13

Zola reprimió un bostezo mientras continuaban conduciendo por la autopista durante horas.

- Vamos a parar para un descanso. Raphael decretó, viéndola retorcerse en su asiento.

- Oh, eso no es necesario. Zola cuestionó cuando lo vio salir de la rampa.

- Por supuesto que lo es y no estoy nada contento. Gruñó mientras salía al aire de la autopista.

Zola reprimió un grito ahogado. Se llevó las manos al estómago, preguntándose qué había hecho. Su boca tembló cuando salió del vehículo con una cara fría.

Abrió la puerta y la ayudó a salir. Se tambaleó, con las piernas cubiertas de algodón.

- Cuando necesites algo tienes que decírmelo Zola. Dijo con voz de reproche.

Ella no respondió, porque no entendía de dónde venía.

- Llevas dos horas moviéndote en tu asiento, le explicó, molesto porque ella se comportaba como un avestruz. Si tienes hambre o si tienes ganas de orinar, ¡dímelo carajo!

Zola ni siquiera protestó... no tenía fuerzas. Su vejiga probablemente iba a explotar en cualquier momento.
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