabeza, se presentaba ante la dependencia policial donde tenían detenido a Sandro, ella traía un maletín y una lonchera que se veía como el almuerzo, ya que estaba en un recipiente, los oficiales la dejaron pasar y la llevaron hasta la celda donde estaba el detenido, quien estaba como un gato enjaulado dentro de esas cuatro paredes, el que había tomado un riesgo que resultaba todo lo contrario a lo pensado, nadie quería tenderle la mano, al contrario todos estaba felices sabiéndolo encerrado sin el alcance de sus tentáculos. —Dije que no quiero abogados de oficio, son una sarta de ineptos, necesito que contacten a alguien y me traiga al mejor abogado de este horrible país — Sin alzar la mirada, en su mente solo estaba el querer encontrar alguna otra salida, pero si sintió un perfume algo familiar, su mente no estaba del todo concentrada
En una fría cama de hospital, poco antes que él solo cayera por el horizonte, Rosse fue a ver a su amiga, aquella que estaba dispuesta a sacrificar su propia vida por amor y la entendía perfectamente ya que ella también quería hacer lo mismo, porque comprendía que el amor te hace soltar lo que sea hasta tu propia vida sin con eso aquellos seres que amas están a salvo.—¿Cómo sigue ella? — Extrañaba tanto su sonrisa, su chispa, verla ahí apagada casi como sin vida, la mataba, la hacía revalorar tanto las cosas, ella es la que menos debería estar afectada en todo este infierno que significo tener la sangre de quien la tenía.—El doctor dice que en cualquier momento debería despertar, aunque ya este fuera de peligro igual me siento tan culpable Rosse, yo la juzgue tan mal, la acuse de tantas cosas sin fundamento real y aun así ella me demostró todo lo contrario al final ella casi sacrifica su vida por la de mi hijo, ella estaba dispuesta a morir por él, y yo solo la desprecié, siento ve
UN MES DESPUÉS—Estás listo ¿Cierto? — Mientras tenía en su mano un gigantesco globo negro y un alfiler, se sentía ansioso, había esperado tanto tiempo para este momento, por fin sabrían que sería su bebé, rodeados de sus amigos y nuevos integrantes, el hijo de Martín había nacido y se llamaba igual que él, pero todos le decían Martincito, Doménico había sido su padrino junto con Rosse, Jack no había perdido tiempo y al poco tiempo de salir Melodi del hospital se habían casado claro siendo ayudado por su madre, su abuela y su hermana hasta Gianluca junto con Atenea tomados de la mano felices, finalmente se habían descubierto enamorados uno del otro y esperanzados con la llegada de su hijo.—Vamos hombre deja el drama, que también queremos saber si te ponemos un tutú rosa y un gorro de marinero, tengo la cámara lista, además ya te grabé gateando, te dije igual ibas a caer en mis manos. — Mientras todos reían porque recordaban como Doménico se había burlado de Martín cuando fue la fiest
—Es hermosa mi amor — Mientras Doménico sostenía a su pequeña Catalina Barbieri Castillo —Claro si se parece a mí adorado y guapo esposa, dámela que ya debe tener hambre — El orgullo padre se la entregó a lo que la pequeña de manera instintiva busco hasta encontrar el pecho de su madre, era tan parecida a Doménico, su cabello, sus ojos, era tan hermosa la nueva alegría de ese lugar que abarrotaba de risas y bulla. —Mami bonita y mi hermanita bonita, leche fuchi, yo soy niño gande y ya no tomo eso, huacala — Era su pequeño Giacomo de solo dos años que venía de la mano de su hermana de cinco años Estefanía una morenita de cabello tan negro como el de su padre y los ojos color caramelo como lo de su madre en resumen una preciosura exótica, una perfecta combinación de ambos. —Padre, madre en mi defensa ellos vinieron casi corriendo y no los pude detener, en vez de pies tienen cohetes de propulsión atómica — Era su ya no tan pequeño Fernando de once años adicto a lo que ver con armas mot