PARTE 127

—¡Ya déjalo Doménico! No ves esa sonrisa macabra el imbécil no abrirá la boca — Era Alexander el esposo de Natalia sosteniéndolo del brazo para que dejara de patear al hombre que sangraba en el suelo que, en vez de rogar por su vida, solo sonreía de lado con la sangre esparcida en su rostro.

—¡Este hijo de puta se niega a abrir su maldita boca! — Para tomarlo del cuello y empujarlo hasta la pared — ¡Habla imbécil ¿Dónde la llevaste?! ¡Habla carajo!

Hacía una hora que lo habían capturado o secuestrado prácticamente, Alexander tenía contactos con la guardia costera y descubrieron que la noche que ella desapareció un auto había aparcado en el muelle de donde bajaron varios hombres junto con una mujer vestida de blanco con una bolsa en la cabeza para luego esa misma chica, pero con otra ropa y seguía con la bolsa en la cabeza y según las proporciones y gracias a la tecnología pudieron saber que trataba de la misma chica, y el hombre que sonreía era el conductor del barco.

—Aunque me mates
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