Nunca más un Castrioli

La mirada del mafioso se entrecerró, que es lo que estaba tratando de decirle su esposita, acaso ella...

— No quiero otro esposo, quiero que tú me des todas las cosas que un pareja da a su compañera, lo quiero aunque sé que somos un matrimonio por contrato — Romina ya no habló más, ella se inclinó para besar los carnosos y sexys labios de su marido

La mujercita se separó para dejar besos húmedos en su cuello, mientras tenía las manos en el trabajado pecho del hombre, sus sexos estaban unos sobre otro, la virilidad del CEO despertó, ella le gustaba demasiado, más que ninguna otra mujer que haya tenido en su cama en el pasado

Nathaniel respondió con besos apasionados, salvajes y a la vez tiernos, puso sus manos en el redondo trasero de su mujer, con agilidad quitó su fina bata dejándola solo en unas pequeñas bragas, los redondos senos Romina estaban frente a él turgentes y deliciosos

El mafioso no resistió más, besó los rosados pezones uno por uno, se deleitaba escuchando los gemidos de
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