LA NANA

BREEN

Su voz gutural llenó la habitación, mi piel se erizó en cuanto lo escuché, pero presté atención a cada palabra que él dijo.

—Primero, comenzaras tocándote tus tetas, te pellizcaras esos pezones y enseguida recorrerás tu abdomen hasta llegar a tu coño, el cual con dos de tus dedos ayudaras a abrir para que pueda ver mejor, después te tocaras hasta que termines, quiero escucharte y quiero que me mires a los ojos cuando te toques, no debes cerrar los ojos en ningún momento, ¿entendiste? —asentí y sonreí, ¡Dios!, no puedo creer lo que estoy a punto de hacer, aunque me genera cierto morbo el hacerlo frente a Kellen, sin que se pierda ningún detalle —comienza— anunció y me puse a trabajar en ello.

Primero pasé mis manos por mi cuello, fui bajando lentamente, hasta llegar a mis tetas; las amasé, apreté y pellizqué mis pezones, y como él me pidió, no deje de mirarlo a los ojos; su mirada iba de mis tetas a mis ojos; sin embargo, yo jamás dejé de mirarlo. Después, mis manos empezaron su
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