—Que la pases bien.— Se despide y yo solo levanto mi mano, cuando el arranca a toda velocidad, sé que se molesto por lo que dije, quizás estuvo demás, pero tengo un problema, no tengo mucho filtro a la hora de decir las cosas. Llamo a Valente para que me abra el gran portón eléctrico, lo hace casi
Isabella Holmes —No lo sé.— Respondo dudosa. —Dalila, ha preparado, tu comida favorita, para la cena no la puedes despreciar.— insiste él. —Es tan dulce.— Respondo encantada, desde la primera vez que pise esta casa todo el personal me ha tratado de una manera especial. —¿Te vas a ir?.— Me pregun
El doctor me cae como una patada en el hígado, pero yo no pierdo una oportunidad, por lo que subo sin estar discutiendo mucho. El niño va detrás y después que sube se duerme—¿Qué pretende?.—Pregunto directa, no soy de andar por las ramas. —¿No se dé que hablas?.— Responde el haciéndose el loco. —
Isabella Holmes La alarma suena a las cinco de la mañana, una hora y media antes de mi entrada en la clínica, por lo que me dedico a hacer ejercicios, no había hecho en estos días porque no había tenido tiempo. Después de media hora de potencia, me preparo una batido de proteínas con pan integral y
—¿felicidades?.— Pronuncio sin saber si felicitarla, ella hace un puchero. —No sé si pueda con eso, no tengo la madera ni el instinto para eso.— Se queja. —¿Cómo lo tomo Antonio?.— Le pregunto, recibiendo el generoso plato de comida y comenzando a “tragar” literalmente, el tiempo vuela y si no ll
Isabella Holmes Mi madre me llama y atiendo la llamada antes que llegue el ogro— Hola mamá.— Saludo —Hija, te llamo para que no olvides que debes venir el fin de semana para la boda de tu prima.— Me dice mi madre, haciéndome rodar los ojos. —Si ya te dije que iré.— Le respondo hablar de la boda d
Cuando entramos al quirófano, dejamos todo atrás, nos concentramos en el paciente, su vida está en nuestras manos, seco la frente del doctor, mientras él hace su trabajo totalmente concentrado. La cirugía dura solo una hora y estamos felices de los resultados, la señora Vivian, no tendrá secuelas.
Isabella Holmes Entro a mi apartamento, preparo un emparedado para cenar y jugo de frutas, enciendo el televisor busco la serie amigos, ya la he visto no sé cuantas veces, pero me encanta. A las siete de la noche tocan a mi puerta, no estoy para nada arreglada, tengo el cabello hecho una maraña y