Megan ingresó a su oficina al día siguiente, seguida por Natasha quien le indagaba por los detalles del viaje a Milán y lo que sucedió entre ella y el socio.
—Ya, Megan, suelta la lengua… —cerró la puerta de la oficina con llave—. No puedes dejarme con las dudas de lo que ocurrió entre ustedes. ¡No tomaste el teléfono por casi tres días! Y estoy segura que fue por él.
—¡Por Dios, Nat! —tomó asiento en su sillón y encendió el ordenador—. No te detendrás hasta que te lo diga todo, ¿cierto?
—Sabes que no, ¡así que desembucha todo! No omitas nada, Megan —se frotó las manos y sonrió como chiquilla.
—¿Qué quieres que te diga? Es algo demasiado privado para conversarlo como si fuera que estamos hablando de bolsos o zapatos…
—¿Te acostaste de nuevo con él? —lanzó Nat, con la ceja enarcada. Megan dudó, pero luego suspiró y asintió con la cabeza—. ¡Lo sabía! ¡Lo sabía!
—¡Shhh! ¿quieres que todos en la empresa se enteren?
—Lo sé, lo
Megan se retiró pálida del despacho de Dina y por el pasillo, mientras se dirigía a su oficina, no pudo evitar derramar algunas lágrimas. Cuando ingresó por fin a su lugar seguro, cerró la puerta con llave y se recostó en ella. El nudo que tenía en al garganta no le dejaba respirar y desató aquello con un amargo llanto silencioso. Se abrazó a sí misma y cayó despacio hasta el suelo, sentándose en el piso y hundiendo su cara en sus rodillas. Se sentía angustiada y sumamente decepcionada. Su corazón le dolía por lo que con su mano arrugó la blusa que llevaba, justo en su pecho izquierdo. Como si aquello le aliviara el indescriptible dolor que experimentaba. No comprendía absolutamente nada de lo que había pasado. Quería correr hasta donde él se encontraba, pero ni siquiera le había dicho adónde iba por sus negocios. Tendría que esperar y preguntarle… pero mientras tanto, no podía evitar sentirse una completa estúpida. Era demasiado pronto para enamorars
Megan le entregó al chofer que aguardaba por ella su pequeño equipaje y subió a la parte trasera del coche, encontrándose con Derek. Se miraron por un largo rato sin decirse absolutamente nada. Megan estaba enfadada por las fotografías de las dos revistas que la tuvieron como protagonista aunque en una no se la había identificado. —¿Cómo has estado? —le preguntó Derek luego de media hora de haber partido. —Supongo que lo sabes mejor que yo… —musitó ella, mirándolo fijamente mientras él fruncía el ceño—. Las ultimas fotografías de la revista de chismes, Derek… fuiste tú, ¿cierto? —lo acusó. Él suspiró hondo y negó. —No fui yo, Megan. Lamento decepcionarte con ello. —No te creo nada… —ella miró por la ventanilla del coche para no verlo más a la cara y él se decepcionó profundamente el comprobar que efectivamente, su esposa ya no sentía nada por él. Tomó la mano de Megan que reposaba sobre el cuero del asiento y ella se volteó a mirarlo s
En la mañana siguiente ambos se encontraron en la puerta del elevador y solo se saludaron. Bajaron y fueron directamente a la fábrica.El nuevo gerente había arreglado todos los detalles del traslado y en menos de cuarenta minutos ya se encontraban en las instalaciones de producción, fuera de la gran ciudad.Los trabajadores estaban furiosos, por lo que mantuvieron una larga charla con promesas de mejorar sus beneficios laborales. El nuevo gerente, Aiko Kobayashi, solicitó al su departamento de prensa fotografías de cada momento y por último, una con los dueños de la compañía.—Si no le molesta, señor Kobayashi, me gustaría revisar los contratos de todos los empleados de la fábrica. También me gustaría ir a la oficina central para revisar las estrategias de publicidad que manejan; me han dicho que tienen un excelente equipo de marketing —manifest&
Luck regresó a Londres al día siguiente de que Megan se marchara a Japón y fue directamente a casa de Natasha.—Megan tuvo que ir a Tokio por asuntos de trabajo —le informó de mala gana la pelirroja.—¿A Tokio? —indagó con incredulidad—. No me dijo nada al respecto… —musitó para sí mismo.—Fue algo de último minuto; Dina la envió de nuevo fuera del país ni bien pisó la ciudad. Además, Megan te llamó pero no respondiste. No tenía modo de avisarte.—Ya veo… —replicó molesto—. Mi móvil está en reparación, tal vez por ese motivo no pudo entrar la llamada.—Está molesta —le dijo Natasha entonces—. Tú y Bianca Evans, ¿tienes algo que decir al respecto?—Ese es un asunto mío y en todo cas
Megan salió del tocador y Derek ya no estaba. Se sentía un poco mejor luego de descargar su estómago y darse aquella ducha, pero de todos modos, pediría un café y unas pastillas para la resaca en recepción.Cuando se dispuso a llamar, vio su móvil en la cama y recordó que Derek le había dicho que la llamaban. Tomó el teléfono y fue al registro de llamadas, viendo el nombre de Luck.De inmediato volvió a marcar su número y al cuarto repique él contestó.—Hola… —dijo Megan en un susurro ya que él no habló—. ¿Cómo estás?—¿Cómo crees que me siento luego de que tu esposo respondiera a mi llamada? —le dijo él en un tono tosco que a Megan le dolió.Ella respiró hondo y tragó grueso para responderle:—Supongo que de la misma ma
Pasaron los días y la noche del lanzamiento de la nueva colección, que sería en el Rosewood London Palace, había llegado. Durante las últimas tres semanas, Megan no contestó las llamadas de Luck. Tampoco la había ido a buscar porque no estaba al tanto de que regresó a su casa y dada la llegada de la presentación de una nueva colección, pasaba más tiempo con el equipo de marketing en el salón de eventos y tiendas comerciales principales, por lo que tampoco se lo cruzó en la empresa.Derek había ido a recoger algunas pertenencias y conversaron sobre los términos del divorcio. Aunque tenía buena predisposición para el asunto, Megan notó que él no estaba de acuerdo con la separación y que le costaba asimilar que su relación había acabado. De todos modos, omitió los sentimientos del hombre que había amado con todo su corazón porque, si anteponía los deseos de Derek, dejaría de lado su felicidad.Sin embargo, esa noche debía ser su compañera y hacerlo tampoco le resultaba desagradable. Él e
Esos días estuvo demasiado atareada y con constantes mareos. Apenas se daba tiempo a comer, sin dejar de mencionar que su apetito era prácticamente nulo. Respiró profundo, observó el cielo estrellado y la luna llena que iluminaba sin inconvenientes aquel hermoso jardín. Por un momento, había estado feliz porque creyó que al fin todo lo malo acabaría y podría iniciar una nueva vida. Resopló, recordando que estaba irremediablemente enamorada de aquel hombre que llegó a su vida como un rayo de sol que daba esperanzas después de una tormenta.Sin embargo, no podía hacerse ilusiones con él porque le había demostrado que no sería capaz de soportar su situación, de comprenderla, de confiar en ella, y temía que la abandonase a medio camino. Prefería llevar sola su embarazo, a escucharlo dudar de si el bebé era suyo.Negó, emitiendo un lamentable suspiro.—¿Podemos hablar?Escuchó a su espalda y se tensó.Era la voz de Luck y sonaba algo irritado.—¿Qué haces aquí? —dijo Megan, volteando la ca
Al Rosewood London Palace, Luck llegó del brazo de Bianca Evans, a quien los paparazzis atacaron con preguntas sobre su relación con el empresario escocés.Luck poco y nada le había prestado atención al asunto y sus ojos azules se dedicaron a buscar a la mujer que lo había evitado por tres largas semanas. Si bien, hubiera sido fácil para él acorralarla en ese mismo sitio donde supo pasaba la mayor parte del tiempo, ultimando detalles para esa noche, por primera vez siguió el consejo de Adrián y esperó pacientemente a que llegara ese momento para disipar todas sus dudas en relación a Megan y la familia Casiragi.Cuando al fin su mirada la encontró, quedó obnubilado con la belleza de la mujer que lo había embrujado. Tenía puesto un vestido azul con finos tirantes y un profundo escote que dejaba ver su aterciopelada y blanca piel.—Además de talentosa, es hermosa. —Bianca lo sacó de sus pensamientos—. Te sugiero que cierres la boca y que disimules; su esposo no te quita la vista de encim