CAPÍTULO 4

PUNTO DE VISTA DE AMAROK

Caminando de un lado a otro de la habitación donde Azrael dormía después de haber llorado y preguntado cosas que no necesita saber cuando no se va a quedar, no podía concentrarme en mis pensamientos, no sabía que estaba bien y que no. Incluso la decisión que había tomado antes era tan frágil como para volver a mirarla.

Azrael dormía tan tranquila que no quise acercarme a ella y despertarla. 

¿Sería esta la sensación de protección que estaba predestinado a sentir en cuanto la encontrara? 

Paso a paso, me acerqué a ella. No pude evitar sonreír. 

Merry me había dicho que no era una adolescente fácil. Había sufrido durante toda su vida para tener que llegar a ser así. Una chica testaruda que no respetaba a su madre después de todo lo que le había hecho. Y ahora, escuchar que su hermana está muerta y negarse a creerlo. 

Lentamente tomé su mano entre las mías. —Tienes que salir de aquí, Azrael. Primero tienes que volver al mundo tal y como lo conocías. No puedo...— un gañido invadió mi garganta. —No puedo ser tu compañero. No puedes ser mi compañera. Yo... cometí un error... yo...— las lágrimas salieron de mis ojos y cayeron sobre su mano. —Soy un... monstruo.

Controlándome, sabiendo que era la única forma que tenía de hacer que se alejara de mí y del dolor que le iba a provocar en cuanto supiera la verdad, me sequé las lágrimas. 

—Yo, Alfa Amarok Meyer, te rechazo, Azrael, como mi compañera por tu propio bien. Juro que es por tu propio... bien... lo juro.

EL PUNTO DE VISTA DE AZRAEL

TRES DÍAS DESPUÉS

—Toma esto, por favor—, Merry me tendió una taza de té. —Pronto te pondrás bien. Ya viene Amarok. 

Tosí mientras me sentaba a beber mi té caliente. —¿Por qué le necesito? Llevaba tres días fuera.

Merry y mi madre se miraron. No tuve tiempo de preguntar la razón por la que se miraban así. Habían pasado tres días desde que oí a mi madre decirle a su amiga que mi hermana había muerto. Yo negué, ella no podía ser y tal vez esa era la razón por la que me sentí tan mal de repente. 

—¿Cómo te sientes, mi amor?—. Mi mamá tomó mi mano. Se la aventé lejos. 

—No me hagas creer que te preocupas por mí. 

—No quiero discutirlo contigo. 

—¡Yo tampoco! 

—Puedo entender que no te sientas bien, Azrael, ¡pero no tienes permiso para hablarme así!

—Voy a hacer una llamada—, se excusó Merry tras ver esta escena. 

—¿Por qué eres así, Azrael? No te das cuenta de lo duro que es para mí tener que verte así y no hablo de lo enferma que estás ahora? 

—¡Déjame recordarte que fuiste tú quien destruyó nuestra familia, engañaste a mi padre, te divorciaste de él cuando estaba dispuesto a perdonarte! 

—¡Él no era mi pareja!— Gritó ella.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando, mamá? ¿Un compañero? ¿Qué demonios es un compañero?

—¡No lo entenderás, al menos no ahora! 

No pude evitar reírme al recordar lo que había oído por casualidad hacía tres días. —Hombres lobo, cazadores...  Mi hermana fue asesinada, no se escapó con su novio. ¿Qué demonios, mamá?

Los ojos de mi madre se abrieron de par en par y luego se giró.   

—¿Qué has cogido ese día para estar hablando de criaturas que sólo existen en las películas? Hombres lobo... Hombres lobo... ¡qué chiste más gracioso! 

PUNTO DE VISTA DE AMAROK

Observando la zona donde la manada estaba construyendo el viñedo no podía dejar de pensar en la persona que había dejado atrás. Había sido claro con Merry, no podían estar en la mansión en cuanto yo regresara. 

Sonó mi móvil. Una vez más era Merry. 

—¿Hola?

—¡¿Dónde estás, Amarok?! Te lo dije innumerables veces, ella no se siente bien, está sintiendo tu ausencia, ¿dónde estás?

—Es más fácil para ella superarlo ahora, antes de que conozca este mundo. 

—Una vez que te conoció no hay vuelta atrás.

—Una vez que ella sepa lo que le hice a su hermana, no hay retorno para el dolor que voy a sentir. La he rechazado. No hay nada que puedas hacer—.  Colgué sintiendo ese dolor agudo en el corazón que aparecía cada vez que sabía que Azrael no estaba bien. 

Suspiré con fuerza. Lo sentía mucho por ella, pero no había nada que hacer. Era una mocosa, no sabía nada de nosotros, ahora había una vuelta que teníamos que tomar. 

PUNTO DE VISTA DE AZRAEL

Mis ojos se ahogaban en lágrimas. Las palabras se me habían atascado en la garganta. Sentí que mi conciencia se separaba de mi cuerpo, no había ningún movimiento del que fuera consciente. Mi madre me había confesado la verdad. 

—Tu hermana murió en este lugar, en el bosque. Fue un homicidio tan trágico, alguien la mató, no sabemos nada de esa persona. Sólo se encontró una parte de su cuerpo. Eso es todo, Azrael... Tu padre y yo no queríamos hacerte pasar por esto. Lo siento, mi amor, lo siento mucho. 

No pude resistir lo que me decía y salí de la habitación. Mi madre me dijo que habían encontrado a mi hermana en el bosque. Necesito hablar con ella, necesito sentirme cerca de ella.

Sintiendo que el corazón se me desgarraba, llegué al bosque donde no pude resistir más y caí de rodillas. 

—Lo siento mucho, Elena, siento mucho haber pensado que eras un mal ejemplo para mí. Lo siento mucho, Elena. 

—No tienes que disculparte con quien fuera—. Me llamó una voz masculina.

—¡Era mi hermana... mi hermana! 

Una mano en mi hombro me hizo girarme con lágrimas en los ojos. Frente a mí había un hombre, sus ojos oscuros, el caballo negro, corpulento, usaba una chaqueta de cuero y jeans que enmarcaban su cuerpo. Su piel estaba perfectamente bronceada, sus labios gruesos, el tono profundo de su voz… Era un hombre en toda la extensión de la palabra. Y yo, como tonta, no podía dejar de mirarlo. Estaba hipnotizada, pero no de la manera en la que Amarok me había hecho sentir. Esto era diferente. Completamente diferente.

—Me llamo Alex y a partir de ahora no hay herida en tu corazón que no vaya a curar.          

Me sequé las lágrimas para ver mejor al hombre que tenía delante. 

—Alex—, susurré. 

Más o menos de la misma edad que Amarok, pelo negro, ojos castaño oscuro, una sonrisa asesina. ¿Por qué todos tenían ese aspecto? 

—Me llamo...— Me interrumpieron. 

—¡Azrael!

—¡Déjala en paz! ¡Tú no tienes derecho, bastardo! — Oí que se acercaba una tercera voz. 

En un abrir y cerrar de ojos todo lo que vi fue a Amarok corriendo a nosotros con el gesto endurecido, después, tomó a Alex por el cuello de la camisa. Me levanté y di un paso atrás, parpadeando innumerables veces. Amarok tenía a Alex contra un árbol.

No sabía lo que estaba viendo pero juro que pude notar como los ojos de Alex cambiaron de color pero no solo eso, sus dientes.     

Ni siquiera era consciente de lo que veía. 

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