Narrador. Ignacia le hizo una señal colocando un dedo en su boca para que guardara silencio, ya que les dijo a sus hijos que había estado trabajando, puesto que no quería contarles que estaba en un juicio con su padre.—Upp, perdón es que olvidé rápido y más cuando estoy bajo estrés— respondió apenada en cuanto entendió la señal de su amiga.—Ya veo— Ignacia creó una línea recta con sus labios y luego soltó un resoplo, con rostro angustiado— te he estado esperando desde hace horas, en realidad para ser exactas quería que no estuvieras trabajando — y Luisa fijó su mirada en aquella mordida que tiene Ignacia en el cuello.—Tan fuerte se dio todo, ¡Sebastián es un animal! — dialogaba en un tono bajo para que los niños no pudieran oír, sin embargo, Ignacia poco entendía a qué se refería.—Eso te lo contaré más adelante, ya que no ha sido lo más brutal que me ha pasado— respondió moviendo las manos con movimientos exagerados.—Amiga también necesito decirte algo y creo que debería empezar
Narrador.Ni siquiera escuchó el disparo, simplemente se tiró al suelo y rodó hacia su izquierda buscando cubrirse con un muro, aunque estaba aturdido sabía con exactitud que se trataba de un faccioso y se seguía de pie, o avanzaba hacia el auto le daba oportunidad a que le volviera a disparar.—Lacra, te despellejaré— gritó frustrado sin ver de dónde disparaban y se miró el brazo, que no le dolía, puesto que aún sigue caliente, pero empezó a sentir el dolor infernal.—Patrón está bien— sus hombres buscaban al enemigo con pistolas en manos, pero al igual que Matías no veían a nadie.—Sí, estoy bien— respondió sacando la parte de abajo de su camisa que tenía bien acomodada dentro de su fino pantalón y saco una tira rompiendo esa parte.—Hay que sacar al jefe de aquí— escuchaba gritar a sus escoltas tratando de acercarse a él y cuidando de ser herido por el oponente, ya que no saben cuántos son.—No duele, concéntrate Matías esto es un ridículo rasguño— se quejaba de dolor mientras se a
Narrador.—Este hueso es duro de roer, muñeca de resina. Te aconsejo que le busques el papacito a ese chamaco, o si no te pasará como a doña Florinda— Martina abrió los ojos.—¡Hijo por el amor del santísimo! — le regañó a su manera.—Así mismo, mamá, por el amor del patrón es que se lo dejo claro, yo de vaquero un pelo no tengo—. Lorena ya no tenía la mano sobre su vientre tratando de verse bonita, sino que apretaba los puños a cada lado de su cuerpo.—¿No recuerdas que fuiste a mí hace más de seis meses? — le recordó ella con ojos vidriosos.—Anja, ¿y cuántos más después de mí?, o estás adivinando quién es el padre— Martina, que estaba muy cerca, no se aguantó y le dio una cachetada por primera vez a su hijo.—Esa no fue la manera en la que te eduqué para tratar a una dama— se notaba decepcionada.—Por tomar esas enseñanzas me jodieron la vida en el pasado, ahora esta es mi educación personal, simple — alzó las manos; le guiñó un ojo a su madre y ella negó, pensaba que este no era n
Narrador.Al día siguiente:Era fin de semana nuevamente e Ignacia esperaba con ansias a su padre para qué dialogara con Iván, ya que no quiso desayunar y cuando tocaron la puerta salió prácticamente corriendo para abrir suponiendo que era Gregorio o Luisa quienes tocaban, incluso vestida con una pequeñita bata de tela fina, ni siquiera se la cambió suponiendo que eran ellos.—Sebastián…, —nombró en un hilillo de voz. Estaba incrédula.Sebastián barrió con esos ojos escudriñadores u cuerpo de arriba abajo y se detuvo en la marca que vio en su cuello.—No me equivoco cuando digo que eres una zorra, mira la marca que te ha dejado el viejo con el cual te arrastra— manifestó furioso, Ignacia, impulsada por el valor que últimamente tiene, le respondió con una bofetada. Sin saber cómo o porque, su mente imaginó que recibiría el mismo castigo que recibió por parte de Matías, Pero eso solamente quedó en una mera ilusión de su cabeza porque Sebastián levantó la mano para abofetearla de la mis
Narra Ignacia.Me sentía muy ridícula dentro de esta tienda exclusiva a la cual nunca antes había podido entrar. Bueno me gustaba lo costoso, pero ahora, gastar tanto dinero en un par de zapatillas y un vestido no me parece tan interesante, sabiendo que con eso puedo mantener a mis hijos y pagar la casa durante un mes y medio.A pesar de que antes tenía una buena economía, igual no era tan absorbente para poder venir a un lugar como este. Con este hombre estoy viendo cosas que no he vivido, y me asusta tanto, porque me hace preguntarme de dónde sale todo el dinero para costear tantos lujos y no quiero ni imaginar.—¡WOW! — Luisa no dejaba de crear ese sonido de asombro, y yo reía de su impresión. No se trata de que no me sienta del mismo modo, solo que ya estas cosas no me llenan como antes.—Ina, lugares como este me hacen sentir que soy miserablemente pobre, y que si no fuera por lo intrusa y metiche que soy no pudiera ver nunca toda esta grandeza…, a ese don John le gusta lo bueno
Narra Ignacia.Supuse que Daniel estaría esperando por mí fuera del coche, como siempre lo hacía; sin embargo, no encontré a nadie, únicamente vi cuatro camionetas negras muy lujosas estacionadas justo en la entrada del edificio en el que vivo. Aunque me parece que se trata de don John igual decidí no acercarme.«Cuánta extravagancia» pensé chistosa, pues me parece un acto exagerado que haya venido en tantos vehículos si al final su trasero usará únicamente un asiento. Una vez más, al igual que el día en que me divorcié de Sebastián, empecé a sentir la extraña sensación de que me estaban observando y una no grata sensación se apoderó de mi cuerpo haciéndome sentir un calambre incómodo, y esos únicamente me pasa cuando estoy demasiado exaltada.Me dispuse a mirar los alrededores para investigar. Entonces me quedé pasmada cuando vi qué se trataba de don John, quien está parado justo detrás de mí, pegado a la pared de la entrada y no sé cómo le pasé por el lado sin ni siquiera verlo, "e
Narrador.—Y yo juro que tu cuerpo es lo que más me pone loco; tienes unas tetas hermosísimas — esto fue lo que susurró Matías perdido en esa excitación salvaje que le causa Ignacia.Pero ella, aunque deseaba negarse a sí misma, que aquella actitud feroz de Matías cómo animal descontrolado, le excitaba muchísimo. A pesar de que se quería mentir convenciéndose de que lo único que él debe causar es incomodidad por ser tratada de ese modo, y bochorno porque Daniel iba justo con ello y si volteaba a ver por el retrovisor tendría una vista perfecta de todo.Matías también odiaba la idea de que Daniel girara a ver, pero sabía que no se atrevería a faltar a su orden. Por tal razón estaba dejando que lo gobernara más el instinto que la razón y lo que avivó su enfado mezclado con la excitación fue que Ignacia le dijera que él no tiene corazón lo hizo cabrearse más, de lo que ya está, y que se le endurecieran los pezones fue el detonante de la provocación.—No conoces el respeto, animal—farfu
Narrador.El corazón de Ignacia se apretó y las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas sin ni siquiera ser capaz de ver como Sebastián avanzaba con esa mujer del brazo vestida de novia, justamente como ella una vez lo pidió.—Yo pedía justo una boda como esta; se burlan de mí, tú también lo haces, me trajiste aquí sabiendo quien es ese hombre—le reclamaba ella con los ojos llenos de lágrimas.Y Matías, aunque supuso que disfrutaría demasiado verla sufrir y alguna manera sus lágrimas calaron muy dentro de él. «Esto es parte de mi venganza, debo disfrutar, verla de este modo, ella no se conmovió por mí, ni siquiera fue capaz de pensar que ha sido de mi vida en todo este tiempo, simplemente me jodió y siguió adelante como debo hacerlo yo» se convencía a sí mismo de que no debía sentir culpa.—Yo te hago un favor al traerte aquí, porque de lo contrario ibas a ser la amante del hombre que una vez fue tu esposo; supones que yo no sé qué ibas a dejarme para estar con él—. Eso lo decl