Cuando el corazón no puede más con la mente se somete a la voluntad del cuerpo esa es la única manera de lidiar cuando todo parece complicarse, cuando lo único que desea el alma es ser arrojada en cualquier parte siempre y cuando sea con la persona que se ama.Adriano sentía que su mundo era una bomba de relojería a punto de estallar, su pecho iba a mil, sus nudillos estaban apretados y su mirada asesina clavada en el hombre que tenía en frente. Era gordo, rechoncho, probablemente se había pasado media vida entre barriles de cervezas, y no muy agradable a la vista pero parecía estar fuera de si.—Tu hermano no podrá encontrarla, Adriano—se atrevió a repetir.Las palabras suenan una y otra vez en la cabeza del mafioso.—Eres un cobarde. Te marchas y dejas que tu hermano cargue con todo, no eres digno de se…—esta vez Adriano no lo dej&
—No me hables.—No quiero hacerlo.—¿Cómo?—Lo que oyes. Este es el castigo que recibo por haberme fiado de ti, joder. Tu deberías haber vigilado mejor la situación. Esto es culpa de nadie excepto la tuya…—clava sus ojos en el rubio con asco.Este asiente resignado, no puede evitar sentir una punzada de culpabilidad. Una más para la colección que le había estado torturando.Sabía perfectamente que había fallado por segunda vez.Había fallado a una mujer inocente.La había engañado.La había llevado a un mundo el cual ella no pertenecía.Un mundo cruel, malvado, incapaz de poder lidiar con alguien como Meredith. Un mundo que parecía hecho precisamente para comerse a las personas que osaban ser como Meredith.Se llevó una mano a la cabeza de mala manera.Tomó aire con fue
Los parpados le pesan pero aun asi se esfuerza por abrir los ojos al notar una mirada extraña observarla detenidamente.—¿Quién eres?La voz de Meredith suena como un cuchillo, afilada y letal.No reflejaba en absoluto lo destrozada que estaba internamente. Aun podía recordar la escena de los Cuervo destruyendo la poca esperanza que le quedaba… ¿Cómo habían podido? ¿Cómo habían podido abandonarla de este modo? Después de todo lo que habían vivido juntos.—Podría hacer la misma pregunta. He estado buscándote por mucho…—¿Disculpa?Helena sonríe mientras Meredith frunce el ceño mucho más confundida que en el inicio.—Soy Helena, para servirte. Si Enzo me descubre soy mujer muerta…—¿Qué quieres de mi Helena?—pregunta Meredith con curiosidad
—¡Dónde está mi hermana!—brama a viva voz Malak, no duda en tomar al rubio del cuello.Él la mira sorprendido ante su reacción.Jamás se habría imaginado que Malak Kaiser tuviera sentimientos ni mucho menos por alguien que ni siquiera conocía como era Meredith.—No lo sé.—No lo sabes.Repite ella con burla.—No lo sé.Esta vez el agente baja la mirada al suelo sin poder enfrentarla.—Malak…—¿Qué quieres?—pregunta ella de mala manera no satisfecha con su lejanía, lo mira a los ojos buscando aquello que su boca era incapaz de decirle.—Lo siento—suelta.Ella lo mira sin poder pronunciar palabra.Traga saliva al mismo instante.—¿Sabes lo que he sacrificado por ella?—pregunta ella no pudiendo evitar dejar ir las primeras lágrimas.Ezra no dudó en rodearla con sus brazos, coloca una mano en su rostro con suavidad, como si la simple lagrima derramada de esa mujer causará grandes guerras internas en él.Ese gesto hace que la última muralla de
Adriano supo con exactitud en ese punto que la última barrera había sido pasada, ya no quedaba nada del hombre del inicio, ya no quedaba tiempo para reflexionar o pausar. La violencia sabía demasiado dulce como para renegar de ella. El poder era lo único que podía saciar su sed. Ya nada volvería a ser como antes.La culpa pronto quedó atrás.Ya no tenía escrúpulos.Por fin había desatado al monstruo.Y era feliz.Condujo su coche como si no importara ni la velocidad ni las normas. En el retrovisor podía ver a ese adolescente que algún día fue estallar en alegría.Había regresado con fuerza.Dominik a su lado sería historia.Aparcó finalmente el coche de cualquier manera en el parking de la casa donde Marlon se hospedaba y llamó con insistencia el timbre. No saldría de esa casa sino
La noche era fría, los pequeños roedores ya estaban escondidos y algunos pájaros nocturnos hicieron acto de presencia en el bosque cercano a la mansión de los Caruso cazandolos sin más.Casi no parecía que en esa misma noche una auténtica carnicería iba a darse entre dos familias opuestamente enfrentadas.Los coches más lujosos hicieron fila en la entrada mientras los mejores trajes de gala hacían alarde como si nada fuera pasar y lo único que se daría ahí era una apacible velada.La banda decidió subir un poco más la música para opacar las conversaciones más incomodas que se podrían dar.Las luces alumbraban de derecha a izquierda cualquier rincón que se pudiera observar a primera vista.Todo parecía ser el escenario perfecto para que llegara el anfitrión de esa noche junto a Meredith para encontrarse
—Tengo que encontrar a Enzo, debo encontrarlo—repitió con insistencia Helena a cualquiera de los trabajadores de la mansión.Estos la miraron encogiéndose de hombros probablemente asumiendo que había perdido la cabeza finalmente.Ella no desistió y siguió corriendo.—No lo hagas, por dios, Enzo, no mates a tu propia hermana—se dijo desesperada.Su cuerpo finalmente choca contra el de uno robusto, mira enfrente encontrándose con unos ojos azules afilados que la miran través de unas gafas negras.—Buenas noches señorita Lombardo—le sonríe.—¿Le conozco?—pregunta ella de mala manera.—No, soy Dolán, Dolán Bellucci—añade quitándose las gafas.Ella lo mira frunciendo el ceño lo último que quería era perder el tiempo.—Se que estás busca
—Creo que deberíamos ir a un sitio mucho más tranquilo—sonríe Dominik mirando a Enzo.Este asiente.—¿La tumba es mejor lugar?—se burla con expresión cínica.—Ya me entiendes, viejo amigo. La gente ha venido a pasárselo bien, no hagamos más escándalo del necesario—respondió él mirando de reojo a los distintos hombres que los custodiaban esperando la mínima excusa para abrir fuego.Bianca asiente mirando a su hermano.—Haz que este infierno termine—declara.—Lo de trasladarnos me parece bien, pero a un sitio neutral, no creas que no se la trampa mortal que me tienes preparada ahí a bajo, Caruso—señala él con cara de pocos amigos.Dominik suelta una carcajada limpia.—Como la tuya secuestrando a mi mujer o como la tuya perseguiéndome para matarme—replica con amargu