Es Lunes por la mañana, vamos camino a la revisión pactada. Como si fuera poco tendré que pasar estos difíciles días sin Bruno.
—Solo será un pequeño viaje lo prometo hermosa…— suspiro no quiero dejarlo ir—. No hay vuelta atrás.
—Ni siquiera me has dicho para que te solicita tu abuelo— me explica que ha estado mal de salud y los ha citado a todos los hombres de su familia para un anuncio importante.
—¿Y qué crees que sea?— se encoje de hombros
—No lo sé preciosa— besa mi frente y la verdad es que no le creo nada—. Volveré cuanto antes.
La cita ha terminado, todo según el doctor va a la perfección, su recuperación parece rápida y muy buena.
—Al aeropuerto— le dice a Rodríguez y él asiente. Voy amarrada a su cintura, no quiero dejarlo ir, me
Mi móvil vibra sobresaltándome de la cama.—Mierda— entre abro un ojo, ya hay luz—¿Qué, que?— Nora se levanta espantada mientras busco como puedo el móvil.—Esta vibrando algo— le digo y parecemos dos bebes gateando por la cama en busca de alguno de los teléfonos. Al fin lo encuentro—¿Hola?¿Si?— escucho una risa—¿Seguías dormida?— bostezo y escucho que Nora también contesta el móvil—Si… un poco— vuelve a reír—¿Nora está contigo?— le contesto afirmativamente y esto parece agradarle, chalamos un momento sobre las decisiones de su abuelo.—Esto…— carraspea —Nos involucra a ambos—¿Y yo que vela cargo?— ríe—Bueno, tú serás mi esposa y…—
Mis piernas se quedan estáticas esperando respuesta.—Si señor… están aquí — Hernández camina de un lado a otro.—La casa está destrozada, estoy seguro, tuve noticias de su madre, va ya en camino hacia allá… —¿Alondra?, ¿A dónde la llevan?—Si señor…— se vuelve a mí y me entrega el móvil, trato de tomarlo pero mis manos tiemblan demasiado.—Tranquila— dice el gorila ayudándome a tomarlo.—¿Hola?— mi voz se entrecorta—Vanessa ¿estás bien?—No… quiero irme de aquí Bruno— las lágrimas brotan sin previo aviso.—Vanessa, vas a subirte a ese jet y vendrás acá… ¿me entendiste?— su voz se quiebra y yo sigo llorando.—Yo…— trato de habl
¿Qué mierda hiciste Vanessa? No puedo parar de llorar y escucho como llaman a la puerta.—Vanessa —es Bruno—. Dije que hablaríamos no que nos íbamos a pelear.Sigo llorando, me siento atrapada en un mismo sitio y ahora en este lugar que ni siquiera conozco.—Sal, por favor…— me lleva unos minutos tranquilizarme. Decido salir ya que parezco una adolescente inmadura encerrada en este cuarto a oscuras. Abro la puerta y choca con algo.—Espera— escucho las muletillas que se aparta para así poder abrir. Bruno esta mirándome con los ojos bien abiertos y sé que algunas lágrimas han brotado. No me da oportunidad ni de caminar cuando comienza a moverse. Se libera de una de las muletillas y la deja caer en el suelo.—¿Qué haces…?— veo como con ayuda de sus fuertes brazos baja hasta el piso y se hinca
Escucho ruido, muevo un poco mi cabeza percatándome que estoy recostada en la inmensidad de músculos que es el cuerpo de Bruno.Llaman a la puerta y Bruno se despierta de inmediato.—¿Quién es?— lo libero de mi cuerpo sentándome en la cama—Soy tu madre Bruno Dihmes— abro los ojos de golpe y me levanto de un salto a buscar algo que ponerme—La ropa… ¿dónde está?— él me mira divertido—Prefiero seguir viéndote correr así nena— le hago mala cara—¡Bruno dime dónde mierda está la ropa!— mi rostro esta rojo y trato de ocultarlo buscando por las puertas de la habitación. Al fin encuentro algo y me adentro encendiendo las luces.—No de nuevo…— digo sin aliento. Me encuentro con otro enorme armario pero esta vez compartido. El lugar es del tamaño d
Me he dado una larga ducha con agua caliente en un lujoso baño, hace unos minutos Bruno se ha ido y ahora espero a Nora.Miro por el balcón, hay una vista espectacular. Son campos de cosechas y la luz del atardecer hace que se vea completamente hermoso. Mis dedos se mueven, noto como quisiera pintar esa hermosa vista… y recuerdo el bello cuadro que pinté de Bruno… debió haberse perdido en las explosiones, junto con los cuadros perfeccionados para la exposición del próximo viernes en la cual, no podré presentarme, tendré que hablar con el profesor Fernández. Mañana le haré una llamada para disculparme, tengo que pensar bien lo que diré.Llaman a la puerta y corro a abrirla, es Nora, mis ojos se abren.—Por Dios…— digo mientras ella da una vuelta—¿Te gusta?— asiento—Te vez perfecta, lo juro— digo sin re
Abro la puerta lentamente y me encuentro con un hombre alto, de unos 80 años, cabello oscuro y tez morena, lleva un smoking color negro y un velo que cubre una parte de su cabello, arriba en la cabeza un lazo negro. Lo miro muy discretamente, me vuelto a cerrar la puerta y trago saliva.—Buenas noches— digo sin saber exactamente que hacer—Buenas noches— contesta y rodea el escritorio. Indica que puedo tomar asiento lo cual agradezco inmensamente.—Soy Vanessa Carballo—él asiente—Soy Asad, el abuelo de Bruno— mi mirada sigue pegada al suelo—Mucho gusto— le digo y aprieto mis manos hasta casi encajar mis uñas.—Eres de España ¿no?, como Jimena y Nora— asiento—Sí, señor—toma asiento a mi lado.—A ver señorita Vanessa— su acento es extraño pero habla bien el españo
Escucho ruidos y gritos y golpes—¡Encuéntrala!— es Bruno, estiro cada parte de mi cuerpo, he dormido sensacional. Me siento en la cama y miro la hermosa vista que deja la gran ventana frente a mi cama cuando alguien brinca al balcón y yo grito, tomo la lámpara portátil y me pongo de pie en la cama.—Aquí esta H24T— dice el hombre. Bruno entra por la puerta de madera haciéndola pedazos. Eso me hace brincar aun más y caer de la cama.—¡Vanessa!—me recupero y comienzo a reír.—Yo puedo—me pongo de pie y está furioso.—¿Te has hecho daño?— niego y no dejo de reír cuando Tomás entra—Te lo dije que estaba aquí— Bruno se abalanza contra él.—¡Largo!— suspiro un vez más, ¿Cuándo se va a tranquilizar?
Todo es negro, escucho como hablan en árabe. Abro mis ojos pero me tardo tiempo acostumbrarme, estoy aun en movimiento, tal vez en la camioneta que vi.—¡Basta!, arruinarás el plan del jefe— un golpe se hunde en mis costillas cuando trato de moverme, escucho que se reprochan unos a otros.Después las puertas de la camioneta se abren y me sientan toscamente. Veo entrar a un hombre moreno, de facciones toscas y cabello largo.—Hasta que la conozco señorita— sonríe—. Soy Mustafá, quiero que sepa que este no es un problema con usted, es su maldito esposo el que me ha colmado la paciencia.Mis ojos se abren como platos y miro a mi alrededor, estoy rodeada de gente. El respirar comienza a ser un problema pues lo hago con dificultada. Niego varias veces, tengo que salir de aquí, esto debe de ser una pesadilla.—Pero acabaré con él y usted me va a