El dolor de una madre

La mirada verde de Emill, Rodríguez, casi brillaba de lo enfadado que estaba con su mejor amigo, le había pedido encarecidamente que no flirteara con su hermana, pero este hizo caso omiso

— ¿Qué quieres que? ¡Por supuesto que no voy a romperle el corazón a Su, ella es muy linda, no podría hacer algo como eso jamás, de solo imaginarme que se entristezca por mi culpa, brrrr... se me enchinan los bellos de la piel!

— !Somos amigos, no puedes pretender salir con mi hermana, eso es demasiado extraño, además eres un amargado de lo peor, Su, es... demasiado adorable y linda para ti!

— Emill, vamos amigo, me conoces desde niños, sabes que soy un buen partido, no soy un picaflor, ¿Qué tan de malo tengo para que me rechaces como tu cuñado? dímelo y trataré de cambiarlo

— ¿Qué vas a cambiar tú? siempre has sido como eres, ya tienes el carácter muy marcado, no se trata de eso, se trata de que... ¡Es mi hermana, carajo, vas a querer besarla y... no me lo puedo imaginar siquiera! ¡Por
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