—Claro que no, es solo que tengo que reunirme con un cliente. —Intenta parecer serena, aunque todo su cuerpo tiembla —Razón aún mayor para quedarte, porque tu cliente soy yo. —¿Qué? ¿Acaso es una broma? —¿Crees que vendría desde Italia, solo por una broma? —Sabes que, muy bien, supongamos que es verdad, que tú eres mi cliente. Dime, ¿qué es lo que buscas? —A ti... —Reconoce Mariano, y Macarena, puede sentir como su corazón se acelera y todo su cuerpo se tensa. —¡Ejem! Me refiero al producto. —Intenta ignorar su comentario. —Ah... Es un vino nuevo, que queremos lanzar inicialmente aquí en este país —¿Queremos? —Sí, convencí a Gregory de eso, después de todo aquí fue donde se le ocurrió el nuevo sabor. —Entiendo. ¡¿Y como se llamará? —Lucia's —¿Es real? —Macarena parece realmente conmovida, por unos instantes —Sí. El nombre se me ocurrió a mí, y aunque Greg al principio no estaba muy de acuerdo, terminó cediendo. —La mirada de Mariano, mientras habla con
Lucia, que estaba parada frente al mar, disfrutaba la sensación de las olas, que rozaban suavemente la planta de sus pies, a la par que la brisa despeinaba su cabello, y acariciaba su rostro, mientras sus ojos maravillados observaban el sol esconderse tras el horizonte. Un ritual que hacía a diario, y del cual nunca se aburría. Había comprado una pequeña casa en la costa, que se había convertido en su terapia. Se había dedicado a arreglarla y a decorarla a su gusto. Al principio, cuando por equivocación llegó al pequeño pueblo costero cerca de Marsella, Francia, debido a una confusión con el autobús que se supone debía llevarla a París, sintió paz, y la necesidad de quedarse en el lugar, Era como una corazonada que no podía dejar pasar. Una pequeña casa, bastante deteriorada, resulto ser su única compañía, y su única confidente. Luego de hacer caso a su corazonada, se sintió muy diferente, se sintió perdida, y arrepentida. No estaba segura de si gastar su dinero en un lugar que
Había pasado más de un año, desde la última vez que vio a Lucia. Gregory, observaba las fotos en su teléfono como un lejano recuerdo, que a veces lo hacía feliz, y a veces lo hacía enojar. —Señor, ¿está de acuerdo? —Pregunta su asistente personal, luego de indicarle su agenda para el día de hoy. —Sí. —Contesta vagamente, liberando un amplio suspiro como si no tuviera otra opción. —Muy bien, señor. Por cierto, su padrino llamo, que vendrá a visitarlo el día de hoy, y Mariano le dejo dicho que por favor no se olvide que mañana deberá acompañarlo a probarse algunos trajes. —¡Ese idiota! Desde que lo ascendí, no hace más que faltar y ocuparse de su tonto matrimonio. ¿Acaso cree que yo haré el trabajo por él? —Comenta, y la asistente que había reemplazado a Mariano, hace más de 6 meses, parecía fuera de lugar. —Señor, pero usted fue quien le dijo que se tomara 3 meses por su boda, y apenas lleva uno. —Su comentario le cuesta la mirada de desaprobación de Gregory. El padre
Greg, que permanecía callado mientras escuchaba las aburridas anécdotas del señor Portella, esperaba el momento preciso para poder hablar sobre la venta de los viñedos. —¿Todo bien? —Le pregunta María, que estaba junto a él, pues no se le había despegado ni un solo segundo en toda la noche. —Sí, es solo que... —Mira su reloj. —Ya es un poco tarde, y realmente me gustaría cerrar de una vez por todas el trato con tu padre. —Lo sé, pero no desesperes. Conozco a mi papá, y si está contándote todas sus historias, es porque realmente le agradas. Te aseguro que te venderá sin chistar. El hombre asiente, y espera pacientemente un rato más. —No sabe el honor que es para mi familia que nos acompañe el día de hoy, señor Charmes. Espero, no haberlo aburrido con mis historias. —Le dice el padre de María, que realmente parecía gustar de él. —No, para nada. Fueron muy entretenidas, aunque no niego que me habría gustado que terminaran un poco antes. —Bromeas, y el resto de invitad
Lucia, que arreglaba algunas prendas nuevas que había creado, cae en cuenta de que el matrimonio de Macarena, será en una semana. —¡Rayos! Me concentré tanto en mi trabajo, que me olvide pro completo de la boda de Macarena. —De inmediato, deja lo que está haciendo, y sale a toda prisa a llamar a Macarena, pues aún no sabía prácticamente nada de la boda, salvo que sería en Sicilia, Italia, pero no sabía la etiqueta, que regalo le gustaría, en que hotel sería, ni siquiera sabia con quien se casaría su mejor amiga, lo que a estas alturas era inaceptable. Aún no entendía por qué la mujer seguía insistiendo en mantener en secreto la identidad de su prometido, no es como si lo conociera... Pero y si... Frente a la cabina telefónica, mientras Lucia espera su turno, piensa en ello. ¿Por qué razón, Macarena ocultaba la identidad de su novio? ¿Acaso lo conocía? Es su turno de hacer la llamada, y está dispuesta a obtener una respuesta el día de hoy. —Maca... Soy Lucia. ¿Cómo has est
Gregory, que caminaba velozmente, se detiene en seco, frente a la puerta de la habitación. Se arregla el traje, respira un par de veces, y finalmente toca la puerta… Nadie abre, así que instintivamente la fuerza un poco, pero apenas toca la manija, esta gira sin complicación. —¿Cómo puede ser tan confiada? Ha dejado la puerta sin seguro. —La cuestiona y entra a la habitación, donde de inmediato observa tendida a la mujer sobre la cama. —Está completamente noqueada. —Se agacha, observando el hermoso rostro de Lucia que le parecía increíble estar viendo. —¿En serio eres tú? ¿En serio estás aquí? —Acaricia con la yema de sus dedos sus mejillas mientras su corazón late rápido y con fuerza—¡Tan hermosa! —Sus dedos bajan a sus labios, y se siente tentado a probarlos una vez más, pero el mero roce es electrizante para él. Un susto inesperado se lleva cuando los ojos de la mujer se abren de par en par, y completamente aterrada por la figura sobre ella, lanza un grito ensordecedor.
—¿Es mi imaginación, o pareces estar emocionada por mañana quedar con Gregory? —Le pregunta Macarena a Lucia, mientras esta la acompañaba a su habitación. —No voy a negarte que verlo movió todas mis fibras. —Macarena lanza un chillido de emoción. —Pero, no sé si él sienta lo mismo que yo. —¿De qué hablas? El hombre se muere por ti... —No lo sé Macarena, y no quiero hacerme ilusiones. —Se detienen junto a la puerta. —Por cierto, ¿no te molesta que Mariano tenga una despedida de soltera? —¡Para nada! Si te soy sincera, creo que es bueno que se divierta. El pobre desde que llegue a este país, no ha hecho más que estar pegado a mí todo el día, para que yo no me sienta sola, y aprenda rápido el idioma. —¿Entonces vivirán aquí? ¿Estás segura de que no extrañaras Estados Unidos? —No dire que no, pero digamos que estar con Mariano lo vale. Y tampoco fue una decisión que él me impusiera, por el contrario, fui yo quien quiso venir. —¿Estás feliz? —¡Mucho! Más ahora que est
—No tienes que seguirme. Estoy cansado María, vete a dormir tú también. —Le dice Greg, que cae sobre la cama tendido boca arriba. —¡Lo haré! —Comenta la mujer con tal grado de malicia que se acuesta a su lado, y aprovechando que está borracho con su mano, empieza a acariciar su pecho por encima de la camisa. Sutilmente, libera los botones, descubriendo el torso del hombre, y ver su cuerpo la hace tragar saliva. Realmente le gustaba Gregory, y tenía que ser suyo. Esta oportunidad no podía dejarla pasar. Pone su mano sobre la piel visible, pero de inmediato y sin esperarlo es agarrada fuertemente. —¡Largo! —Le dice al abrir los ojos y verla con desprecio mientras aparta su mano con brusquedad. —La mujer se aleja, y las lágrimas asoman en su rostro, mientras observa cómo Gregory se da la vuelta y se queda finalmente dormido. —¡Ja! ¿Incluso ebrio te atreves a despreciarme? Maldito engreído… —Furiosa, no quería darse aún por vencida, así que sus planes seguían siendo los mismos,