NARRADORAA solo unos pasos de la victoria, se encontró de nuevo con un problema.Había llegado a un cuadrado a salvo, pero estaba demasiado lejos de la puerta. Para alcanzarla, debía pasar por un terreno ardiendo en brasas.Se paró en el borde, el calor abrasador le hizo arder el rostro, chamusqueando los vellos de los brazos.Subió aún más el trapo manchado de sangre sobre su cara, las púas de su arma estaban llenas de despojos.Miró de nuevo hacia arriba. No podía ver a Lorien, el humo se elevaba creando una capa que apenas dejaba ver el cielo, pero sabía que ella lo observaba.Entonces, el sonido espectral de la puerta gigante retumbó, paralizando el campo de batalla.Alguien había logrado pasar.El sentido de urgencia vibró en el corazón de los luchadores.Damon no tenía otra salida. Solo podía avanzar por las brasas y quemarse todas las piernas, literal se las despellejaría al rojo vivo.Al menos no eran llamaradas de fuego, pero en eso…—Espera… por favor, sálvame… ayúdame, sol
DAMON —¿Solo una esclava? Puedo pagarte cien monedas de oro y con eso podrías comprarte un harén… Claro, si ganas la última ronda. Las risitas de los lamebotas del Alfa, hicieron eco alrededor del suntuoso salón. —Por ahora, solo quiero diversión —le respondí con seguridad. —Bien, tú escoges. ¡Traigan los tributos! Se giró para gritar y, por una entrada lateral, comenzaron a desfilar las esclavas, cabeza abajo, manos sujetas al frente. Las colocaron una al lado de la otra como mercancía. Disimulé mi ansiedad en cuanto la vi. Sus ojos estaban fijos en las losas, ella tampoco me miraba. Sabía que no podíamos parecer muy cercanos. —Contémplalas, puedes desnudarlas, tocarlas… menos tener sexo aquí directamente. Escoge tu favorita… Uno de sus sirvientes me susurró. Mi autocontrol llegando al límite y mi cabreo en aumento. Rezaba para no ver nada en el cuerpo de Lorien que me hiciera perder la razón y atacar a estos malditos. Esta fortaleza estaba demasiado bien vigilada, era im
*ADVERTENCIA* ESCENAS EXPLÍCITAS DE SEXO, LENGUAJE SOEZ Y MALSONANTE.DAMONLorien me estaba enloqueciendo, llevándome a los límites del autocontrol.Desgarré los bordes del vestidito y me incliné a mamarle los senos, acariciarlos con mi lengua, con mis manos que no paraban de delimitar su piel sudada.Mi boca se movía metiéndose toda esa delicia hasta las profundidades, estirando la tierna carne entre mis labios, jugando con los duros pezones.Su cuerpo entero vibraba, sus gemidos de éxtasis me tenían con la polla tiesa.—Mmm… Lorien… Lorien… —repetía su nombre entre gruñidos de bestia, bajando por su vientre, dejando un rastro de besos, saboreando su sudor fresco como gotas de lluvia.—Abre las piernas, nena… más… más… sshhh —logré colarme entre sus muslos abiertos, acostándome en la cama, mis ojos lascivos la miraban hacia arriba.Diosa bendita… mi falo era una montaña parada en mis pantalones, escurriendo presemen, mojando la tela en una mancha oscura.Mis manos se aferraron a sus
DAMON ¿De verdad estaba enferma? —No… no tienes que forzarte, tu enfermedad… —saqué el último resquicio de caballero que me quedaba, aunque yo mismo deseaba coserme la boca. Una sonrisa baja y ronca salió de esa boca pecaminosa, me encontré arqueando los labios también como un idiota. ¿Quién era este ser que se combinaba con la inocente Lorien?, ¿su loba reprimida? Y además, ¿qué era tan gracioso? —Mi enfermedad se llama virginidad —se acostó por completo sobre mi cuerpo mientras confesaba esas palabras increíbles. Mis ojos se abrieron un tanto incrédulos… si tenía un hijo de 10 años… Pero algo caliente comenzó a tragarse mi hombría, centímetro a centímetro, haciéndome olvidar todas las preguntas… —Tú tienes la cura y yo… sshhh… deseo que me cures bien profundo y que me llenes con tu corrida… mmm… —jadeó sentándose, comenzando a penetrarse lentamente. —Aaahh… —subió la cabeza gimiendo, sus pestañas se abanicaron, mi sanidad ya se había ido al demonio hace mucho tiempo. —Hazm
DAMON—¡Lorien! ¡Lorien! —la llamé aguantándome el enojo que iba en aumento.Salí de su cuerpo, mucho más disgustado de lo que hubiese imaginado, acomodándola sobre la cama.—Muy conveniente para ti quedarte dormida justo ahora, ¡maldit4 sea! —rugí, apretando los dientes, viendo su rostro inocente, mirando su cuerpo lleno de mis marcas, con mi olor… Ah, no. No. Solo le había hecho el trabajo a otro.Al tal imbécil de Damon. ¡¿Qué carajos?!Me bajé de la cama, caminando por la habitación como un animal salvaje, desnudo y pensando en tantas posibilidades.¡Me mintió en todo! Pensé ilusamente que sí éramos mates, que por eso me había comprado como esclavo… acaso… ¿le recordé a ese hombre desde el inicio?—¡AAGGR! —¡BAM!Arrojé una figura que cayó al suelo, haciéndose añicos. Perdía el control de mis emociones, no pensaba de manera racional. ¿Por qué me sentía tan traicionado, tan decepcionado?Necesitaba salir, despejar mi mente. ¡Necesitaba a mi maldito lobo!Comencé a caminar hacia la
NARRADORA—¡¿Qué dijiste?! —Svento alzó la voz por el asombro.Caminó hacia la mujer temblorosa y la tomó por el escote del sucio vestido.—¿Dónde lo viste? ¡Como me mientas…!—¡No miento, señor, no miento! —los sollozos de Nadia se elevaron.La verdad es que no estaba cien por ciento segura.Una cosa era el retrato dibujado y otra el hombre marcado y lleno de cicatrices que Lorien trajo a la manada.Sin embargo, el parecido era demasiado, sobre todo los ojos y ese macho parecía confundido. Quizás esa perra había capturado al príncipe para su beneficio.Muy astuta la mosquita muerta.—Es… es el luchador que se tapa el rostro y el cabello. Está herido, pero yo lo vi sin esos trapos. ¡Debe ser el príncipe lycan!—¡Cállate! —Svento le dio una bofetada que la mandó al suelo, escupiendo sangre - ¿Cómo te atreves a mencionar tan fácil a la familia real?Los órganos internos de Naida ya estaban dañados, el cuerpo hinchado, el dolor llegando al entumecimiento.Svento la miró llorando en el su
NARRADORALos ojos índigos del príncipe la seguían desde el momento en que tomó conciencia, midiendo cada reacción y escuchando cada palabra de su boca mentirosa.Cuando se puso a llorar sentada en el suelo, se sintió como un cabrón, su decisión de castigarla tambaleándose.Temía preguntarle de frente, que Lorien le dijera en su cara que solo se parecía al hombre que amaba de verdad.Estiró la mano para empujar la ventana y pasar a la habitación, pero entonces…—… lo siento… Damon.La expresión del príncipe lycan se volvió aún más fría y peligrosa.Ya no deseaba escuchar nada más.Se arrojó desde las alturas, cayendo dentro del pasillo excavado en la cueva y avanzó con ira a luchar, dispuesto a destrozar a quien se le pusiera delante.Para él, hoy todos tenían la cara del idiota de Damon.*****Svento miraba la lucha sobre la arena. Ahora que detallaba los ojos de ese guerrero, el sudor frío le bajaba por la espalda.Prácticamente, no tenía dudas, era el temido príncipe Damon.Su esti
NARRADORASvento se paró de su asiento, lleno de ansiedad, atravesando la niebla y viendo cómo la gigantesca Titanófago se lanzaba sobre el príncipe y lo engullía por completo dentro de su boca, tragándolo de un bocado."¡Sí, sí, SÍÍÍ!" rugía en su interior, lleno de júbilo.Se salvó del fuego mágico por suerte, pero esta vez… esta vez era imposible.Damon de Wynter estaba acabado. O al menos, eso pensó…*****Dentro de la Titanófago...Bajando por los anillos musculares de la poderosa serpiente, el príncipe lycan estaba cubierto de la saliva paralizante de la criatura.No podía moverse aunque quisiera.La daga cayó de sus dedos inertes, su cuerpo descendía, enredado en asquerosos fluidos, y apenas podía respirar.La presión se hacía insoportable, y sus huesos crujían, a punto de romperse.Así devoraba a sus víctimas la Titanófago. Y cuando llegara a su poderoso estómago, todos los ácidos y enzimas lo destrozarían en minutos.Damon luchaba con todas sus fuerzas, intentando moverse, cl