42. LOS HIJOS DE MIS HIJOS

Campamento stark

La punta de a lanza pasó silbando a tres centímetros de su hombro izquierdo y fue a clavarse con denodada fuerza en el tronco de un pino. El árbol, demasiado joven al parecer, fue atravesado de un lado a otro, mostrándole a Lara la suerte que hubiera podido correr su endeble cuerpo de no haberse movido a tiempo de la trayectoria del arma.

_ ¡Lenta!

La voz perentoria de Brago la hizo saltar por segunda vez mientras la lanza volvía al ataque, en esta ocasión alcanzando la parte inferior de su gabardina y rasgándola por completo.

El próximo golpe no se demoró ni siquiera una fracción de segundo. Lara lo esquivó con el dorso de uno de los kris, y con la ondulada hoja de la otra daga indonesia desvió el peligroso argentio lejos de sí. No hacía falta preguntar por qué el Primer Oficial usaba armas d

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