Nada estaba escrito, era tiempo de que las cosas marcharan como debió de ser. Aunque el tiempo pase ella era su hermana, no dejaría que se madre la alejara de nuevo, aunque para ello recurriera a los papas de Kiya y Daniel, el bienestar de Melody estaba primero. Mucho menos ahora que gracias a “K” se enteró de que su madre no era la blanca paloma como pensaba.
Conto a Melody lo poco que el sabia hasta ese momento, prometió darle lo que le correspondía, pero primero encontraría a la persona que estaba de tras de todo lo que estaba pasando, aunque fuera su propia madre, no se detendría, la haría pagar por espionaje y todo lo que se pudiera, ella nunca más las lastimaría. Su hermana se merecía una vida tranquila, de eso estaba seguro, la ayudaría a que eso pasara.
Ambos lograron contar lo poco o mucho que sabían respecto al tema, eran muy pequeños cuando todo suce
Dos días después la nevada calmo, permitiendo llegar a la cabaña sin contratiempo. Como madre la Sra. Elena sabía que su hija no la estaba pasando nada bien, era testaruda y necia al igual que su padre, provocando un caos a su lado porque nunca le gusta aceptar que puede equivocarse, esta vez Kiya lo estaba, solo faltaba ver que lo reconociera ante Daniel, algo que veía muuuuuy difícil.Era tiempo de que ese par se enfrentara a sus padres, sobre todo Daniel que tenía muchas cosas que explicar por lo que hizo. El Sr. Leandro no estaba del todo seguro que su hijo convenciera a Kiya sobre el pasado, no es que no confiara en él, conocía a la perfección la necedad de ella.-Debemos darnos prisa, mi corazón me dice que las cosas no están bien- dijo la Sra. Elena.-Tranquila amor, ella está segura con Danielito. No le va hacer nada malo, es nuestra pequeña y su muñe
En un bar de la Ciudad de México, Daniel estaba ahogando sus penas al pensar en Kiya. Ella llenaba todo lo que necesitaba, de nuevo lo había echado a perder, por su arrogancia, en lugar de hablar con ella desde el inicio, se dejó llevar por ese juego absurdo, cuando descubrió que “K” y Kiya eran la misma persona.Caleb que había dado con su paradero, gracias a unos amigos que hizo en una de las tantas veces que fue a visitarlo. Desde ese día lo había seguido para hacerlo entrar en razón, pero todo era imposible. Del chico carismático ya no quedaba casi nada, se la pasaba borracho en los bares.-¿Dónde está?- pegunto Caleb a su amigo.-Por allá, lleva muchos días de la misma manera, nos hemos acercado pero no quiere estar con nadie- dijo su amigo.-Gracias, te agradezco mucho que me informara- dijo Caleb. –Yo me hare cargo-Camino a do
Tres días después que llegaran a la Ciudad de México, los pleitos entre Daniel y Kiya no paraban. Ella estaba poniendo todo de su parte para no pelear, pero él, no se la ponía nada fácil. Los papeles se habían invertido en tan poco tiempo, ahora era ella la que no estaba dispuesta a dejarlo ir.-En vista de que no se piensan marchar, el que se va soy yo- dijo Daniel. –Espero que cuando regrese ya no estén en mi departamento--No pienso irme, así que puedes decir una misa completa y los rosarios que quieras- respondió Kiya cruzada de brazos. –Tampoco saldrás de la casa sin mí, no dejare que regreses al Bar a ver a tus amiguitas, no creas que no estoy enterada de todo lo que has hecho durante este tiempo y me quitas esos ojos en blanco porque hablo muy en serio--No eres mi mamá para prohibirme nada, ni tampoco mi niñera, así que con permiso se&ntil
El principio del fin. Así lo llamo Bruce. Sus amigos parecían unos completos títeres en manos de esas mujeres terroríficas, manipuladoras del mal, pero, quien era él para juzgarlos, lo más que podía hacer por ellos era grabarlos, tomarle fotos, para re conmemorar esos momentos cuando estuvieran en el Club de Toby.Todo esto era lo que hacía un buen amigo. Sin pensar, que pronto sería el uno más del club, pero esa es otra historia.Una semana más tarde los chicos regresaban a Grecia, para estar con sus familias. Después de aquella cruda Kiya, juro no volver a tomar tequila por una larga, larga, larga temporada.-Voy a extrañar mis días en México- dijo Caleb. – Se acabó mi tranquilidad, debo regresar a trabajar con el Jefe, solo espero que siga con mi trabajo como lo prometió la tía Elena--Te aseguro que ahí la que mand
Un año había pasado desde aquella cena en casa de los Holmberg, la cena que separo a un par de tortolos que ahora sufría en silencio, porque sus padres no les permitían estar juntos y su amistad de años, estaba terminada. Pero nadie los mando a que fueran tan mentirosos, solitos buscaron su desgracia, pero no era momento de reclamarles nada, ambos sufrían en silencio (ya ven nunca hay que cantar victoria antes de tiempo). Los primeros días, las cosas eran terribles, los padres de ambos caminaban como desconocidos uno al lado de otro dentro de la misma casa. Ellas los ignoraban por completo, solo hablaban lo indispensable, y eso si las señoras estaban de buen humor, de lo contrario era mejor huir. Amaban a sus hijos, pero tampoco se iban a exponer a tanto sufrimiento. Kiya no soportaba ver a sus padres de esa manera, mayormente se la pasaba en su departamento y en el trabajo, los fines de semana los visitaba unos pocas horas. Melody era su única compañía. Kevi
Para una madre nada es oculto, que ellas se hagan pato esa es otra historia, así pasaba en casa de Daniel y de Kiya, cada paso que daban estaba más que reportado. Incluso sus visitas constantes de Bruce al departamento de Melody, acompañado de su fiel amigo.De pura casualidad su chica vivía en el mismo edificio, así que solo se desviaba un poco antes de llegar.Pero no eran los únicos que se daban sus escapadas, también el Sr. Leandro y su amigo, tenían su guarida secreta, donde cada viernes se sentaban a platicar muy quitados de la pena de todas las ocurrencias de sus esposas. Estaban pensando seriamente mandarlas a estudiar drama, eran perfectas para todo eso.En todo este tiempo Caleb había viajado dos veces más a la ciudad de México, con el pretexto de apoyar a Daniel con las empresas que tenían, lo curioso es que cuando viajaba, nadie sabía de él por una seman
Herederos de grandes imperios, consentidos desde pequeños, con una fortuna que daría para alimentar a siete generaciones sin problema alguno. Tienen unos padres sobreprotectores, amorosos, capaces de dar la vida por ellos. Pero justo ahora, están cansados de sus pleitos cada 30 segundos y han decidido darles una gran lección que no olvidaran en sus vidas. Juntos son dinamita, nadie tolera más de cinco minutos con ellos, hacen explotar el lugar con sus constantes enfrentamientos. Orgullosos, leales, fiesteros, con espíritu libre, nadie tiene la razón más que ellos y cuando no la tienen arde troya. –Si arde troya, sobre todo si es el otro el que gana la disputa. Kiya y Daniel se conocen de toda la vida solo ellos saben que hay en el fondo de sus corazones y el porqué de su poca tolerancia de uno para el otro. ¿Podrán algún día estar cerca sin matarse? ¿Podrán sus papas parar esta gran masacre que se avecina? ¿Es que acaso nadie le dijo a estos d
Kiya- Mamá, ¿dónde está el jefe pluma blanca? El señor todo seriedad y responsabilidad, el que nunca llega tarde a sus citas, el señor perfección. Me hizo ir a la oficina y el señor nomás no se apareció, me dejó plantada --A miiiiiii, mamá, a miiii, a su hija, a su princesa más bella me dejó ahí esperando por él y ni un mensaje me mandó, por lo menos una señal de humo me hubiera mandado o una paloma mensajera como en su época–-No puedo creer que mi padre me trate así, esto es maltrato puro, ¿qué será de mí de ahora en adelante? dios ya llévame diosito, mi padre me maltrata y mi madre me ignora, pobre de mí oh pobre de mí no sé qué voy hacer ahora– (aplausos para la dramática del día).Se para con las mano