—Tienen que irse. Lucio ha caído, pero también Su Majestad. No sabemos si volverá o cuál es su estado. Tienen que buscar ayuda. Si Aníbal prospera y gana aquí, el mundo de los lobos está en peligro, y con ellos también los humanos y las demás especies. No podemos dejar que eso suceda —hablé yo a tra
Aníbal Dicen que la suerte no existe y, honestamente, yo nunca fui un tipo con suerte. No creo que las estrellas me hayan favorecido alguna vez. Solo cuando me dieron como mate a Carmen, pero inclusive en ese momento pensé que había sido el error más grande, pues ella era una humana, lo peor de la
Fabrizio—¡Fabrizio! —me grita una de las guerreras cuando ya tengo a los enemigos encima. Si pensaba que la batalla se daba únicamente en Colmillos Blancos y que la habíamos dejado atrás, estaba equivocado.—¡Ellos se encargan de que no podamos huir! —decía una de ellas mientras peleábamos y combat
Carmen—¡Xavier! —grité enloquecida. Mi mate está en su forma medio humana, medio lobo de Amorak. Parece haber crecido aún más en altura; debe haber luchado por horas, incansable, protegiendo a la manada y a todo lo que es querido por él.Sus ojos relampagueantes, su cabello trenzado dejando un lad
Carmen Dicen que los humanos no sienten el vínculo de mates como los lobos. ¿Pero entonces cómo explicaban lo que yo sentía ahora? ¿Cómo es posible que una simple humana sienta que el aire ya no entra en sus pulmones y que el dolor es tan insoportable que piensa que va a morir?El dolor era tan pro
AníbalAsí que… así es como se siente ser un verdadero alfa.Quizás Lucio tenía razón: debía matar a mi padre para tomar el verdadero poder del alfa. O tal vez lo que faltaba era acabar con mi verdadero enemigo, aquel que había arruinado mi vida. Xavier había matado a mi hermano, quitándole el poder
Carmen—Tanto sufrir, tanta maldad de tu parte y tanto odio hacia tu propia manada y a tu familia Carmen, para que termines exactamente donde deberías —dijo mi madre con odio.Aníbal había convocado a toda la alta jerarquía de Luna de Sangre, incluyendo, lamentablemente, a mis padres, para que tomar
Fabrizio —No puede ser… —digo aterrorizado—Gran Alfa, no puede morir —repito, espantado.—Lo siento mucho, Fabrizio —me dice Alfa Rogelio, de Sombra de la Noche. Era el primero que había logrado frenar los ataques en su manada con bastante esfuerzo. Lo encontré en el camino hacia el castillo, y tu