“Eliza, ¿no sabes que los hombres tienen el deseo de conquistar?”. Los dedos delgados de Chester acariciaron los ojos de Eliza. “No me he aburrido de ti. Cuanto más eres como un pez muerto, más tengo que enseñarte a hacerlo bien. No juegues conmigo, o haré que tus subordinados sufran en un infierno”.

Después de hablar, abrió la cremallera detrás de su vestido.

“No…”.

La expresión de Eliza cambió. Todavía estaban en el estudio de filmación.

Chester la estaba humillando abiertamente al hacer esto.

“Esta es una lección para ti por no ser obediente”.

Chester pellizcó la barbilla de Eliza y la besó.

Eliza se sintió asqueada y con náuseas desde el fondo de su corazón. Era igual sin importar cuántas veces sucediera.

Sin embargo, a ese hombre no le importaba en absoluto. La obligaba a aceptar todo sin importar nada.

“Chester, iré a tu casa esta noche, ¿de acuerdo?”. Eliza cedió. Ella no quería tener sexo con él aquí. Todavía tenía una escena que filmar por la noche. La gente notaría a