Jonathan y yo nos paramos uno al lado del otro, esperando que llegara la novia. Daniel estaba muy nervioso. Normal, pensé para mis adentros. Sabe que vendrá Helena, pero no se le pasa por la cabeza lo hermosa que será. Supuse que estaría nervioso cuando estuviera con Jonathan otra vez. Pero no lo estaba. Normal sería la palabra para lo que sentí en ese momento, aunque sabía que él siempre se sintió atraído físicamente por mí. No intercambiamos una palabra después de mi saludo y ni siquiera me atreví a mirar en su dirección.Comenzó la marcha nupcial y Helena entró pisando fuerte con sus tacones blancos nacarados y su hermoso vestido de novia en su entrada triunfal. El atardecer anaranjado, que recuerda al atardecer en la hacienda de Itaúba, fue un regalo de la naturaleza para ella durante su ceremonia. Mi corazón latió más rápido cuando vi a mi amiga tan feliz en su momento de unión con el amor de su vida. No necesitaba desearles felices para siempre: sé que lo harían. Cualquiera que
Sí, estaba completamente intoxicado. Y ni siquiera puedo recordar la última vez que hice eso.- No creo que esté bien. – le dije al desconocido mientras todo a mi alrededor no dejaba de dar vueltas.Cuando me liberé de él y me di la vuelta, choqué con Jonathan, parado detrás de mí.- ¿Vamos a bailar?- No. - yo dije. – Yo… no creo que pueda.- Estas borracho. él dijo.- Y tú... Acompañado. – respondí, sin saber si las palabras salían de mi boca correctamente.- Así como tú. – afirmó irónicamente.Mientras intentábamos entablar una conversación a base de ironías y resentimientos, me jaló y nos fuimos a la pista de baile. Si me diera la vuelta creo que mi estómago tiraría todo lo que comí. Como no podía mantenerme erguida, él me guiaba, sosteniéndome con fuerza en sus brazos.- Creo que Samantha está bien con Carlos. - el dice.- Creo... - Confirmé.- Pero entonces tenemos a tu novio ahora.- ¿De qué estás hablando?- Tú sabes de qué estoy hablando.- El no es mi novio.- ¿Así que besas
Sentí un dolor agudo en la cabeza y abrí los ojos lentamente. La luz de la ventana deslumbró mi visión. Me giré hacia el otro lado, tratando de identificar dónde estaba. Y no pude averiguarlo. Traté de levantarme, todavía me sentía mareado. Me dolía el cuerpo. Recordé la borrachera de la noche anterior y traté de reproducir todo lo que había pasado. La última persona que había visto era Jonathan. Me di cuenta de que solo estaba en ropa interior y con una camisa que me quedaba demasiado grande. Mientras trataba de poner mi mente en orden, Jonathan abrió la puerta y entró con una taza de café. Vestía jeans oscuros y una camisa del mismo color. La barba parecía recién afeitada. Se sentó a mi lado en la cama y me entregó el líquido tibio que sabía que me levantaría. Olí el perfume de los hombres.Ahora sabía que estaba en su casa. Pero no en su habitación.- ¿Donde estoy?- La habitación de Daniel. - Él explicó.- Yo... no recuerdo lo que pasó después de que yo... vomité. - dije avergonza
Cuando golpeé la ventanilla del taxista que tenía su coche aparcado durmiendo en la plaza, me miró sorprendido y me dijo:- Bienvenida de vuelta.Al menos esta vez me recibió mejor, pensé. Cuando subí al auto me dijo:- ¿Para su casa?- ¿Dónde más? – pregunté confundido.Siguió su camino. Estaba un poco ansioso. No sabía qué esperar cuando llegué con Luciano. No habíamos hablado desde lo que pasó cuando llegó Jonathan. Pero él había enviado el vestido, así que pensé que de alguna manera estaría bien. Pero como no vino a despedirse de mí cuando me fui, me pregunté qué estaba pasando realmente.- Usted tiene muchos amigos. - Dijo el taxista de unos amigos que ahora parecía querer acercarse a mí.- Sí. - Le confirmo no dando mucho tema.- Espero que alguien más venga a visitarte. Es una buena carrera.Lo miré sin entender del todo. Sabía que se refería a Samantha, Helena y Jonathan, pero no sabía exactamente adónde se dirigía. Por eso preferí permanecer en silencio.- Te vi besando al se
Era la noche del 24, cuando estábamos celebrando la Navidad con una buena cena. Mamá había pasado el día cocinando y yo ayudé con algunas cosas. Odiaba cocinar, pero ayudar no estaba tan mal. Aunque no lo habían confirmado, supuse que Luciano podría pasar a cenar. Por eso tuve mucho cuidado en elegir un vestido ajustado, de manga larga, liso, rojo y completado con botas camperas cortas. El estilo granjero empezaba a atraerme, especialmente con las bonitas botas. Solo tenía un par, pero estaba considerando seriamente comprar más. Mi cabello era romo y ya no era lacio ni encrespado. Lo peiné y lo dejé como estaba, natural. Realicé un maquillaje ligero, apostando por un labial rojo del mismo tono que el vestido. Me miré al espejo y cuidé el detalle de mi collar de estrellas que se veía. Cuando bajé, esperaba encontrarlo allí, pero me equivoqué. Mi padre no estaba sentado junto a la chimenea, envuelto en sus cosas, como siempre. Y mamá tampoco estaba más en la cocina. Los dos estaban vest
- ¿Por qué no quieres decirme lo que pasó? - le preguntó.- ¿De verdad quieres saber, Luciano? ¿Porque?- Curiosidad. – dijo con una sonrisa enigmática.- Pues entonces vámonos... Jonathan está de regreso, pero no sabe por cuánto tiempo. ¿Y adivina qué? Vino acompañado. Sí... Traje a una chica australiana... Amiga... Solo amiga. dije irónicamente.- ¿Y eso te dolió?"En cierto modo, sí…" dije sinceramente.- ¿Tú...? ¿Resolviste la situación?- No... No sé si lo resolveremos algún día, ¿sabes?- ¿Le explicaste lo que pasó la noche que te persiguió?Lo miré, quien no tenía ningún sentimiento aparente en sus palabras o expresiones.- ¿Hubo una explicación? Yo pregunté.Me miró y respondió:- No sé... Tú me dices.- Yo... bebí demasiado en la fiesta. - Me desvié. - Me sentí terrible entre mis amigos. No esperaba eso. Parece que sin Helena a mi lado nada tiene tanto sentido.- ¿Cómo bebiste?- Bebí hasta que no respondí a mi propio cuerpo, ¿sabes?- ¿Porque hizo eso?- Porque soy un cobard
Pasaron unos días y Luciano no venía a la finca de mis padres. No estaba seguro de cuán regulares eran sus visitas, pero pensé que eran más frecuentes. Todavía no pregunté por él y mis padres tampoco mencionaron nada. El miércoles mi coche volvió del taller. Y estaba en perfectas condiciones de nuevo. Mi papá me hizo prometer que no pondría a nadie en peligro por conducir y le aseguré que sería prudente. Se moría por volver a girar la llave y sentir su potencia. No sabía cocinar, era un pésimo conductor... Deben pensar que era un inútil. Pero trataría de encontrar algo que hacer que mostrara que tenía la capacidad de hacer algo importante. Cuando fui a encender la camioneta, mis padres estaban alerta, esperando otro desastre de mi parte. Pero me lo tomé con calma, menos de veinte por hora, para asegurarme de que estaban bien y no preocuparme.Salí lentamente por la puerta principal, después de todo, el accidente había ocurrido allí. Mientras tomaba el camino, noté que Luciano se detuv
- ¿Que crees? – preguntó mientras yo devoraba esa sabrosa comida como si no hubiera un mañana.- Es perfecta.Él se rió:- Exacto... Solo tu madre cocina mejor.- Cierto... Pero la comida es muy picante... Casera... Sin palabras.- Si me pidieras elegir un restaurante en todo el mundo, elegiría este. - El confesó.- Estoy sorprendido por esta revelación. - Admití. - ¿Pero por qué?- La comida es la misma que cuando vine aquí con mis padres.Lo miré. Me imaginé lo que sintió.- Me gusta la infancia... Los recuerdos... - Dije.- Sí... Siempre veníamos aquí los fines de semana a almorzar.- Algunas cosas se quedan en la memoria para siempre... Que bueno que vengas aquí a sentir eso...- Recordaré en el futuro que yo también estuve aquí contigo. - Él sonrió.- Tú... ¿Alguna vez trajiste a Anna aquí?La pregunta lo sorprendió. Me miró y tardó en responder. Y ya me arrepentí de haber preguntado. ¿Por qué parecía que quería saber todo sobre esa mujer? Tenía muchas ganas de hacerlo, pero al m