Francia, tiempo moderno.
Entre los grupos de científicos que realizaban un continuo lobby para la legalización de la investigación genética humana y la clonación, el más entusiasta siempre fue el Centro Moreau de Investigaciones Genéticas con sede en Francia. El centro fue fundado por el Dr. Alphonse Moreau a finales del siglo XIX con el nombre de Sociedad Moreau de Biología Experimental, aunque después la hija de Alphonse Moreau le cambiara el nombre. La hija y heredera de Moreau se llamaba Charlotte Moreau, y también era doctora en biología molecular, como su padre. Era una figura misteriosa, ya debía ser anciana, pero rara vez se le veía. Era una excéntrica multimillonaria misántropa que pasaba sus días recluidos en su laboratorio. Algunos aseguraban que sufría de una enfermedad deformante, de allí su obsesión por la in
Los recuerdos y las posibilidades son siempre más terribles que la realidad.El ReanimadorH.P. Lovecraft¿Quién en mi situación no habría hecho lo mismo? Me encontraba con mi alma atormentada y con mi corazón lacerado por la insoportable pena de contemplar a mi amada prometida muerta una semana antes de nuestra boda. Eurídice era una hermosa mujer joven, de cabellos castaños rizados y unos ojos verdes encantadores. Su muerte había calado terriblemente en todos los que la amábamos y conocíamos como una especie de ángel terreno.Es por esto que nadie puede culparme por haber hecho lo que hice. Algunos pensarán que cometí un crimen atroz, una blasfemia o una pecado capital contra el orden divino. Pero, después de todo, soy un hombre de ciencia ajeno a los criterios religiosos que imperan en l
Bernard se desempeñaba como un miembro del Partido Interior, la élite dentro del Sistema del Gran Hermano que regía el superestado conocido como Oceanía y que abarcaba todo el continente del mismo nombre más América y las Islas Británicas, aunque sus reclamos territoriales eran más extensos.Bernard vivía en la Zona Aérea Cuatro que en tiempos prerrevolucionarios correspondería con alguna región de Latinoamérica y trabajaba para el Ministerio del Amor.—Y en otros asuntos —dijo el secretario de un comité al que pertenecía Bernard y que estaba encargado del manejo de los datos históricos que eran declarados oficiales por el gobierno— tenemos el problema del Archivo. Está consumiendo mucho espacio en los subsótanos y tenemos necesidad de moverlo de sitio. Mi criterio es que su contenido debería se
—He venido a detener esta locura doctor –dijo el militar adentrándose al laboratorio.—¿Locura? ¿A que se refiere General? Este es un experimento científico legítimo ¿O acaso desea usted entorpecer el avance de la ciencia?—Ciencia o no este experimento es tremendamente peligroso y pone en riesgo la vida en este planeta.—Mi experimento no es peligroso, sabemos como funciona perfectamente. ¿Sabe lo que es un agujero de gusano?—Por supuesto, un pasaje interdimensional entre dos puntos en el tiempo—espacio. Pero es puramente teórico, su existencia no ha sido comprobada.—Se equivoca. Un agujero negro es un agujero de gusano. Los agujeros negros absorben toda energía y partícula a su alrededor, pero no expulsan la energía que captan violando las leyes de la termodinámica que aseguran que tod
Hubo perplejidad y aprensión en las calles del Tercer Reich Alemán cuando la noticia se difundió públicamente en los noticieros televisivos y en Internet. La incertidumbre y el temor invadieron a muchos ciudadanos conforme el popular Führer era derrocado y en su lugar se colocaba en el poder a aquel advenedizo desconocido.Años antes Kurt Waldheim había sido electo como el Cuarto Führer del Tercer Reich, corría el año 2000 cuando fue derrocado en un golpe de Estado muy polémico. Hasta entonces y desde la victoria de Alemania y sus aliados del Eje en la Segunda Guerra Mundial nunca se pensó que el Führer alemán podía ser derrocado.—Waldheim se lo veía venir —adujo uno de los clientes que comentaban en el modesto restaurante italiano donde Carolina servía como mesera. Era un lugar de estilo sobrio, típicamente mediterráne
Fuera de clases Carolina era como cualquier joven normal. Salía con sus amigos, si bien no era bien visto (dada la moral conservadora del Reich) que una mujer joven estuviera en bares a muy altas horas de la noche, o que tuviera relaciones fuera del matrimonio. Se mantenía muy recatada en ese aspecto cuidándose de no manchar una reputación que, de ensuciarse, podría costarle caro. La prostitución y el lesbianismo eran ilegales, y si bien Carolina no tenía interés alguno en ser ni prostituta ni lesbiana, tampoco deseaba ser vista ni siquiera como una mujer fácil.En todo caso sus amigos eran igualmente conservadores, tanto hombres como mujeres. Solían ir al cine a ver las producciones de la Compañía Disney—Riefienstahl, fundada tras la unión de la empresa productora de cine más grande de Europa, los Estudios Riefenstahl creados por la cineasta oficial del Tercer Reich,
Carolina llegó a Moscú, Rusia. La ciudad estaba siendo asediada por una densa nevada. Las iglesias ortodoxas habían sido transformadas en iglesias católicas o luteranas y la arquitectura tradicional rusa ya casi desaparecía frente a la arquitectura germana. El alemán se hablaba en lugar del ruso y la colonización alemana era verdaderamente perceptible.Tras descubrir donde se localizaba la Casa Rauff decidió emprender el camino y habló con las autoridades alemanas locales. Le indicaron que el viaje era peligroso porque en esa zona había aún grupos de eslavos salvajes que vivían en la montaña y atacaban a los colonos alemanes, pero Carolina estaba empecinada a ir a pesar del riesgo. Los SS se ofrecieron a llevarla.Atravesado las carreteras desoladas de la Taiga rusa, Carolina llegó dentro de un vehículo militar a las cercanías de la Casa Rau
Año 2037.El escritor L. Randall Howard se encontraba refunfuñando en el estudio del diminuto departamento que alquilaba. Aferró la botella de ron y se tomó un nuevo trago maldiciendo a su esposa, la infortunada mujer que lloraba en la cocina después de la paliza que le propinó. “¡Se lo merecía!” pensó “por reclamar todo el día que nos estamos muriendo de hambre y que soy un fracasado. ¡Ya le demostraré a esa estúpida!”. Howard se sentó frente a la vieja computadora que usó para escribir un interminable repertorio de cuentos y novelas que habían sido publicados en ediciones baratas y que era lo único que le daba algunos pocos ingresos para sobrevivir miserablemente. Suspiró, tragó más alcohol, y luego escuchó a su hijo lactante empezar a llorar.—¡C
Año 2051.José Antonio Córdoba observaba la foto que le tomaron en el 2047 cuando firmó el Tratado a nombre de las Naciones Unidas después de que la Asamblea General lo aprobó y a pesar de las airadas protestas de personas en todo el mundo. La foto lo mostraba a él y al embajador Sáuxer (y empresario) Válax firmando el texto que había sido escrito tanto en inglés como en Sáuxer, con la bandera de las Naciones Unidas a sus espaldas y el escudo de la Corporación Sáuxer (una garra felina) detrás.“¡Como había cambiado!” pensó. Córdoba había sido un político de izquierdas desde que como adolescente participaba en airadas protestas y era un comprometido activista. Recordaba con cierta nostalgia cuando era muy joven y mucho más idealista y luchaba por causas políticas que &eacu