Capítulo 4

-¿Qué diablos fue eso Daniel?

¿Cómo te atreves a amenazar al corredor número uno de la ciudad?

¿Quieres que nos linchen a todos en la primera noche en la Plataforma?

¿Por qué no controlas tu maldito carácter?- dijo Andrew mientras manejaba camino a casa.

-Quedamos como estúpidos delante de todos por tu arrogancia, ni el accidente te hizo sentar cabeza y ganar humildad– argumentó Bruce, mientras cruzaba los brazos en el asiento del copiloto.

-Lo siento, no pude contenerme- dije rascándome la cabeza.

-Lo siento, lo siento, lo siento, ¿Qué diablos sientes?, ni tu corazón porque no tienes- dijo Andrew

-¡Por dios!, al perro con otro hueso, ¡ya estoy cansado de limpiar tu cochinero siempre, no sabes lo peligroso que puede ser lo que acabas de hacer!- refunfuño Bruce. -“K” no es cualquier persona, para la Plataforma es un icono, la respetan, se ha ganado su lugar de buena mano, además hoy en día muchas mujeres corren y arreglan sus coches, ¿En qué época te quedaste Daniel?-

-Papá no estará nada contento si se entera de lo que paso hoy-, dijo Andrew. -Será mejor que busques una buena excusa para salir de este problema o terminaremos en la calle y sin tarjetas-.

Daniel escuchó los regaños sin abrir la boca, cuando intentó decir algo Bruce lo miró por el retrovisor con ojos de asesino y volvió a cerrarla.

-Virgen de la Macarena, ¿qué había hecho? desaté el infierno antes de tiempo, ahora sí, mi padre me dejaría fuera del testamento, esta vez sus amenazas no serían solo de palabra, esta vez, me lo tenía más que ganado- pensé para mis adentros.

El silencio se hizo presente el resto del camino, se podía escuchar la respiración de cada uno, un tic tac, tic tac, los acompañaba. Afuera el viento se hizo más fuerte y la obscuridad invadía las calles camino a la villa cual película de terror.

Los seguía muy de cerca un atractivo Lotus Exige color azul, que iba de 0 a 100 Km/h en 3,9 segundos y una velocidad punta de 274 km/h. En donde viajaba el resto del Club de Toby, preocupados también por lo que acababa de pasar en la Plataforma.

-¿Nos tomamos la última foto de este año?- dijo Caleb con una voz acongojada. -Después de que “El Griego” se entere, me mandará de refugiado en África -

-Y a mí, a Alaska sin duda alguna- dijo Said, mientras conducía con precaución por la densa neblina que empezó a bajar.

-¿Crees que sus perros fieles, ya pasaron el reporte?- Dijo Caleb.

-No lo sé, ese hombre tiene ojos y contactos hasta en el infierno, sólo su mujer lo controla- dijo Said.

-Por algo es “El Griego”- dijo Caleb y se empezaron a reír, en lo que llegaban a la villa de Andrew, que funcionaba como la guarida del Club de Toby.

Kiya

-Señores, Señoritas el show se terminó- dijo el Príncipe  –Gracias por su visita, estén al pendiente de las próximas carreras- lo que me hizo salir de mi mundo rosapurpura en el que estaba, en cuestión de segundos la Plataforma se encontraba completamente sola. Ni un alma se veía por el rumbo.

Tenía como un imán pegado a mis pies, no podía moverme, me encontraba a lado de este patán sin nombre, él tampoco hacía nada por moverse, perecíamos dos gallos de pelea en pleno ruedo, la policía estaba por llegar y no debían descubrir mi identidad o mis días de libertad se terminarían si mi papá se enteraba. Mi mente estaba en otro planeta tratando de asimilar lo que pasó, de repente se acercó más y sin quitarme la mira dijo:

-Tú a mí, no me impresionas con tus carreras ni con tu dinero, N E N A -

-Mis carreras y mi dinero, es lo que menos te impresionarán de mí… G U A P O-

Soltando un beso en el aire y con pasos firmes caminé directo a mi bebé, abordándolo sin mirar atrás, dejando el lugar a toda prisa, como alma que lleva el diablo. Esto tenía que ser una broma, una bendita broma de los dioses del olimpo, nada iba bien en todo el día, nada, sólo faltaba que me orinara un perro para completar el cuadro.

Después de una hora de camino, llegué a mi departamento, entré dejando todo al paso, en ese momento no quería nada más que sumergirme en la tina con agua calientita y relajarme. Antes de ello corrí por una copa de vino, para pasar el trago amargo de la carrera.

-Por las barbas de Merlín, ¿qué fue eso?- pegué el grito desde la bañera, me acaba de caer el veinte de todo lo sucedido. -Ese troglodita, rufián, poco hombre, hijo del averno se atrevió hablarme así, pero ¿qué le pasa?, ¿nunca le han enseñado cómo comportarse en su vida?-

Más que enojada, estaba fúrica, a punto de vultronizarme, tenía que descubrir quién era el patán de esta noche, por lo que llame a mi mejor amiga Melody, una reconocida abogada, que desde que se graduó colaboraba en las empresas de la familia, su personalidad arrolladora y su ética profesional le abría camino fácilmente en el mundo de los negocios gobernado por hombres.

Nada escapaba de sus manos, eran tan fría y despiadada como un cuervo, era preferible caer en un nido de hormigas que en sus manos. Aunque pertenecía a la familia Waas dueños de cadenas hoteleras en todo Europa, siempre se mantenía al margen, pocas personas conocían su origen ya que nunca utilizaba su apellido, en algunos eventos pensaron que era la hija ilegítima de mi padre por la protección que le brindaba y por estar siempre en casa.

Fuera de ser una molestia, mis padres le tenían un profundo aprecio y admiración por forjarse una vida sin el apoyo de su madre que la despreciaba y negaba de ella. Para mi madre era una hija ejemplar, de pequeña cuando se enojaba conmigo siempre me amenazaba con adoptar a Melody.

-Melody, no sé qué estés haciendo pero no me importa, te voy a mandar unas fotos, por favor recaba toda la información de esas personas, ¿dije personas? ¡Nooo! de esos animales, en especial del que porta la chaqueta negra, pantalón negro, cabello negro largo, con peinado de cola, ojos negros…, quiero nombres, apellidos, direcciones, profesiones, si son solteros, viudos, casados, divorciados, gay, pansexuales y todo lo que han comido por los últimos 20 años, quiero saber todo de ellos y cuando digo todo es toooooodo. No quiero que dejes nada sin investigar, N-A-D-A, absolutamente nada y si es por personal, no te preocupes, puedes contratar todo lo que quieras, pero esa información debe estar en mis manos en dos días, ¿escuchaste? ¡Dos asquerosos y malditos días! - dije enojada.

-Hola, ¿qué tal Melody?-

-¿Cómo estás?-

-¿Qué tal tú día?-

-Yo muy bien gracias Kiya, que linda que amable, gracias por preguntar-

-¿Me puedes ayudar por favor?-

– Sí, claro que si amiga, con gusto ya sabes - dijo Melody burlonamente del otro lado de la línea mientras reía.

Si alguien era inmune a mí era ella, su calma me destruida en tres segundos y me daban ganas de patearla, pero me conocía tan bien que ni se inmutaba cuando yo le hablaba. Conociéndola me había ignorado por completo, así que tuve que moderarme y hablar de nuevo.

-¡Oooh! Melody, hermosa y bella Melody, la luz de mis ojos, mi sol, mi estrella mi todo – dije con ironía. Si, lo sé, somos un par de locas, pero solo ella y yo nos entendemos, por eso es mi mejor amiga. Después de un largo suspiro le conté todo lo sucedido, solo podía escuchar sus risas de toda mi pato aventura, seguro ya tenía hecho hasta los memes, pero no importaba soportaría todo con tal de conseguir la información que necesitaba.

-Bicho, quiero saber quiénes son los dueños de esos coches, te aseguro que cuando termine con ellos la ciudad me lo agradecerá- dije sonriendo.

Como no paraba de sus bromas negras, le solté la bomba, después de escucharla creo que no le quedarían ganas de reír de nuevo.

-Por cierto, son amigos de tu hermano Bruce- ajustando el tono de mi voz le dije –¡¡¡ooooh!!! Si, el delicioso, pecaminoso, papi chulo comible Bruce Waas, (suspiro) estaba con ellos en la Plataforma, sólo que no me reconoció-  todo lo que escuché después fue un grito que lastimó mi sensible oído.

-¿Queeeeeeeeé?- dijo Melody desde el otro lado de la línea, -¡repite eso bicho! -

-Lo que escuchaste, no tengo razones para engañarte, ya sabes, si necesitas una cuñada me ofrezco como voluntaria- dije soltando una carcajada, la primera en todo el día. Por un momento pensé que la llamada se había cortado, no escuchaba ruido del otro lado, unos segundos después Melody dijo -Espera, espera, llego en cinco minutos, pon el vino a enfriar-.

Nuestros departamentos estaban en el mismo edificio, sólo nos separaban unos pisos, por lo que llego más rápido de lo que esperaba. Sabía que sería una larga, larga, larga noche, bueno lo que quedaba de ella, este era un tema que a Melody le interesaba, conocer todo sobre la vida de su hermano, un hombre misterioso, educado y cortés a la vista de todos, pero que ocultaba muchos secretos. Aunque él y Melody no se odiaban, se han mantenido separados por malos entendidos que algún día saldrán a la luz y más de uno derramará sus lágrimas.

-Abre la puerta perra del mal, que vengo preparada para todo y escuchar tus más obscuros secretos– gritó Melody desde el pasillo.

-Pasa, estas en tú humilde morada- respondió Kiya, mientras abría la puerta con una reverencia.

-Gracias, gracias, gracias, que amable eres, tan divina tú- dijo Melody.

Con cada palabra que mencionaba los ojos de Melody se volvían más grande, ver su cara llena de dudas y sus locuras hicieron amena la noche-madrugada.

-Melody no podemos dejar pasar esta oportunidad, llegó el momento de que todos sepan la verdad sobre los Waas, y el creído ése tiene que pagar lo que hizo en la Plataforma, nadie habla de mi bebé y vive para contarlo- dijo Kiya con una sonrisa macabra.

-Estas completamente loca, ¿ya te he dicho que vayas al psiquiatra? No ves con claridad las cosas, te puedes meter en un problema con tus padres, deja de jugar por favor y dedícate a lo que sabes hacer mejor- dijo Melody.

-¡Dios, Dios!-

-¿Por qué conozco gente tan loca siempre? Un día de estos me vas a matar con tus cosas o terminaré en el Psiquiátrico. Pero está bien, que no se diga que soy mala amiga, te voy ayudar, pero esta vez debes pagar un pequeño precio, la ayuda no será gratis.- dijo Melody.

-Lo sabía, lo sabía, no podía ser tan simple contigo, pero no importa, pago por ver- dijo Kiya.

Las horas transcurrieron y sin saber nos quedamos dormidas a media sala. La mañana siguiente nos despertamos adoloridas y con dolor de cabeza, lo que era una simple botella de vino se convirtió en siete, de milagro despertamos abrazadas a la taza del baño.

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