Xavier—Quiere huir el muy desgraciado —dice Sebastián.—¿Huir? Es imposible que se me escape — La lluvia da un ambiente tenebroso a esta batalla, tengo mis ojos fijados en Aníbal, quien arrastra a la madre de Carmen, Iliana, mientras tiene a su lado a otro alfa gigantesco que parece un pordiosero.
Carmen—¡Bruno, Marina! ——Aquí estamos, Luna, siempre —responde Mari, y tenía razón. Desde el primer momento en que los había conocido, habían estado conmigo.—Gran Alfa está peleando con Aníbal, pero suceden más cosas en la manada —señala Bruno.—Así es, Sebastián me dijo que había un problema con
Fabrizio—Creo que luce peor que cuando mató a su hermano — al menos estaba resguardado, pero no había mejoras.—Es posible, se usó hechicería de la más oscura, según lo que dijo Valerius, estamos tratando con hechicería como nunca hemos conocido, en tantos años en la tierra jamás vi algo así Fabri
Alaric No supe dónde había estado ni qué había sido de mí. ¿Es el fin de esta larga y pesada vida? Me preguntaba si, llegado el momento, me reencontraría con mi madre, pero quizás no era mi momento. Pues había logrado sobrevivir mucho más tiempo que todos, y ahora entendía por qué.La muerte de mis
FabrizioAsí que ellos también intuían que mi compañera estaba viva y simplemente se guardaron la información, como todos los vampiros que reúnen rumores con el tiempo, a la espera de utilizarla cuando mejor les conviene. Hechiceras... esa era la clave. Yo estaba muy desesperado después de que Sang
AníbalYo estaba desesperado. Envié mensajes a mi manada, pero no respondían, y temí que hubieran sido exterminados, destrozados por los enemigos. Iliana seguía llorando por su compañero, que había caído en ese pozo gigantesco y del que estaba seguro no había sobrevivido. Alfa Simón parecía haber hu
Xavier Me dolía pensar en lo que había sucedido a mi manada. Mis padres, mis abuelos y mis ancestros habían cuidado Colmillos Blancos con tanto empeño y amor, y en poco tiempo parecía destruida. No solo había horror, muerte y miedo de punta a punta; no solo Aníbal había tomado posesión de mi terri
Carmen—Un poco más... solo un poco más —susurraba Luna Blanca a mi lado. Ella parecía haber pasado por mucho; se veía cansada, y no sé cuánto tiempo habíamos estado aquí, pero el esfuerzo se notaba, Luna jadeaba. De reojo, vi también que Paola venía a nosotras y tomaba la mano de Tatiana, empujand