Adriano supo con exactitud en ese punto que la última barrera había sido pasada, ya no quedaba nada del hombre del inicio, ya no quedaba tiempo para reflexionar o pausar. La violencia sabía demasiado dulce como para renegar de ella. El poder era lo único que podía saciar su sed. Ya nada volvería a ser como antes.
La culpa pronto quedó atrás. Ya no tenía escrúpulos.Por fin había desatado al monstruo. Y era feliz. Condujo su coche como si no importara ni la velocidad ni las normas. En el retrovisor podía ver a ese adolescente que algún día fue estallar en alegría. Había regresado con fuerza.Dominik a su lado sería historia.Aparcó finalmente el coche de cualquier manera en el parking de la casa donde Marlon se hospedaba y llamó con insistencia el timbre. No saldría de esa casa sinoLa noche era fría, los pequeños roedores ya estaban escondidos y algunos pájaros nocturnos hicieron acto de presencia en el bosque cercano a la mansión de los Caruso cazandolos sin más.Casi no parecía que en esa misma noche una auténtica carnicería iba a darse entre dos familias opuestamente enfrentadas.Los coches más lujosos hicieron fila en la entrada mientras los mejores trajes de gala hacían alarde como si nada fuera pasar y lo único que se daría ahí era una apacible velada.La banda decidió subir un poco más la música para opacar las conversaciones más incomodas que se podrían dar.Las luces alumbraban de derecha a izquierda cualquier rincón que se pudiera observar a primera vista.Todo parecía ser el escenario perfecto para que llegara el anfitrión de esa noche junto a Meredith para encontrarse
—Tengo que encontrar a Enzo, debo encontrarlo—repitió con insistencia Helena a cualquiera de los trabajadores de la mansión.Estos la miraron encogiéndose de hombros probablemente asumiendo que había perdido la cabeza finalmente.Ella no desistió y siguió corriendo.—No lo hagas, por dios, Enzo, no mates a tu propia hermana—se dijo desesperada.Su cuerpo finalmente choca contra el de uno robusto, mira enfrente encontrándose con unos ojos azules afilados que la miran través de unas gafas negras.—Buenas noches señorita Lombardo—le sonríe.—¿Le conozco?—pregunta ella de mala manera.—No, soy Dolán, Dolán Bellucci—añade quitándose las gafas.Ella lo mira frunciendo el ceño lo último que quería era perder el tiempo.—Se que estás busca
—Creo que deberíamos ir a un sitio mucho más tranquilo—sonríe Dominik mirando a Enzo.Este asiente.—¿La tumba es mejor lugar?—se burla con expresión cínica.—Ya me entiendes, viejo amigo. La gente ha venido a pasárselo bien, no hagamos más escándalo del necesario—respondió él mirando de reojo a los distintos hombres que los custodiaban esperando la mínima excusa para abrir fuego.Bianca asiente mirando a su hermano.—Haz que este infierno termine—declara.—Lo de trasladarnos me parece bien, pero a un sitio neutral, no creas que no se la trampa mortal que me tienes preparada ahí a bajo, Caruso—señala él con cara de pocos amigos.Dominik suelta una carcajada limpia.—Como la tuya secuestrando a mi mujer o como la tuya perseguiéndome para matarme—replica con amargu
—Dominik, deja a la chica—declara finalmente Meredith seria sorprendiendo a todos los individuos.Bianca la mira con sorpresa pero el mafioso no parece querer dar tregua, ni baja el arma ni se inmuta ante su comentario. Parecía demasiado metido en sus propios pensamientos como para hacer caso a alguien, lo que le ardió en ese momento fue admitirse que por segunda vez se había enamorado. De una extraña que parecía no tener nada en común con su mundo pero que había hecho su corazón querer abrirse de nuevo, incluso después del infierno que había pasado.Eso hace que Enzo acerque aún más a su cuerpo el de Meredith profundiendo asi la pistola en su cabeza.Esta encierra los ojos asustada intentando mantener el control.—¿No me has oído?—pregunta ella de mala manera.Los ojos de la principesa no tardan en perderse en la escena.No sabía que hacer ni como decir.Habían llegado a un punto de no retorno.Las pulsaciones de todos iban a cien, los alientos e
Bianca no podía evitar sentir la adrenalina correr por sus venas, se habían escapado de una muerte segura y ahora la suerte les había sonreído ya que habían llegado sanos a su hogar.Miró a su hermano de reojo, vio en su pecho una herida que hizo que el nerviosismo volviera a ella.—Tranquila…—la calmó.Ella asintió y condujo como pudo.No pudo evitar fruncir el ceño al ver lo descuidada que estaba la entrada.Su hermano asintió con la misma expresión.Finalmente pasó hasta llegar en frente del imponente edificio totalmente en silencio. Ayudó a su hermano a salir del coche cuando el foco de un coche blindado de color negro hace que su atención se focalice ahí.Enzo asiente de nuevo intentando tranquilizar a su hermana. Esta no pudo evitar sentir sus piernas temblar. Parecía que la pesadilla no había t
—¿Te has acostado con mi mujer?Sabía perfectamente que no era su mujer pero a ojos de su hermano podía continuar con la mentira un poco más.La expresión de Adriano se tensó inmediatamente.No sabía ni como se había enterado ni siquiera cómo había pasado pero sintió muy dentro de él una chispa de alegría que inmediatamente a pesar de lo dulce de su sabor rechazó de mala manera.No podía perder a su hermano de nuevo a pesar de que sus propios demonios hubiese aplaudido que Dominik supiera la verdad y es que la pasión y la atracción que sentía por su mujer era mucho más, tremendamente inevitable y jodidamente a su vez grande, abismal ya no podía callarlo. En el fondo se desvivía porque lo que sucedió esa noche volviera a repetir y así lo habían dicho, volvería a suceder.Otra prueb
—Es una herida de nada.Meredith lo mira a los ojos directamente negando.—No es verdad, Dominik deberías ir con más cuidado—lo riñe finalmente después de tantear gritarle toda su frustración sin ningún reparo.Sus miedos.Sus deseos.Las ganas de marcharse lejos.El infierno que sentía por culpa de haberlos conocido.Pero aun asi decidió morderse la lengua y obedecer a su vocecita interior y ayudarle a curar su herida.No por él.Ni por ellos.Sino por ella misma.No quería olvidarse de lo más valioso que tenía y era su propia escencia.En un mundo donde la empujaban de un lado a otro, de violencia, mentiras y mezquindad, Meredith no aspiraba a ser luz, pero tampoco miseria.Lo único que habían hecho era abrir heridas que ella creía cerradas.Sentía el miedo en cada uno de
Ezra sonríe con alegría al ver a Dominik sabía perfectamente que le caería la bronca del siglo.—Se lo que dirás—asintió con rapidez—He encontrado este médico, es el mejor de la zona—añadió.El médico asintió a través de sus gafas de pasta, poseía dientes de oro, y una barba que le parecía demasiado familiar. Una bata enorme blanca cubría sus brazos, a pesar de ello había algo en él que parecía no encajar en el aura de un médico.Tal vez su forma de caminar o su forma de mirar a Dominik pero parecía que hubiera algo más en esa escena.—¿Tu sabías que Meredith y Adriano se han acostado?—pregunta Dominik sin tapujos.Los ojos del rubio se agrandan de par en par, parpadea un par de veces sin poder pronunciar palabra.—¿Qué Adriano y quié