Fuera de la cueva las horas pasaban muy despacio, tanto que incluso Zeke y Kun notaron el extraño fenómeno. Al ver las caras confundidas e irritadas, Charlas soltó una risita y llamó a cada uno por su nombre, lanzándole a su vez una lata de café que ambos atajaron en el aire.―Estamos en un lugar que, técnicamente no existe en el mundo humano ―les dijo, sentándose sobre una roca, justo al lado de la lámpara LED que iluminaba el lugar justo al lado del lago―. Es como la isla de Circe o el palacio de jade, al ser un lugar habitado por un dios o por tener una alta concentración de poder mágico, suceden fenómenos difíciles de explicar.―¿Significa que aquí pasa el tiempo más lento? ―preguntó Kun, acuclillándose mientras bebía el café caliente―. ¿Cuánto tiempo pasaremos aquí? ―Miró los cuatro bolsos con provisiones y tiendas para dormir.Habían ido preparados, inclusive en el bote había muchas más cosas, así que en realidad no temía pasar hambre o necesidades de primera mano.―No lo sé, es
Zeke corrió en dirección a la pelirroja, cuando la tuvo al alcance de sus manos, la alzó en el aire y la abrazó con fuerza. Estaban tan cerca que podían sentir el latir del corazón del otro.―Estoy bien ―susurró ella, dándole palmaditas en el pecho, ni siquiera podía abrazarlo de vuelta porque se encontraba atrapada en el firme agarre del hombre―. Solo estoy hambrienta… ―dijo con algo de frustración.Como para enfatizar sus palabras, el claro sonido de su estómago gruñendo opacó el resto de los sonidos del entorno.Nohemi se sonrojó furiosamente, mientras todos soltaron carcajadas de alivio.Hécate, por otro lado, rio divertida por la situación.―Es un peso para tu cuerpo realizar los viajes entre dimensiones ―explicó la Diosa―. Por eso, cuando usas tus poderes de una forma continuada o en grandes cantidades, también sientes mucha hambre.―Ven a comer entonces ―intervino Kun, señalando la mesa plegable rodeada de tres sillas. Sobre la misma había un festín, dadas las circunstancias en
―¿Dónde está Nohe? ―le preguntó Kun a Zeke al verlo regresar, el aludido frunció el ceño un tanto confundido.―¿Acaso no regresó al campamento? ―inquirió con precaución.Las alarmas se encendieron en sus cabezas, de inmediato empezaron una búsqueda por el lugar. Zeke desanduvo sus pasos, caminó por la playa, escudriñado las siluetas de las rocas, las pequeñas dunas y algunas plantas, esperando ver a la pelirroja mimetizada con el entorno, arrobada por la contemplación.El asiático, decidió ir del lado contrario, siguió el sendero que conducía al bosque, donde el follaje de los árboles obstruía la luz de la luna.Una hora después, ambos hombres regresaron al campamento, cada uno con una expresión insondable en los ojos, sintiéndose cada vez más intranquilos.No encontraron ni un solo rastro de la pelirroja, era como si se hubiese desvanecido en la noche.Charles notó la extraña tensión, los gestos ansiosos, las miradas furtivas más allá del claro donde estaban asentados.―¿Qué sucede?
Nohemi caminó despacio por la playa, sus emociones tumultuosas tardaban demasiado en calmarse y no deseaba regresar al campamento y enfrentarse a los demás.―Maldición ―musitó tras soltar un largo suspiro, se detuvo de repente, tapó su rostro con las manos y se acuclilló después, como si el peso de todo el mundo la estuviese aplastando.No solo era Zeke y los theriones, en realidad, el tiempo que pasó con Hécate fue de lo más revelador y aún no conseguía digerir toda la información.Dioses antiguos, dioses nuevos, maldiciones milenarias que se grabaron en la sangre humana, estas cosas solo fueron una parte de lo que tenía que aceptar.Cuando todo eso se acallaba, comenzaban las dudas:¿Podría cambiar el destino de los theriones?¿Por qué había sido escogida para eso?¿Qué iba a hacer de ahora en adelante?«¿Podré vivir una vida normal con Zeke?»Aunque rechazaba de plano la idea de que un vínculo como el hilo rojo atara a Zeke a ella y lo obligase a amarla, en el fondo no podía engaña
La principal prioridad de los Karras era encontrar el paradero de Nohemi; todos creyeron que sería sencillo por los vínculos que existían entre Daria, Kun y ella; Zeke detestaba aquello, no solo lo hizo sentir frustrado si no inútil; pero en cuestión de veinticuatro horas comprendieron que algo inaudito estaba sucediendo.Nohemi era una poderosa mágissa que poseía dones tan excepcionales que era increíble que alguien pudiese restringirla en contra de su voluntad, por eso, al principio, más que encontrar a la pelirroja, Zeke estaba más enfocado en exterminar a los Novikov que otra cosa; pero cuando no regresó, y los tres theriones vinculados a ella no lograron percibirla, comenzaron a preocuparse.Para ese momento, todo el equipo táctico de los Karras y los Huang Di se hallaban en la búsqueda de la mágissa; tres personas de gran importancia estaban en peligro, si la pelirroja fallecía, con ella morirían Zeke, Daria y Kun.―Esto no tiene sentido ―se quejó Daria llena de frustración―. Pu
Nohemi abrió los ojos muy despacio, su cuerpo se sentía pesado y parecía que su cerebro estaba entumecido. Debajo de ella sintió la roca dura y tibia, a medida que sus ojos se iban acostumbrando a la tenue luz que la rodeaba. No sabía dónde estaba, tenía sed, hambre, los oídos le zumbaban y deseaba llorar. ―¿Dónde estoy? ―preguntó en voz baja, el sonido rebotó en la roca, el eco reverberó de una forma tenebrosa. Arriba de ella había un techo alto de roca, movió la cabeza a la derecha y luego a la izquierda, todo a su alrededor estaba hecho de roca sólida. El espacio era amplio, el tono ocre de las paredes daba una sensación antigua, incluso el aire le daba una sensación seca y caliente, como si estuviese en medio del desierto. Con mucho esfuerzo se puso en pie, sus piernas se tambalearon y luego cedieron al peso, el dolor agudo en sus rodillas consiguió que soltara un quejido lastimoso. Desde esa posición y a pesar del mareo y la confusión, pudo apreciar mejor el lugar, no había
―Los rumores son ciertos… ¡impresionante!Nohemi giró la cabeza en dirección a la voz, Volva la observaba a cierta distancia, sus ojos brillaban debido a la excitación.―¿Qué rumores? ―preguntó la pelirroja, poniéndose de pie con dificultad.―Los de tu origen, por supuesto.En ese momento, Volva no tenía la apariencia tétrica de la isla, delante de ella se hallaba una mujer seductora, de hermosas formas, ojos vibrantes, labios carmín, ataviada con un largo vestido negro.―¿Origen? ―Nohemi frunció el ceño―. ¿Cuál origen?―El de tu divinidad, querida… ¿cuál otro? ―le dijo. Sacudió su cabellera en un gesto sensual y caminó justo hasta ella―. Al principio lo dudé, pues mi magia funcionó en ti, pero luego de ver que las restricciones funcionan, eso confirma la hipótesis de tu origen divino.Carcajadas discordantes brotaron de la garganta de Nohemi, sus convulsiones eran tantas que las cadenas tintineaban por los espasmos.Así como empezó la risa se detuvo, los ojos fríos y llenos de hostil
En la fría noche del desierto, una batalla sangrienta se llevaba a cabo. Cualquier persona que pasara por allí pensaría al verlos que todos los monstruos de los mitos y leyendas se habían materializado en ese lugar.Los gruñidos salvajes rebotaban entre las grandes rocas de las ruinas, bajo la luz de la luna la sangre teñía la tierra y las paredes derruidas de los antiguos templos.Zeke y compañía se movían con precisión entre los theriones enemigos, sus pelajes estaban manchados de sangre, en torno a sus bocas se podían ver los rastros rojos de cuando sus colmillos atacaron sin piedad las yugulares de los otros, entre sus uñas aún colgaban restos de pelajes.―¿Ya la encontraron, Calvin? ―preguntó con su voz de bestia, era un tono ronco y algo deforme.―No, señor… ―respondió el aludido―. No ha sido fácil revisar los templos en pie, la gente de Novikov no nos deja.―Acaben con todos, entonces… ―ordenó―. Que no quede ninguno en pie.Un rugido aterrador atrajo la atención del lobo, su ca