Carmen Ya no podía creer todo lo que había pasado, especialmente el ataque y cómo había logrado escapar Aníbal. Posiblemente era una tontería, pero yo pensaba que, si bien Aníbal no tenía redención, quizás había una posibilidad para el lobo.Los lobos eran capaces de entregar su territorio por sus
Aníbal —¿Eres estúpido o qué?——Tú no entiendes nada, Sangreoscura. No tienes idea de lo que es tener una mate. Estar unido a ella es lo único real en toda mi vida ¡ella es mía! ¡Ella es para mi! —decía yo desesperado mientras estábamos en un pequeño campamento en medio de la nada, muy lejos de ell
Xavier —¿Herejes de la Noche? ¿Qué demonios es eso? —pregunto mientras me ponen al día.Aníbal había logrado escapar y, por más que los guerreros de Su Majestad habían investigado y perseguido las huellas, era como si se lo hubiese tragado el camino.Para ser honesto, lo único que me importaba era
Carmen—¡Hermosa!——¡Es como una princesa!— decían emocionadas Tatiana y Marina.—¿Qué le parece? ¿Está muy apretado?— preguntaba Julia.—Está muy bien —respondo, mirándome al espejo, sigo sin poder creer que esa era yo. El vestido era hermoso, blanco aperlado, con detalles brillantes de plateado,
CarmenYo no podía quitarle la mirada a mi mate. Xavier siempre había sido muy expresivo, apasionado, tierno, me decía lo que sentía y pensaba. Pero ahora… podía ver sus ojos que lo que decía salía de su corazón y que Apolo también estaba ahí. —Desde que era un cachorro, soñaba con mi mate, mis pad
Xavier Me quitaba la camisa lentamente y Carmen no me quitaba los ojos. —Paciencia Apolo…tenemos que tomarnos el tiempo necesario para que ella se relaje, y así erradicar cualquier posible miedo que ella tenga, y que nos entregáramos a esta pasión sin dudas. Además, ella es humana, calma— le decía
XavierSu cara era una mezcla de sorpresa y curiosidad sin dejar de mirarme mientras yo me acercaba a ella. Temí que tuviera miedo, sabía que un alfa de mi tamaño podía asustar…pero ella me miraba con deseo. — Xavier…— decía ella y acercaba sus manos hacia mí y yo rugía.—¿Le gusto a mi mate?— di
AníbalEsto no podía estar sucediendo. Parecía una pesadilla, y aunque era una estupidez, me negaba completamente a aceptar la realidad.Cuando la noche cayó y vi la luna nueva alzarse en el cielo, me di cuenta de que era verdad. Por más que yo quisiera, no podía detener nada de lo que estaba ocurri