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Unos días después, Zola se sintió cada vez más tranquila como una sensación de renovación. Para su curación, Rafael le había ofrecido una planta. El objetivo era mantenerla con vida. Así que Zola se dedicó unos quince minutos a mimarla, y lo más placentero fue verla alegrar la habitación.

- Bueno, me alegra ver que esta planta logra hacerte sonreír. Murmuró enojado mientras limpiaba su arma.

Zola roció su planta con el producto indicado mientras simulaba cuidar sus hojas.

- Y me alegra ver que limpiar tus armas te hace feliz.

El hombre rio con amargura y la miró.

- Mi dulce princesa...

Zola permaneció impasible con gran dificultad. Rafael era tan...

Interrumpió sus pensamientos y se puso de pie para acomodarse en la silla.

Tímidamente, miró su arma y luego volvi&oac

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