5

Me desperté con el timbre insistente de mi teléfono. Abrí los ojos y miré el nombre de Therry.

"Hola..." dije con voz somnolienta.

- Buenos dias querida. Soy yo.

- Sí, Therry. ¿Qué paso?

- Solo llamo para avisarte que hoy no asistiré a la parrillada. Voy a ver a mi papá, está enfermo.

Me levante de la cama preocupado:

- ¿Qué le pasó a tu padre?

- Nada grave, creo, pero mejor ve allí y asegúrate de lo que realmente sucedió.

- Sí... Yo también lo creo. Mejoras para él. Quedate bien. Cualquier cosa que necesites solo llámame.

- No te entristecerá que no pueda estar ahí contigo°

- No te preocupes... La familia primero. - yo dije.

- Beso... Te extrañaré.

- Beso.

Yo estaba un poco preocupado. Espero que no haya sido nada grave con su padre. No conocí al padre de Therry y, de hecho, ni siquiera hablamos de él. Pero pensé que era genial que estuviera preocupado. No era el tipo de hombre que se preocupaba por nada más que por sí mismo. Recordé que aún tenía que romper con él y no quería que se demorara más. De todos modos, había hecho lo correcto ese día. Y estaba libre de eso el domingo. Me sentí aliviado en cierto modo.

Miré a un lado y no vi a Samantha en su cama. Fui al baño y Helena se iba, envuelta en una toalla.

- Tu escape de ayer no estuvo nada bien. - Dijo secándose el cabello.

Hice una mueca de desaprobación y me senté en el sofá:

- ¿Podrías hacer ese café que solo tú sabes hacer? - Yo pregunté.

- De alguna forma. Haré lo que hiciste con Jonathan.

- ¿Que hice? – preguntó fingiendo no entender.

- ¿De verdad quieres que responda? Inmadurez sería la palabra, creo. ¿Tienes algún problema infantil no resuelto con los hombres? - ella preguntó. – Se me olvidaba que la psicóloga eres tú, aunque no lo parezca.

- Vaya, Helena, ¿estás tan molesta? Yo pregunté.

- Estoy molesto por ti y no contigo, Ari.

- No entendí.

- Quería que te divirtieras, eso es todo.

Miré a mi alrededor y pregunté:

- ¿Dónde está Samantha?

- Se levantó temprano y fue a ayudar a Gisa a preparar el almuerzo.

- Bueno, entonces puedo hablar... ¿Querías que me divirtiera con Jonathan?

- ¿Qué? Jonathan es nuestro vecino, el mejor amigo de Daniel... ¿Te sugerí que salieras con él o algo así? Solo estaba pasando el rato con amigos, nada.  además. ¿Te imaginaste que estaba planeando algo contigo y él?

- Yo no sé. - Confesé.

- Ari, no había nada malo en lo que estábamos haciendo. Nunca te arrojaría a sus brazos o viceversa. Soy amigo de Samantha, ¿lo olvidaste?

- Me disculpa.

Helena no dijo nada y se fue a su habitación. Fui al baño. Ella tenía razón. Yo había actuado de manera inmadura. Ni siquiera parecía una adulta. Pero incluso estaba dispuesto a quedarme allí más tiempo, si él no me hubiera mojado y tocado. Su toque realmente me conmovió. Pero no le hablaría de eso. Por mucho que Helena fuera mi amiga, mi mejor amiga, no estaba preparada para hablar de eso con nadie, ni siquiera conmigo misma. Así que traté de pensar en otra cosa. Hacia calor. Me puse un par de jeans cortos y una blusa blanca fresca y un poco escotada. Me bajé a las 11 am y ya estaban todos en la piscina.

Gisa estaba en el agua y luego preguntó:

- No digas que no te meterás al agua, Ari.

-Claro que no. Acabo de darme una buena ducha. - yo dije.

- ¿Quieres decir que estamos siendo cambiados por la ducha? preguntó Jonathan en el otro extremo de la piscina.

- Tendrán que aceptar. - yo dije.

Gisa miró a Jonathan riéndose y entendí muy bien lo que iban a hacer. Intenté correr, pero no sé cómo era tan rápido. Me levantó como si fuera una pluma y se tiró a la piscina conmigo. Cuando me mojé me aferré a su cuello y no me soltó. Lo miré y de inmediato me liberé, mirando a Samantha, que miraba todo desde lejos. Solía suceder antes de que él y ella salieran, pero hasta entonces él no era el amor de la vida de otra persona, así que no me sentí mal cuando sucedió. Eso de que los chicos nos tiraban al agua y nos levantaban era bastante común. Igual que los tiramos al agua.

Subí y me puse el bikini. No me dejaban salir del agua. Mientras disfrutábamos del sol y nos refrescábamos en la piscina, los hombres preparaban la carne. Con la excepción de Fábio, que nunca ayudó en nada. Simplemente disfrutó el día y todo lo que se le ofreció. Tal vez se sentía así por ser el novio de la casera. No podría gustarme aunque lo intentara. Me parecía que todo lo que salía de su boca era mentira. Era un niño, tengo que admitirlo. Gisa era 6 años mayor que él. No sé si por eso se sentía tan insegura con él. Pensé que Gisa era hermosa. Tenía la piel clara y el pelo rojo brillante, que teñía regularmente. Los rizos desproporcionados caían hasta la mitad de su espalda. Siempre tuvo sobrepeso, aunque pensé que el peso estaba bien para ella. Los ojos verdes enmarcaban el bello rostro siempre bien maquillado complementado con un hermoso labial rojo, su favorito. Era divertida y muy inteligente.

Vi a Samantha cabizbaja y sola, bebiendo en un rincón. Me puse unos shorts y caminé hacia ella.

- ¿Todo bien por aqui? Yo pregunté.

- Ari, Jonathan ni me mira. Es como si ni siquiera existiera para él.

- No dejes que vea que eres así por su culpa, amiga. Sea fuerte.

- ¿Por qué lo elegí para amar? - se lamentó .

- Samantha, ¿estás segura de que es amor?

- Absolutamente seguro... Desafortunadamente.

- Dale tiempo... Todo saldrá bien, estoy seguro.

- ¿Y si lo perdiera para siempre?

- No es el único hombre en el mundo. Si pierde, encontrará otro.

- Ariane, no lo entiendes: Jonathan es el hombre de mi vida.

- A Carlos le gustas y no puede ni disimularlo.

- ¿Que sugieres?

- Adelante, Samantha. Prueba con Carlos, que te valora mucho.

- Carlos nunca fue mi tipo. Creo que no tiene nada que ver con Jonathan.

- ¿Y necesitas tener algo como Jonathan? – pregunté riendo. – Creo que cuanto más diferente sea, mejor para que te olvides de él para siempre.

- Creo que prefiero seguir tu consejo de tomarme mi tiempo y no intentar algo con Carlos.

- Así que pon una sonrisa en esta cara tú no eres así. El almuerzo del domingo es el día más fresco de la semana, cuando estamos todos juntos.

- Muy bien, volvamos a tratar de ser felices. - ella dijo.

Samantha pronto volvió a la conversación, como si nada estuviera pasando. Ahora era mi turno. Necesitaba hablar con Jonathan y aclarar lo que había pasado la noche anterior. Necesitaba darle una explicación. Lo busqué con la mirada y sentí que mi corazón latía salvajemente cuando noté su mirada en mí. Él sonrió irónicamente y miré hacia otro lado. ¿Tenía razón Helena y él tenía algún interés en mí, tal vez desde hace algún tiempo? ¿Y cómo nunca me di cuenta? ¿O me estaba volviendo loco e imaginando cosas? También quería hablar con él sobre Samantha, aunque sabía que no tenía nada que ver con eso, pero ella era mi amiga y no soportaba verla sufrir. Necesitaba saber qué pensaba él sobre la ruptura, si existía o no la posibilidad de que volvieran a estar juntos. ¿Por qué aparté la mirada de él? Nuevamente nuestros ojos se encontraron y fingí que solo lo miraba a él. ¿Por qué se metió conmigo así? Siempre pensé que era hermoso, pero nunca sentí mariposas en el estómago con su apariencia. ¿ Habían tenido miradas antes de los últimos días? Cielos, me estaba prohibido. No podía pensar en él, mirarlo y ni siquiera soñar con ese hombre.

- Oye.

Miré asustada a Carlos.

- Vaya, no pensé que estuvieras tan asustado. – dijo riendo.

- Es solo que... Estaba pensando... No me lo esperaba. – Traté de argumentar mi salto.

- Cara de alguien que está en problemas. observó.

- ¿I? Imagínate... ¿Qué tipo de problemas puede tener una mujer como yo? Resuelvo problemas. - dije riendo.

- A ver: dinero, trabajo, hombres, salud...

Me reí:

- Está bien conmigo. Sólo de pensar.

- ¿Y Samantha? Te vi hablando con ella hace un rato... Estaba tan callada.

- Hmm , sabía que hablar conmigo era solo un pretexto para saber de Samantha. - Bromeé.

- No, nada de eso. – trató de explicarse preocupado.

- Estoy bromeando, relájate. Sé lo que sientes por Samantha... De hecho, creo que todos aquí lo saben. Dije mirando alrededor. - Pero Samantha ama a otro hombre.

- Ella no ama a Jonathan. Lo quieres porque no lo tienes. Ella solo está obsesionada con él. – dijo con calma.

- Siento decirlo, pero creo que esta vez sí que está enamorada.

- ¿Quieres decir que tengo que rendirme? ¿Que no hay posibilidad?

Me sorprendió un poco lo directo que fui con él. Volví a pensar en las palabras y dije:

- Creo que tienes que intentarlo directamente con ella, Carlos. No obtendrás nada hablando conmigo al respecto.

- ¿Quieres decir que no estás dispuesto a ayudarme? - le preguntó.

Lo miré. Carlos me gustaba. Era un hombre responsable, maduro e inteligente. Él era guapo. Morena, alta, espesa barba y bien cuidada. Decían que era de origen árabe, pero nunca supe si realmente lo era. De todos nosotros, él era el más trabajador. Él era un doctor. Además de trabajar en el hospital, siempre viajaba a congresos y cursos de especialización. Era un hombre con el que cualquier mujer querría estar, especialmente si estaba enamorado de ella.

- Bueno, en realidad creo que puedo ayudar, Carlos. Porque de alguna manera también estaría ayudando a mi amigo.

Sonrió ampliamente:

- Gracias.

- Que quede claro que hago esto por mi amigo, ¿entiendes?

- Y no te arrepentirás. Si quieres su felicidad, puedes contar conmigo.

- Espero no arrepentirme de verdad.

- Como una forma de agradecerte por tu atención, te invito a cenar mañana en mi apartamento.

- Celso, no tienes segundas intenciones conmigo, ¿verdad? – pregunté mirándolo a los ojos, sinceramente.

- Si dejo pasar eso, lo siento. No es que no seas deseable, pero yo... solo tengo ojos para Samantha, desafortunadamente. La cena era realmente una invitación como una forma de agradecimiento. Sé que mañana es lunes, pero es mi día libre. Esta noche trabajo.

- Sabes que pueden pensar otras cosas sobre nosotros, ¿no?

- ¿Y te importa eso? – preguntó divertido.

- La verdad no. - dije riendo.

- Que bien. Te espero a las 8 de la noche e invito a alguien más para que no creas que es una cena romántica. - él dijo.

- Voy a estar allí.

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