—Tenemos que ir a explorar, no hay otra opción. Debemos que llevar un grupo de nuestros mejores guerreros, tenemos que ir al corazón del problema —decía Fabrizio. Y esto no me gustaba para nada.Sabía lo que teníamos que hacer, pero ahora mi lobo estaba perdido, hacía solo días de que había marcado
CarmenNo podía ni imaginarme la idea de que él estuviera lejos, ¿después de todo lo que había pasado? ¿Y ahora le pedían que se fuera? — Deberías estar conmigo... — le susurro mientras él me aprieta contra la cama y quita mi blusa.— Si no podemos saber lo que está pasando... no puedo mantenerte s
Aníbal—Alfa Aníbal de la manada Luna de Sangre... —escuché una voz que decía en el instante mismo en que entraba a la carpa principal de nuestro campamento.Allí me esperaban Lucio y el vampiro Sangreoscura. En una esquina, sentado y afilando un gran cuchillo, estaba el gigante Alfa Pascal. Aún no
Xavier No podía dejar de pensar que la última imagen que tenía de mi mate era ella llorando. Se supone que ella no debería sentir el vínculo de forma tan intensa. Ella no tenía un lobo que le rogara por todos los motivos estar conmigo. Eran realmente sus sentimientos, su pequeño corazón, su verdade
CarmenEl tiempo pasaba terriblemente lento, y yo, ante cualquier sonido cerca de alguna de las puertas del castillo, corría como loca, deseando que fuera mi mate que estuviera cerca, que hubiese vuelto. Soñaba con él, rogaba porque volviera, lo imaginaba entrando triunfante, corriendo a mis brazos.
Fabrizio—Este pueblo humano está muy cerca de la manada donde vive mi abuela —dice Sebastián mientras avanzamos, por lo que parece ser ya un lugar desierto.—Hay pisadas por todas partes, hay olores de humanos, pero también de lobos, rogues, vampiros... esos desgraciados híbridos. Es imposible segu
Xavier —¡Xavier, m*****a sea! Me has dado un susto tremendo —me grito Fabrizio, mientras se sentaba en el suelo tapándose la cara con las manos.—¿Alfa, qué demonios fue eso? —se acercaba ahora Sebastián, tenía un short y se agachaba a verme, perdido.—Juro que no sé qué fue... yo estaba peleando c
Carmen—¿Paola? ¡Paola! —grité yo, contenta, y cuando la abracé, aún no podía creer que ella estuviera realmente ahí conmigo.—¡Carmen! ¡Por la diosa, estás aquí! —dijo ella llorando.—¿Pero cómo? ¡Te creí perdida y pensé que no nos íbamos a volver a ver! —dije en una mezcla de asombro y felicidad.