El sol se sumergía en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos mientras la mansión Maxwell se sumía en una quietud momentánea. Mervin Maxwell, decidido a recuperar el corazón de Olegda, ideó un plan audaz para acercarse a ella. La mansión, con sus pasillos elegantes y sus habitaciones impregnadas de historia, se convirtió en el escenario de una intrincada danza entre el pasado compartido de Mervin y Olegda.En el amplio jardín, Mervin, con el torso semidesnudo, realizaba ejercicios vigorosos bajo la suave luz del atardecer. Cada movimiento estaba calculado para atraer la atención de Olegda, quien observaba de reojo mientras intentaba mantener su compostura.Olegda, decidida a no ceder a las provocaciones, caminaba con paso firme, aparentando indiferencia. Sin embargo, la chispa de deseo se encendía en sus ojos, aunque ella luchaba por ocultarlo.La estrategia de Mervin continuaba cuando, con astucia, se dirigió hacia el área de las duchas. Con un gesto audaz, abrió la puerta, i
El asunto del bebé de Ariadna fue resuelto, pues la criada que ella misma había pagado, abrió la boca y delató a Ariadna La tarde caía sobre la mansión, envolviéndola en tonos cálidos y sombras alargadas. Olegda se encontraba en el salón principal, hojeando un antiguo álbum de fotos familiares. Las imágenes de su infancia se desplegaban ante sus ojos, evocando recuerdos perdidos. La ausencia de su hermana Katy siempre había dejado un vacío en su corazón, y la búsqueda de respuestas parecía interminable.Mientras Olegda se sumía en sus pensamientos, la puerta se abrió suavemente, revelando la figura de Katy. La hermana perdida, separada por circunstancias desconocidas, ahora estaba frente a ella. La sorpresa y la alegría se reflejaron en los ojos de Olegda al ver a Katy.Katy se acercó a su hermana con una sonrisa radiante, cruzando la habitación para abrazarla. La conexión entre ellas era evidente, a pesar de los años de separación.—"Olegda, hermana", dijo Katy con una sonrisa radian
El cielo de la ciudad estaba teñido con los últimos tonos cálidos del atardecer cuando Ethan, vestido impecablemente con un traje oscuro, llegó a recoger a Katy. La luz de las luminarias resaltaba la elegancia del restaurante, un lugar emblemático de la ciudad con su fachada de mármol y luces suaves que creaban una atmósfera íntima.Al entrar, el murmullo de la charla elegante y la música suave les dieron la bienvenida. Mesas finamente vestidas con mantelería blanca y velas titilantes ofrecían un ambiente de romance y refinamiento. El camarero, con un porte impecable, los guió hacia su reservado, estratégicamente ubicado para disfrutar de la vista panorámica de la ciudad.Katy, envuelta en un vestido que resaltaba su belleza, se sentía cautivada por la atmósfera del lugar. Las luces parpadeantes reflejaban destellos en sus ojos, mientras Ethan, con una sonrisa caballerosa, le ayudaba a tomar asiento. Los menús, delicadamente encuadernados en cuero, prometían una experiencia culinaria
Ethan acostumbraba a usar sustancias alucinógenas con frecuencia. Katy también las había probado. Juntos, pasaban noches de amor con mucha pasión. Esa noche fue sensacional, se subió a la cama de rodillas. Sus manos salieron para juntar los labios de su c... y observó como algo de su jugo salía de lubricar su clítoris.Su boca se secó. Ni siquiera podía describir con palabras cuánta hambre tenía por ella. Cuánto deseaba meter la boca en el agujero de su c... y chupar todo su jugo.—Es tuyo, mi monstruo—. Katy susurró las palabras. —Mi c... es todo tuyo para cogerlo, besarlo y tocarlo. Toma todo lo que quieras—.Ethan alineó su entrepierna con los labios de su c..., pero antes de empujarla dentro de ella, tomó su dura entrepierna en su mano y comenzó a frotar la coronilla, la cabeza de su entrepierna en su c..., lubricando su c... y su clítoris.—cógeme—. Katy gimió en voz alta: —Pon tu entrepierna dura dentro de mí, Ethan. Hazme tuya.—No podía esperar más. Con un fuerte empujón, Etha
Mervin aprovechó la oportunidad única que se presentaba: la mansión estaba desierta, y Olegda se encontraba sumida en sus pensamientos en la habitación. La tenue luz de la tarde se filtraba a través de la ventana entreabierta, iluminando la estancia con tonos dorados.Con pasos sigilosos, Mervin se acercó a la puerta entreabierta, su corazón latiendo con la anticipación de lo que estaba a punto de hacer. Olegda, ajena a su presencia, estaba absorta en la contemplación de la ciudad que se extendía más allá de la ventana.Empujó la puerta suavemente con la mano, creando apenas un susurro que apenas rompía el silencio de la habitación. Se detuvo por un momento, observando a Olegda con admiración antes de avanzar con determinación hacia ella.El suelo de madera crujía bajo sus pies, pero Olegda no parecía percatarse de su llegada. Mervin se detuvo a pocos pasos de ella, admirando la elegancia con la que la luz acariciaba sus rasgos y resaltaba la melancolía en sus ojos.Sin previo aviso,
Olegda en lo más profundo de su corazón, sabe que Mervin está muy molesto porque ella no solo había coqueteado con Ethan, sino también con su hermano Marcos. En realidad, ella en este momento, no estaba enamorada de ninguno, pero sabía que el amor entraría en su corazón, cuando la tormenta hubiera pasado.La sede de la corporación Ferry se encontraba en un silencio inusual esa tarde. Felix y Daniel, los hermanos de Olegda, estaban reunidos en la sala de conferencias, discutiendo los últimos acontecimientos que habían sacudido la empresa. Olegda, la hermana menor, estaba temporalmente asignada a la corporación Maxwell por petición de su abuela Elaine, quien desconfiaba de la madre de Mervin, y había percibido movimientos sospechosos en las finanzas de la corporación.Juliette, la mano derecha de Olegda en la corporación Maxwell, había desaparecido sin dejar rastro, sumiendo a todos en un estado de incertidumbre y preocupación. Nadie sabía su
La noche envolvía la habitación de Olegda en un manto oscuro mientras ella permanecía sentada al borde de la cama, con la mente sumida en un torbellino de emociones. Los síntomas de malestar, mareos y náuseas la habían llevado a la farmacia en busca de respuestas, y ahora estaba frente a la prueba de embarazo, temblando de nerviosismo.Felix, su hermano mayor, había sido el primero en sospechar cuando notó el cambio en su comportamiento y su estado físico. Con preocupación, le había recomendado que se hiciera la prueba, sin saber realmente lo que podría revelar.—"¿Estás bien, Olegda?" preguntó Felix con voz suave, preocupado por la angustia que veía reflejada en los ojos de su hermana.Olegda asintió débilmente, sosteniendo el test de embarazo entre sus manos temblorosas. —"No lo sé, Felix. Estoy asustada," admitió ella, luchando por contener las lágrimas que amenazaban con escapar.Felix se sentó a su lado, colocando una mano reconfortante sobre su hombro. —"Sea cual sea el resultad
El sol brillaba sobre la tranquila casa rural donde Olegda se había escondido durante varios meses, tratando de mantenerse alejada del mundo exterior y proteger a su bebé, Daniela, de los posibles peligros que acechaban. Katy, su hermana gemela, había sido su única compañía durante ese tiempo, prometiendo mantener su paradero en secreto incluso de sus propios hermanos.Sin embargo, la paz que habían encontrado se vio amenazada cuando Ethan, el confidente de la familia, descubrió su escondite. Con determinación en sus ojos, había seguido el rastro de Katy hasta llegar a la casa rural, donde se encontraban todos los hermanos Ferry reunidos.El corazón de Olegda se aceleró cuando escuchó los pasos de Ethan acercándose a la puerta. Sus manos temblaban mientras se preparaba para enfrentar la confrontación inevitable que se avecinaba. Katy, a su lado, le ofrecía apoyo silencioso, su expresión reflejando la ansiedad y la preocupación.La puerta se abrió de golpe, revelando a Ethan de pie en