-Roger…por favor, ¡sácalo, me duele, sácalo! – y aunque el dolor estuviera pasando, ella quería que él se fuera…

Pero eso no ocurrió, él apretó los dientes y siguió moviéndose. Adriana se sentía morir, no de placer sino del dolor que Roger no se detenga y que avanzara con ímpetu y brutalidad, hasta que no escuchara de ella pedirle más...

Roger tomó sus manos y las elevó por sobre su cabeza, sus labios se dirigieron hacia los de ella para tomarlos y seguir imponiendo su ritmo salvaje.

Después, se quedó simplemente anonadada. Estaba tan cerca de Roger y apenas podía creer la curiosa sensación de paz y tranquilidad…en esa dulce intimidad, sintió la fría mirada de parte de Roger, de repente se dio cuenta de que Roger fue su primer amante, y llegó a siquiera pensar que ahora el hombre se daría cuenta de que ella no lo engaño hace diez años.

Pero entonces el hombre hizo un movimiento súbito que la tomó por sorpresa, y se levantó de la cama.

Se acercó a donde estaba la botella de vino espumo