Si tuviera que definir estas palabras, Rodney las sabría.

Sin embargo, ahora que estas palabras estaban unidas, se dio cuenta de que no parecía comprender el significado.

No. No era porque no comprendiera sino porque no se atrevía a creerlo.

Si Sarah lo amaba tanto, ¿cómo podía tener una aventura?

“No estoy diciendo tonterías”. Tía Celine dudó. “Si no me cree, puede investigarlo. El hombre se está quedando en la habitación presidencial del Hotel Internacional Langham. Sólo sé que su apellido es Yeager. La Señora ha estado yendo frecuentemente al hotel. Ella se quedaba allí durante varias horas cada vez. Incluso vi a un miembro del personal llevarles condones…”.

Incapaz de seguir escuchando, Rodney empujó a la Tía Celine bruscamente.

La Tía Celine cayó al suelo y le empezaron a doler todos los huesos. Sin embargo, el dolor no era nada comparado con el terror que sentía por la mirada de Rodney.

En ese momento, no había vuelta atrás para ella. Ya que había aceptado el soborno de es