Alma me ve y niega con la cabeza desaprobando mi comportamiento, yo no debo rendirle cuentas a nadie, ni siquiera a mis padres de mi vida. Pienso subiendo hasta mi habitación, me doy un baño y me acuesto a dormir con mi conciencia tranquila seguro de que estoy haciendo lo correcto. —Hola.— Susurra
Me voy a mi club favorito, que fue el club encontre a la chica de mis fantasías —Hola ¿Por qué tan solo?.— Pregunta, con una sonrisa mientras mastica un chicle. —Te esperando, una copa de champaña para la señorita.— Le pido al barman —Gracias que lindo eres, soy Dayana.— Se presenta dándome la ma
Me da un beso suave en la mejilla, y comienza a moverse sobre mí, bailando aun…Pero no sé qué me pasa, mi cuerpo no reacciona, es como si estuviese apagado. Comienzo a tocarla, para excitarnos mutuamente…Y nada, estoy desesperado porque mi hombría no reacciona, ¡nunca me había pasado algo como eso!
—Que la pases bien.— Se despide y yo solo levanto mi mano, cuando el arranca a toda velocidad, sé que se molesto por lo que dije, quizás estuvo demás, pero tengo un problema, no tengo mucho filtro a la hora de decir las cosas. Llamo a Valente para que me abra el gran portón eléctrico, lo hace casi
Isabella Holmes —No lo sé.— Respondo dudosa. —Dalila, ha preparado, tu comida favorita, para la cena no la puedes despreciar.— insiste él. —Es tan dulce.— Respondo encantada, desde la primera vez que pise esta casa todo el personal me ha tratado de una manera especial. —¿Te vas a ir?.— Me pregun
El doctor me cae como una patada en el hígado, pero yo no pierdo una oportunidad, por lo que subo sin estar discutiendo mucho. El niño va detrás y después que sube se duerme—¿Qué pretende?.—Pregunto directa, no soy de andar por las ramas. —¿No se dé que hablas?.— Responde el haciéndose el loco. —
Isabella Holmes La alarma suena a las cinco de la mañana, una hora y media antes de mi entrada en la clínica, por lo que me dedico a hacer ejercicios, no había hecho en estos días porque no había tenido tiempo. Después de media hora de potencia, me preparo una batido de proteínas con pan integral y
—¿felicidades?.— Pronuncio sin saber si felicitarla, ella hace un puchero. —No sé si pueda con eso, no tengo la madera ni el instinto para eso.— Se queja. —¿Cómo lo tomo Antonio?.— Le pregunto, recibiendo el generoso plato de comida y comenzando a “tragar” literalmente, el tiempo vuela y si no ll