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- ¡En qué nos vamos a convertir! La joven se atragantó.

Raphaël aparcó el coche en un pequeño sendero en medio del bosque y tiró del freno de mano.

- Dormiremos en el auto.

Ella abrió mucho sus ojos de cierva.

¡- Oh no! Esto es...

Empezó a mirar el paisaje, su rostro pálido en esta noche oscura. Parecía que acababa de ver monstruos saltando de los árboles.

- No tengas miedo querida estoy aquí. Murmuró, apartándose el cabello de la frente.

Cogió la hielera del asiento trasero y la abrió para darle una lata de refresco.

- Bebe un poco, comeremos y luego nos iremos a dormir en los asientos traseros.

Zola palideció, la sangre se le congeló en las venas. Podría haber jurado que los árboles estaban tomando formas monstruosas debido al viento.

- a Comer. Ordenó con voz suave pero firme.

Ella mordió el sándwich, escaneando los alrededores.

- Estoy aquí... repitió el hombre tomándose la barbilla.

- Cuando dormía afuera con mi mamá, los hombres que buscaban droga en los barrios deambulaban por
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