Capítulo 75. Gato por liebre
Benjamín apretó el teléfono con fuerza, al punto que con la fuerza ejercida el móvil hizo un pequeño ruido, miró hacia atrás, y respiró con alivio al ver a su cuñado moverse, sosteniendo al bebé.

—¿Están bien? —preguntó. Enseguida, cuando Alejandro escuchó su voz, el llanto no se hizo esperar, lloraba con sentimiento—. Lo siento, pequeño, ya papá se baja y te sostiene —vio a su cuñado hacer un leve quejido y le preguntó —¿Estás bien Patricio?

—Estoy bien —dijo Patricio, luego de breves segundos, sin embargo, cuando Benjamín abrió la puerta, vio herido su brazo, porque acunó a Alejandro para que no se lastimara.

—No lo estás —dijo tomando a Alejandro, lo revisó y al ver que estaba bien respiró aliviado.

Se dio cuenta de que Ana Sofía no bajaba y caminó a abrirle la puerta, al hacerlo, tenía los ojos anegados de lágrimas y en la frente un hilo de sangre que la recorría, no pudo evitar desesperarse, porque una cosa es lo que intentaran hacer contra él y otra muy distinta que atentaran
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